Un debate sin respuestas

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La muerte de Morosini vuelve a crear un destello de dudas sobre la seguridad en el deporte · Las autoridades investigan el retraso de la llegada de la ambulancia

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Alberto Cagliano (Dpa) / Roma

16 de abril 2012 - 05:02

¿Por qué ocurrió? ¿Se podría haber evitado? ¿Por qué tantos casos? Las preguntas sin respuesta resuenan entre el duelo que vive Italia por la muerte del futbolista Piermario Morosini en pleno campo, el segundo caso de un deportista italiano en menos de un mes.

Morosini, centrocampista de 25 años del Livorno, murió el sábado al desplomarse a los 30 minutos del partido de la Serie B que jugaba su equipo ante el Pescara.

Una autopsia revelará hoy las causas de una muerte que no se pudo evitar con los intentos de reanimación hechos en el césped y en el hospital de Pescara al que fue trasladado. Su muerte, que provocó la suspensión de todo el fútbol en el país, es la segunda que sucede en pleno juego después de la del jugador de voleibol Vigor Bovolenta el 24 de marzo. Además, el delantero del Milan Antonio Cassano se recupera de un problema cardiaco sufrido el año pasado.

En el caso de Bovolenta, se criticó la ausencia de un desfibrilador, que al parecer también faltaba en el campo del Pescara el sábado. También se reprocha el retraso en la llegada de la ambulancia, al parecer obstaculizada en su acceso al campo por un coche de policía, algo que las autoridades de la ciudad están ya investigando, según dijo el alcalde, Luigi Albore Mascia.

Según los medios italianos, el desfibrilador sí se usó en la ambulancia, pero no en el césped, donde los médicos realizaron una infructuosa reanimación manual.

Pero el alcalde Mascia defiende que se habían adoptado todas las medidas: "En el estadio estaban listos tres desfibriladores".

En diciembre de 1989, el desfibrilador salvó al centrocampista de la Roma Lionello Manfredonia, que sufrió un ataque al corazón. "Fue un episodio similar al mío", recordó el ex jugador. "Yo tuve mucha suerte, había una ambulancia cerca con un desfibrilador".

La habitual búsqueda de culpabilidades la zanjó Leonardo Paloscia, el cardiólogo que trató en el hospital a Morosini: "No había nada que hacer ni en la cancha ni en el hospital".

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