Esos brasileños que no van de amarillo
Eduardo, Diego Costa, Pepe, Sammir y Thiago Motta renunciaron a la 'canarinha' y juegan como extranjeros
Nacieron en Brasil, pero en el primer Mundial en 64 años en el pais do futebol no visten de verde y amarillo: Eduardo, Diego Costa, Pepe, Sammir y Thiago Motta renunciaron a la canarinha y ahora juegan como extranjeros en su propia tierra.
Eduardo Alves da Silva arrancó su participación en el Mundial en el partido inaugural. El futbolista estaba en el centro del campo del estadio de Sao Paulo y escuchó el himno brasileño, pero no lo cantó, pues vestía la camiseta de Croacia, su país de adopción. "Es un momento muy emocional. Llevaba dos corazones en el pecho", dijo el delantero que creció en el barrio pobre de Vila Kennedy, en Río de Janeiro.
Los dos corazones de los que habla también están en el también croata Sammir, en Pepe, que juega con Portugal, Thiago Motta, que lo hace por Italia, y en Diego Costa, que decidió hace apenas unos meses defender los colores de España. La lista podría haber sido más larga, pero Marco González y Romulo no fueron seleccionados por Chile e Italia, respectivamente.
La razón es sencilla: Brasil es el máximo exportador de futbolistas del mundo y muchos de sus jugadores buscan lejos de las fronteras una oportunidad. Según datos de la Confederación Brasileña de Fútbol, hay actualmente 471 brasileños con contrato en clubes europeos. La cifra total de brasileños que juegan lejos del país sudamericano es de 5.000. Y entre los destinos más elegidos están México, Arabia Saudí, China y Uzbekistán.
El problema es que muy pocos, en comparación, llegan a jugar en las grandes Ligas. Casos como el de Neymar, que juega en el Barcelona, o el de Óscar, titular en el Chelsea, suelen ser la excepción. Y en la selección brasileña sólo hay sitio para poco más de 20 futbolistas. La mayoría de los jugadores no tienen la oportunidad de vestir la verdeamarela en toda su carrera, por lo que buscan un país de adopción con el que poder disputar una Copa del mundo. "Cualquier niño brasileño sueña con jugar en la Seleção. Yo, lamentablemente, no pude", dijo Eduardo, que con 15 años fichó por el Dinamo de Zagreb, obteniendo en 2002 el pasaporte croata.
De los cinco brasileños que están en el Mundial sólo dos habrían interesado a Luis Felipe Scolari, seleccionador del anfitrión. Costa, delantero del Atlético de Madrid, disputó dos amistosos con Brasil en 2013, pero se mostró disgustado después de no ser convocado para la Copa Confederaciones 2013. El atacante firmó una espléndida temporada en el conjunto rojiblanco, ganando la Liga por encima de Real Madrid y Barcelona, y alcanzando la final de la Liga de Campeones.
En su debut mundialista con España, el delantero no sólo sufrió el 5-1 de Holanda, sino también la ira de los aficionados brasileños, que le abuchearon a cada balón que tocaba. Costa también recibió gritos de "traidor" en un entrenamiento de la campeona del mundo en Curitiba.
El otro jugador que tendría un hueco en el once de Scolari es Pepe: el central de Real Madrid, considerado como uno de los mejores defensores del mundo, nació en Brasil, pero a los 13 años se mudó a la isla de Madeira y fue en Portugal donde encontró la oportunidad y el reconocimiento. "Este Mundial es muy especial para mí, porque todos mis parientes viven en Brasil", dijo Pepe, que tuvo sin embargo un debut distinto al soñado al ser expulsado ante Alemania. "Pero intento mantener un poco al distancia con este tema. Lo único que cuenta para mí al final es jugar con Portugal y ganar todos los partidos que sea posible".
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