El carisma de Senna sigue muy vivo 20 años después
Michael Schumacher, por entonces una promesa de la Fórmula 1, lo vivió muy de cerca: el alemán rodaba pocos metros detrás de Ayrton Senna cuando éste perdió el control de su Williams en la vuelta siete del Gran Premio de San Marino y se salió en la curva Tamburello. Aquel 1 de mayo de 1994, en la carrera que ganó Schumacher, falleció el piloto y nació el mito del alguien cuyo carisma está intacto 20 años después de su muerte. Para Bernie Ecclestone, dueño de los derechos de comercialización de la Fórmula 1, la muerte del tres veces campeón del mundo fue como "ver a Jesús siendo crucificado en directo". El Williams de Senna se salió del trazado a 321 kilómetros por hora y chocó contra el muro a 214 km/h.
Con tres títulos, 41 victorias y 65 poles, el brasileño era dueño, además, de un aura especial. Nadie dudaba de su carisma. El austriaco Gerhard Berger, su compañero muchos años en McLaren, calificó al brasileño "como el mejor y más carismático piloto". "Y con diferencia. Nadie era tan inteligente, tan ambicioso y tan centrado. Y me atrevería a extenderlo a Michael Schumacher y a la generación de Sebastian Vettel y Fernando Alonso", añadió.
La muerte de Senna fue el punto álgido de un Gran Premio para el olvido. Su compatriota Rubens Barrichello salió ileso después de volar literalmente con su Jordan y chocar contra una valla en los entrenamientos del viernes. El sábado, Roland Ratzenberger murió en el que era apenas su tercer Gran Premio tras perder el control de su Simtek-Ford al quedarse sin alerón, se salió de la curva Tosa a 314 km/h. y chocó frontalmente con el muro. El domingo, el luso Pedro Lamy golpeó el Benetton del finlandés JJ Lehto en la salida y varias partes del coche llegaron a la grada hiriendo a nueve personas.
Dicen quienes lo conocían que Senna quedó muy dolido el sábado con la muerte de su amigo Ratzenberger. El día de la carrera parecía como si Senna tuviese un mal presentimiento tras dos carreras anteriores en las que salió ileso de sendos accidentes. Llegó a Ímola muy presionado por ganar. "Espero que ahora comience para mí el Mundial", dijo el brasileño antes del fatídico Gran Premio de San Marino en el que dejó huérfana a la Fórmula 1.
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