Una marcha para reflexionar

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La emigración del malagueño Rubén Guerrero a Estados Unidos acabada su etapa junior deja la idea de la dificultad para consolidarse en el primer equipo de los jugadores locales

Rubén Guerrero, durante un partido del Clínicas Rincón en la última temporada.
José Manuel Olías Málaga

23 de junio 2013 - 05:02

Cuando se pregunta en el seno Unicaja por la creciente presencia de jugadores extranjeros en la cantera, fenómeno ni mucho menos exclusivo del club malagueño, se suele razonar que lo que se busca fuera es lo que no hay aquí: centímetros. Hay o hubo jugadores balcánicos, brasileños o africanos en Los Guindos que sí poseen esa característica: rozan o pasan los 210 centímetros. Sucede que ayer este periódico desvelaba la marcha del jugador malagueño más alto que ha pasado jamás por Los Guindos, Rubén Guerrero. El marbellí (17 años y 211 centímetros) emigra a compaginar estudios y baloncesto en Estados Unidos, en Kansas.

El Unicaja realiza un ímprobo trabajo de cantera, con una inversión que se acerca a los dos millones de euros para mantener una estructura y unas instalaciones que son la envidia de muchos clubes de Europa. Desde China, incluso, se ha venido a estudiar métodos de entrenamiento y funcionamiento. Existen numerosos jugadores que nutren habitualmente a selecciones nacionales y entrenadores bien valorados fuera. Por ejemplo, esta temporada el Unicaja ha sido quinto, segundo y sexto, respectivamente, en los Campeonatos de España junior, cadete e infantil. Y el Clínicas estuvo a un tiro libre de ascender a Adecco Oro.

La marcha de Rubén Guerrero, sobre el que el Unicaja seguirá teniendo sus derechos para jugar en España, lleva a la reflexión, no obstante. Guerrero estuvo las tres últimas temporadas, dos de junior y una de cadete, becado en Málaga, en los últimos tiempos en la residencia del Centro Cívico de la Diputación, con la que existe un convenio para dar alojamiento y manutención a una veintena de jóvenes de distinta procedencia a pocos metros de Los Guindos.

La apuesta por jugadores extranjeros que ofrecen características morfológicas distintas a los locales genera cierta controversia entre estos y sus familias. Mientras los foráneos reciben un sueldo, menor o mayor según edad o capacidad, a los nativos no se les paga. Los malagueños, por ejemplo, no firman contrato profesional ni reciben contraprestaciones económicas, salvo alguna excepción muy puntual, hasta que acaban su etapa junior, el caso que ahora vive Rubén Guerrero, que estos días se concentra con la selección sub 18 para preparar el Europeo de la categoría. Él sí tenía esa beca de residencia, cierto es. Finalizada esa etapa el Unicaja suele ofrecer un contrato tipo de uno a tres años, con particularidades según potencial, con cantidades crecientes o bonus por ir progresando en la escala. La sensación entre el baloncestista local y su entorno es que se apuesta más por el jugador de fuera.

A Alberto Díaz, por ejemplo, sí se le firmó un vínculo de dos años más dos opcionales una vez debutara de la mano de Luis Casimiro con el primer equipo. Debutó sin contrato. El mismo que se firmó a Dejan Todorovic, pero éste sí cobraba en su última temporada junior. O el que se le hizo a Abrines antes de que fuera MVP del Europeo sub 18, éste de los especiales, para que un año después, tras su explosión en ACB, se marchara al Barcelona, cuitas mediantes con su agente, Igor Crespo.

Guerrero comenzó la temporada jugando con el Clínicas Rincón. Francis Tomé le alineó, incluso, como titular en no pocos encuentros con 16 años aún. Su rendimiento hizo que se acordara entre los diferentes estamentos del club, donde Guerrero estaba (y está) considerado un proyecto del máximo nivel, que bajara para estar a tiempo completo con el equipo junior dirigido por Manolo Trujillo, algo que ayudaría a su estabilización. Allí tuvo prestaciones buenas en varios torneos. Se le tenía sitio reservado a Guerrero para disponer de minutos la próxima temporada con el Clínicas. Ahora habrá que seguir desde la distancia su evolución en Estados Unidos.

¿Qué lleva a un chaval malagueño con mucha proyección a un paso del primer equipo [se entrenó, de hecho, la pasada pretemporada] a marcharse? Es innegable lo atractivo de la oferta de una beca en Estados Unidos, no sólo para Rubén sino también para su hermano Adrián, dos años menor. "Va a ser un fenómeno creciente. Antes en LEB se podía vivir del baloncesto y más o menos estudiar. Con la crisis ya no da para vivir. Y una beca de Estados Unidos te da una carrera y un idioma. Si no hay seguridad de jugar en ACB, se emigrará. Será complicado pelear con eso", dice una voz autorizada en el baloncesto nacional. Ya en los 90 hubo una avanzadilla de jugadores muy prometedores españoles (Rodrigo de la Fuente, Iker Iturbe o Ricardo Peral) que marcharon a jugar a distintas universidades.

Otro cantar es la dificultad creciente que hay en el Unicaja para consolidarse en el primer equipo, para rentabilizar esa apuesta (no sólo competitiva, cierto es, sino también formativa con cientos de niños) por la base. Lima, ahora Kuzmic, son los dos últimos productos de Los Guindos arriba. Para encontrar al último malagueño con cierta regularidad hay que remontarse a Alfonso Sánchez. El temor es que la senda abierta por Rubén Guerrero pueda ser tomada por más jugadores. Domas Sabonis ya es cortejado desde Estados Unidos y es posible que la próxima temporada también emigre. Una fuga para reflexionar.

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