Málaga c. f. | Cádiz · la crónica

Un empate mucho mejor que el poso que deja

  • Imposible El Málaga fue incapaz de superar a un Cádiz entregado desde la expulsión de Bezares Factible Una victoria el próximo domingo en Motril y una derrota de la Real Sociedad en Mendizorroza significarían el ansiado ascenso

Quedan dos jornadas, seis puntos en juego, y el sueño del ascenso, pese al empate con el Cádiz, permanece con toda la fuerza, pues el Málaga firma su cuadragésima jornada en la zona noble de la clasificación. El próximo domingo en Motril el conjunto blanquiazul puede volver a Primera División. No depende únicamente de ellos, que, además de vencer al equipo ahora entrenado por Marcos Alonso, necesitan que la Real Sociedad caiga en Mendizorroza ante el Alavés, desde hoy adorado y desde que pasara Dimitri Piterman inmerso en serios problemas y con el yugo del descenso apretando.

Lo que sí que estaba en su mano era dar un paso firme al frente ante el Cádiz, al que el este resultado y las victorias de Xerez y Albacete le meten en serios problemas y tendrá que ponerse las pilas frente al Sevilla Atlético y el Hércules, sus dos últimos rivales en este campeonato. Al final, pese al dominio constante, incluso aterrador e infructuoso desde que los amarillos se quedaron con diez tras la expulsión de Bezares, lo que se pudo dar fue un pasito adelante. Este nuevo punto sumado, bien analizado, es mucho mejor que el poso que ha dejado, sobre todo al ver que el Cádiz había tirado la toalla.

Con las baterías totalmente cargadas salió y acabó el Málaga un partido que venía acompañado por el recelo de que los tres anteriores en La Rosaleda habían finalizado en derrota. Parece que este gafe se resiste y que la presión de no defraudar a los suyos atenaza al equipo más que en las salidas. Algo casi de psicólogo en el plano mental, que no en el físico y táctico, donde la falta de un verdadero referente arriba se dejó notar.

La comunión entre equipo y afición, que casualmente ante el Cádiz la temporada pasada brilló especialmente -ese día se logró la salvación-, venía debilitada. Una gran ovación, símbolo de que al fin todo el mundo tiene la certeza de lo que hay en juego, recibió al equipo nada más saltar a calentar. Y la fiesta en la que se convirtió la grada sólo pudo pararla el excesivo ritmo que cogieron los latidos de los corazones blanquiazules cuando veían que, en la prolongación, su equipo llegaba y no marcaba. Fue el único silencio, el de la ansiedad.

Enfrente estuvo un Cádiz sorprendente y revolucionado en el debut de Julián Rubio en el banquillo. Un Cádiz con mucha artillería arriba, pero desplazada a las bandas. Un Cádiz que aguantó como pudo un envite del que se despidió cuando su pulmón fue expulsado. Un Cádiz que apenas se acercó a Goitia y en la segunda parte ni lo probó.

Y es que todo parecía estar perfectamente preparado para que se prolongara esta semana el noveno aniversario del último, y único, ascenso del Málaga C. F. a Primera División. Con protagonistas incluidos. Uno de sus grandes artífices, Valcarce, ha vuelto. El otro que queda en la plantilla, Sandro, se pasó casi todo el partido de pie desde el banquillo dando órdenes. Hasta fue amonestado por un horrible Pérez Lima, que nada quiso ver en el área cadista. Y en la grada, con su atuendo malaguista, "la blanquiazul", como él dice, lo vivió intensamente el goleador ante el Terrassa, Pablo Guede, quien vivió el choque, junto a su hijo y algunos familiares, con una pasión especial. Seguramente viendo que el partido estaba roto y que la inclusión de Eliseu en el mismo no resultó lo que el equipo necesitaba.

Quedan dos jornadas, seis puntos en juego, y el sueño del ascenso hoy está más cerca que ayer. El próximo domingo en Motril el Málaga puede volver a Primera División.

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