"La gente me ha valorado mejor de lo que yo pensaba"

Cinco días después de anunciar el final de su carrera deportiva, el malagueño afronta hoy el primer día de su nueva vida · "Soy un privilegiado, por lo que he vivido y por lo que me queda por vivir", asegura

Nacho Rodríguez posa en la redacción de 'Málaga Hoy' delante de dos instantáneas de su etapa como jugador del Barcelona y el ViveMenorca.
Nacho Rodríguez posa en la redacción de 'Málaga Hoy' delante de dos instantáneas de su etapa como jugador del Barcelona y el ViveMenorca.
Nacho Rodrigo / Málaga

15 de septiembre 2008 - 05:02

Nacho Rodríguez es a partir de hoy Ignacio Pablo Rodríguez Marín. El pasado miércoles anunció el fin de su trayectoria deportiva en una emotiva rueda de prensa pero no será hasta hoy cuando afronte el primer día de su nueva vida. Sus esfuerzos se dirigen desde hoy a gestionar el Patronato de Deportes del Ayuntamiento de Torremolinos. Sin embargo resulta inevitable seguir rememorando el pasado.

-Ha pasado poco tiempo desde que anunció su adiós pero, ¿se siente ya como un ex jugador?

-Todavía no me ha dado mucho tiempo para asimilarlo debido a la cantidad de llamadas que estoy recibiendo de amigos y periodistas. Estoy muy contento por todas esas muestras de cariño.

-¿Le ha sorprendido alguna de esas llamadas?

-Tengo muy buena relación con Pau [Gasol], sé que hizo gestiones para intentar venir a mi despedida y el hecho de que me llamara nada más terminar la rueda de prensa me hizo mucha ilusión. He compartido con él muchas cosas, estaba con él cuando nadie le conocía, le he apoyado mucho y sé que me tiene mucho aprecio. Pero han sido muchas llamadas. Ahora es cuando soy consciente de todo lo que he hecho durante estos años, algo que cuando estás jugando no te das cuenta. La gente me ha valorado mejor de lo que yo pensaba.

-¿Cómo se siente cuando se levanta por las mañanas y ve que no tiene que marcharse a entrenar?

-Contento. En algún momento, cuando leo la prensa y veo los partidos de pretemporada me entra un poco de mono, pero estoy contento porque he cumplido una etapa muy feliz y ahora debo afrontar otra.

-Estos últimos días ¿le ha podido más la morriña de jugar o la ilusión por la nueva etapa?

-La ilusión por mi nueva etapa. Me levanto cada día con esa idea en la cabeza. He cumplido una etapa y voy a intentar aplicar todos los conocimientos que he adquirido en mi vida como jugador en el mundo de la gestión. Soy un privilegiado, por lo que he vivido y por lo que me queda por vivir.

-Maristas, Unicaja, Barcelona, Alicante, Menorca, Valladolid. ¿Con qué se queda de cada uno de los clubes en los que ha estado?

-Maristas fue mi debut como profesional, el darme cuenta de lo que era eso, fue el contacto con el profesionalismo y el enseñarme un camino. Unicaja fue la confirmación, fue la época de conseguir éxitos, la del boom del baloncesto en Málaga, creo que ahí pusimos la semilla de lo que es hoy en día el Unicaja. Barcelona fue ver cumplido mi sueño, el luchar por títulos y ganarlos y la razón por la que me marché. La época de Alicante fue el demostrarme que todavía podía seguir jugando a nivel profesional y los dos últimos años, el hecho de luchar por no descender, que tiene el mismo mérito que hacerlo por un título.

-Después de 20 años ¿se explica cómo un equipo de colegio como Maristas fue capaz de llegar hasta la ACB?

-Actualmente sería impensable. Todo está mucho más profesionalizado. Lo que hicimos tuvo muchísimo mérito. Ascender y estar varios años estando con los mejores fue muy grande. Si se lo cuentas hoy a alguien que no viviese esa época no se lo creería. Es impensable que a día de hoy un equipo de colegio pueda llegar a la ACB.

-¿Qué recuerdos guarda de la rivalidad con el Caja de Ronda?

