Una locura por amor
Tras largas horas de viaje, los malaguistas invadieron Oporto por completo El resultado no acompañó y bastantes seguidores entraron tarde al partido
El fútbol suele llevar a cometer actos tildados de locura para el que vive ajeno al balón. Actos como el de tres tipos que emplearon casi medio día para ir desde Málaga a Oporto en su moto. O el de todos aquellos que viajaron de madrugada en autobuses, furgonetas o coches particulares para no perderse el, hasta el día 13 de marzo, partido más importante de sus vidas. Y para amasar un recuerdo que ni siquiera la mala memoria les podrá arrebatar. Desde el que tuvo la suerte de viajar en el chárter del club hasta el que apuró a los vuelos de última hora a bajo coste para no perderse la cita, una pequeña Rosaleda se armó en Do Dragao. Como en Atenas, Bruselas o Milán, se hicieron sentir en la grada y la ciudad. El resultado no dio merecida recompensa a tales locuras.
Sergio, Antonio, y Javier, halcones callejeros sorteando inclemencias por la carretera, de noche y de día, afirman con toda calma que fue "un viaje algo largo pero tranquilo". Con asientos bien equipados, marcando etapas a sus anchas, descansando y disfrutando de la gastronomía de los pueblos del camino. Se ducharon y descansaron en su hotel para exprimir la ciudad y coger con ganas el encuentro. Su viaje de vuelta, que comienza hoy, les llevará a parar también en otros parajes del camino. Sin prisa por volver. Como opina la mayoría de los expedicionarios que realiza este tipo de desplazamientos, "al final el fútbol es la excusa". Aunque anoche no lo fue. Fue otro día señalado en la joven pero intensa historia del Málaga.
La excentricidad de Daniel y Javier, hermanos ellos, tuvo nocturnidad y autobús. Recorrer las faldas del Atlántico en asientos incómodos fue idea del primero de ellos, que arrastró al otro, seguramente porque si lo hubiera pensado en frío, no habría adquirido uno de los paquetes que la agencia del club, Halcón Viajes, ofertó con entrada y desplazamiento, y no fueron los únicos en quejarse por el incómodo trayecto. Con cánticos corales, todo el avituallamiento que se pudieron llevar, algún sueño intermitente y, sobre todo con mucha paciencia, cambiaron la noche malagueña por el amanecer de Oporto antes de sentarse y disfrutar de su aventura en Do Dragao. Apenas sin tiempo para mascar el resultado, volvieron a emprender la ruta inversa.
El concepto de aventura igualmente lo experimentaron José, David, Baro y Samuel, los cuatro miembros de una autocaravana decorada con bufandas blanquiazules que llegó ayer al mediodía, quedó aparcada en el hotel aledaño al estadio e hizo contraste con los utilitarios que le rodeaban. Estos cuatro malagueños llegaron llenos de energía y descansados gracias a que llevaban encima todo lo que necesitaban salvo la ducha. "Ha sido muy ameno viajar así, una gran idea".
Enrique y Antonio, por separado, cada uno con sus amigos, representan a los que se dieron la paliza en sus coches para llegar a lo largo de la mañana. "Felices, porque lo hacemos por nuestro Málaga", es la justificación. También hubo quienes, como Antonio, otro Antonio, decidieron parar a pernoctar en Albufeira la noche anterior para llegar más descansados al partido. Otros no negaban el cansancio, ni en sus palabras ni en sus rostros. Pero ellos fueron los que vivieron más intensamente el duelo.
Borja, emigrante malagueño en Londres, no dudó en beneficiarse de las múltiples posibilidades aéreas que ofrece la capital británica para enlazar con Portugal. Se agenció un avión barato y estuvo lunes y martes para dar continuidad a una secuencia de viajes que le ha llevado a ver el Málaga en Champions "tanto en La Rosaleda como a domicilio".
En caravana, en moto, en coche, en avión, pero todos con dos puntos de confluencia: Do Dragao y la Plaza de la Libertad. Aunque algunos apuraron la mañana en su habitación de hotel para descansar por haber ido a conocer la ruta nocturna de Oporto, raro fue no toparse por los barrios centrales de la ciudad con malaguistas haciendo gala de ello. A las 12:00 estaba convocada otra quedada más en la plaza céntrica de la ciudad de turno, así ocurrió en sitios señalados de los anteriores viajes. Esta vez no iba a ser menos. Aunque ya desde primera hora de la mañana el hormigueo blanquiazul se dejó sentir. El retrato estándar fue el de gente abrigada con la bufanda del Málaga al cuello. Y, aunque no se viera, con la elástica del equipo debajo del jersey. Pero también se hicieron notar un grupo de aficionados vestidos de jeques blanquiazules, un torero y gente con pelucas blanquiazules. Entre ellos camuflados y disfrutando, gente como Fernando Puche, Federico Beltrán o Daniel Pastor. Allí, durante una hora y media porque a medida que llegaban autobuses se iban incorporando a la plaza, se entonaron los clásicos vítores de Martiricos. Se llegó a jugar al fútbol incluso. Más de mil personas desfilaron por allí para dejar claro que el malaguismo tiene otra sede más en Europa. Y deseando que no sea la última.
Ya en los alrededores de Do Dragao, la reventa hacía su aparición, vendiendo entradas casi a precio de coste (30 euros cuando el valor es de 20). Todo empezó a torcerse en la entrada de los aficionados, en la que hubo bastantes problemas y cierto caos. El mismo que reflejó el Málaga en el terreno de juego, superado en todos los aspectos.
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