Copa del rey

Un poco da para mucho (1-1)

  • El Málaga, siempre dominado por el Deportivo, se lleva para La Rosaleda un ventajoso 1-1 gracias a las buenas paradas de Ochoa y un magnífico tanto de Camacho a balón parado .

El destino se cobra sus facturas con retraso o por adelantado. Lo de Coruña fue la devolución de una deuda pretérita o un anticipo que luego habrá que devolver, Quizá dentro de siete días dé pistas sobre cómo interpretarlo. Lo cierto es que el partido volvió a reforzar que el fútbol no es una colección de méritos, sino de goles. No se puede ganar a los puntos en la competición del KO. Si el Deportivo se pasó el partido intentando quitarse las meigas de encima, al Málaga le visitaron las musas casi sin intentos por invocarlas. El Dépor hizo mucho para llevarse poco, el Málaga hizo poco para llevarse mucho. Para recordar que los goles coperos se ponderan de otro modo, para lanzar una advertencia de cara al partido de vuelta.

La puerta de los octavos de final ha dejado una buena apertura del Málaga, que cumplió con una de las dos misiones que se encargan a los ejércitos coperos: anotar fuera de casa. Durante casi una hora de juego, la empresa era perfecta; gol y triunfo con la puerta a cero. Inexplicable para quien nunca haya visto un encuentro bajo este sistema, pero así se escriben estas eliminatorias. Sin duda, todo habría sido mucho más emocionante si se hubiera instaurado de una vez la modalidad de partido único en estas primeras rondas.

El conjunto de Víctor Fernández jugó más y mejor. Fue un equipo. Pero sólo Toché fue capaz de canjear el premio mínimo del empate. Y le costó, hasta el quinto remate no rompió el cántaro. El Málaga, ayer con muy bajo voltaje, se encomendó a dos apóstoles, Ochoa y Camacho. El equipo le dio al mexicano lo que necesitaba para al fin reivindicarse, una noche negada en defensa. Por tantos agujeros se filtraba el agua, pero el internacional se erigió como un dique para frustrar al Deportivo, que convirtió el encuentro en un córner continuo. Toché soñará con Ochoa, que en su estreno bajo palos conectó con una de las dos versiones que mostró en el Mundial: no apareció el de las palomitas, sí el capaz de repeler disparos prácticamente a bocajarro. Después de meses con su nación a la espalda exigiendo su titularidad, no podía permitirse una mala noche.

Claro que el show del mexicano fue posterior al de Camacho. Si los de Víctor Fernández acumulaban opciones a balón parado que no daban en la diana, a los diez minutos Luis Alberto sacó el guante en la primera aproximación peligrosa a balón parado. Convirtió su centro al área en un vuelo de exhibición; Camacho, claro dominador del espacio aéreo, apareció como un caza por encima de todas las cabezas y otra vez, en otro giro perfecto de cuello, definió como otras tantas veces ha hecho. Gol tempranero a domicilio, no se podía poner mejor el panorama.

Era el escenario que necesitaba también gente como Juanpi o Rescaldani, que también aparecieron como grandes novedades en un once que al final tuvo más de retoques que de revolución. Con el marcador a favor, el Deportivo volcado desde el inicio y una magnífica opción de hacer pupa a la contra, era el caldo perfecto para que jugaran más pensando en intentar cosas que en la responsabilidad de una remontada. Al venezolano a veces le pilló el choque con estampida deportivista, para el argentino fue una isla desierta.

Y entre tanto, un clínic de cómo no despejar balones. Llegaron a desesperar los zagueros blanquiazules, especialmente Rosales y Angeleri, que patearon el aire o el balón mordido en varias ocasiones. La falta de tino de los gallegos impidió males mayores, pero no permitía quitarle la etiqueta de alerta al duelo.

Ni el paso por las duchas cambió el panorama. Negados pero abnegados, los deportivistas no dejaron de intentarlo hasta que llegó su premio. En la acción más repetida del partido: córner, varios despejes sin rechazo definitivo y remate de Toché. Esta vez no hubo parada de Ochoa, que se quedó debajo del larguero para mostrar su único lunar de la noche, un defecto que históricamente le ha podido.

El tanto alivió al Deportivo y le hizo bajar el pistón, pose que aprovechó el Málaga para adelantar líneas y tener más posesión de balón, lo cual le valió más para reducir los sustos en contra que para articular acciones peligrosas. Queda la vuelta. A ella se lleva el Málaga una ligera ventaja y una seria advertencia por parte del juego del Deportivo.

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