-Muy buenos. Fue algo muy positivo. Eran dos clubes con filosofías diferentes que crearon un gran ambiente de baloncesto en Málaga. Lo que pasa es que llegó un punto en el que se había creado una gran estructura de baloncesto y no tenía sentido que continuase, sino que había que aunar esfuerzos para estar en la élite.

-¿Cómo vivió la fusión?

-Muchos jugadores y entrenadores de Maristas entraron en Unicaja. Cada uno aportó lo suyo. Se ha demostrado que fue un acierto porque aunque la Caja era la que ponía el dinero se ha demostrado que había gente de Maristas muy válida que acabaron trabajando en Unicaja. Había que hacer un equipo fuerte y se hizo.

-Y tres años después llegó la final con el Barça.

-Ahí se vio que fue algo positivo. Sirvió para acallar las dudas que aún existían.

-Por cierto, vaya final.

-Ha sido uno de los mejores momentos de mi carrera. No sólo la final, sino las eliminatorias con el TDK y el Estudiantes. Recuerdo el recibimiento de la gente cuando llegábamos a Málaga. Fue un acontecimiento social para la ciudad. Creo que hubo un antes y después de aquello, tanto para Unicaja, que a partir de ahí invirtió más dinero, como para el baloncesto español, porque nunca un equipo así había plantado tanta cara a los grandes. Fue un punto de inflexión.

-Sirvió también para iniciar una rivalidad que aún dura con el Barcelona, precisamente el equipo en el que usted continuó su carrera. ¿Qué se encuentra cuando llega allí?

-Que todo era muy grande, mucho más profesional. La calidad de los jugadores era mucho mejor, me di cuenta de que debía hacer un esfuerzo a todos los niveles para jugar con ellos y para ser un jugador de un equipo que aspira a todo. Con trabajo lo conseguí y me gané el respeto. Te das cuenta que todo el mundo va contra el Barça y el Madrid, que para todos los equipos es una final jugar contra estos equipos. Te das cuenta de lo que es la presión de un equipo que tiene que ganar todos los días. Era perder dos partidos y ya había crisis. Recuerdo que en uno de mis primeros partidos en el Palau fallé un triple estando solo y escuché el clamor de la gente. Ahí me di cuenta de la presión del Barça. Me dije "está camiseta quiere decir que si te quedas solo tienes que meterla".

-Se fue a por títulos y tuvo una buena recompensa (cuatro Ligas, dos Copas, una Copa Korac y una Euroliga).

-Sí. No suelo mirar números y estadísiticas pero cuando en un equipo grande un jugador está seis años es por algo. Yo estuve allí desde los 28 años hasta los 34, seis temporadas en las que conseguimos cuatro títulos de Liga. Creo que aporté mi granito de arena a esos títulos.

-¿De cuál guarda un mejor recuerdo?

-La Copa Korac, que fue el primero, me hizo muchísima ilusión. Teníamos que remontar 16 puntos en casa con el Estudiantes. Ahí me di cuenta de lo era la presión del Palau, un pabellón que se crecía en los paridos importantes. En esos seis años perdimos muy pocos partidos importantes en casa. Recuerdo el quinto partido de la final de 2000 con el Madrid, por ejemplo, pero no muchos más. Remontar 16 puntos en una final para ganar mi primer título fue algo muy bonito.

-Una de las imágenes que quedan en la retina de su etapa como barcelonista fue aquel empujón a Djordjevic cuando éste celebraba en el Palau la Liga de 2000 ganada por el Madrid.

-Nunca la he visto en televisión. Es algo de lo que no estoy ni arrepentido ni orgulloso. Me salió en aquel momento. Estuve algunos días triste por lo que pasó pero hay que verse en esa situación. Había sido un partido muy caliente y creía que en ese momento no era adecuado que un ex barcelonista saliese a celebrarlo de aquella manera. Soy un jugador de sangre caliente y lo doy todo por mis colores. Además no fui a buscarlo, sino que me lo encontré haciendo ese gesto, que no era nada oportuno. De todas formas he hablado alguna vez con él sobre aquello y no hay ningún problema.

-Durante su etapa como blaugrana llegaron al primer equipo Juan Carlos Navarro y Pau Gasol. ¿Intuía que podrían llegar a ser tan buenos?

-Se veía que eran diferentes por el desparpajo que tenían a la hora de entrenar con nosotros, sobre todo Juan Carlos, que estaba más con el primer equipo. Se veía que si se le daba confianza podía ser un grandísimo jugador. Eran jugadores que, cuando llegaban los partidos, hacían lo mismo que en los entrenamientos, con mucha naturalidad y tranquilidad. Eran diferentes al resto de jugadores.

-¿Por qué decide continuar con su carrera y marcharse a Alicante?

-Tuve dudas porque el Barcelona me ofreció trabajar con ellos en su estructura deportiva con un buen contrato y lo estuve pensando. Me ofrecieron varias posibilidades. Estuve a punto de cogerlo pero me salieron algunas ofertas interesantes y decidí que todavía me quedaba cuerda para rato. Quería seguir disfrutando del baloncesto y no me arrepiento.

-La primera temporada allí fue extraordinaria.

-Fue un gran año. Parte de los éxitos de un equipo se deben al vestuario que se haga. Y en Alicante era muy bueno. Había muy buena sintonía. El segundo año, ni el club no los jugadores supimos asimilar ese éxito. No estábamos preparados para jugar en Europa y seguir ahí arriba. Así ocurrió lo que ocurrió, que casi descendemos.

-Y de Alicante a otros dos equipos, Menorca y Valladolid, cuyo objetivo era el de no descender. ¿Vivió allí la otra cara del baloncesto?

-Totalmente. He aprendido mucho de estos dos años. No descender tiene casi más mérito que ganar un título porque hay muchos sentimientos e ilusiones detrás que dependen de tu juego y de que tu equipo no baje. Sabía a lo que me exponía y lo único desagradable ha sido el descenso con el Grupo Capitol.

-¿Se aprende más de las derrotas que de las victorias?

-Se dice que en la vida se aprende más de las personas en los malos momentos, que se les conoce mejor. Y en el deporte es igual, te das cuenta cómo son las personas, lo que aportan al grupo, si son egoístas.

-Hablemos de la selección. ¿Se siente en parte culpable de la familia en la que se ha convertido hoy día?

-Me siento orgulloso y partícipe del cambio que se produjo a mitad de los 90. Cuando llegué, había compañeros de la selección que me llegaban a decir que no entrenara tan fuerte. No había mucha relación entre los nuevos y los veteranos y eso no hacía grupo. No era lo que yo había aprendido e intenté aplicarlo en el Barcelona con Navarro y Pau, que se sintieran como uno más, tal y como a mí me lo enseñaron en Maristas gente como Paco Aurioles o Jesús Peña. Ellos me trataban como uno más y me ayudaban constantemente. Lo apliqué en el Barça y después, en la selección. Ahora veo que Ricky llega y todos le respetan, o que Rudy juega más que Navarro y no hay ningún problema. Y eso me alegra. Estoy muy orgulloso de que sea así y de que predomine el éxito del grupo.

-Las dos platas europeas, (Francia'99 y Turquía'01), ¿le dejan satisfecho?

-La gente se queda con eso pero en el 98 quedamos quintos en el Mundial de Grecia y en Indianápolis 2002 pasó lo mismo. En esa selección nos faltaba el talento de la generación de ahora. Éramos un equipo de currantes, de jugadores de equipo, pero con menos talento.

-Tras 20 años de carrera no hay casi nadie que hable mal de usted. ¿Qué le dice eso?

-No lo sé. Siempre he intentado ser el mismo, desde que debuté con 18 años hasta que he anunciado mi retirada. Siempre he intentado ser honesto, trabajador y estar al lado de todo el mundo, ya sea un entrenador, un compañero, un rival, un árbitro o un periodista. A veces habré fallado pero siempre he sido el mismo y he mantenido la ilusión durante estos 20 años.

-¿Qué calificativo le pondría a su carrera?

-Satisfactoria. Creo que he sido un profesional trabajador.

-¿Qué se ve haciendo dentro de diez años?

-Me gustaría estar ligado al deporte y al baloncesto.

-Le pongo en un aprieto. Hágame un quinteto con jugadores con los que haya compartido vestuario.

-Jasikevicius de uno, Navarro de dos, Babkov de tres, Ansley de cuatro y Pau [Gasol] de cinco.

-Y lo dirigiría..

-Cualquiera de los entrenadores que he tenido. De todos he aprendido algo.

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