En esto que el año ha empezado con un tonto paso trastabillado para Barcelona y Real Madrid, se lleva el protagonismo de la jornada un Mallorca que vuelve a encarnar el milagro del fútbol. Aupándose a puestos de Champions nada más y nada menos con todo lo que tiene de puertas para dentro y desafiando esa obligada solución que cada año constituye tener que desprenderse de lo poquito que tiene, el árbol de Gregorio da más manzanas que nunca.
El equipo balear, con 8 encuentros consecutivos ganados en el que es posiblemente el estadio más frío de España, ha logrado superar el mejor arranque liguero de su historia en cuanto a puntuación después de 16 jornadas disputadas, con una salvedad que da una muestra del ritmo infernal del actual campeonato. Los 30 puntos que ha sumado bajo la sapiencia de Manzano sólo le dan para estar cuarto clasificado, empatado a puntos con el Sevilla. El Mallorca de Héctor Cúper, que acabó tercero en la temporada 98-99, era líder a estas alturas de la campaña con 29.
un lío de club
Y todo en el seno de una entidad que está para tirarse de los pelos. Con una deuda de más de 60 millones de euros y con Mateo Alemany otra vez controlando el club, aunque buscando un comprador después de haber tenido que coger de nuevo las riendas tras una frustrada y maquiavélica venta invalidada con una treta judicial, se entiende que cada verano la afición tenga que ver cómo vuelan sus mejores hombres, seis o siete jugadores básicos no ya en la plantilla, sino en el once titular. Si este año fueron Arango, David Navarro, Cleber Santana, Jurado, Moyà y Scaloni, hace dos temporadas fue incluso más grave: el pichichi Güiza, Fernando Navarro, Jonás Gutiérrez, Ibagaza...
Manzano, que ya ganó una Copa hace seis años antes de dar el salto a Madrid -algo que no olvida y que quiere repetir con más suerte-, tienen tan controlado el sistema de trabajo en la isla que se permite hacer historia y no importarle que no acaba de ser querido en Palma. La afición no le perdona al jiennense que le tire tanto la capital y que le encante dejarse ver cada dos por tres por el Asador Donostiarra y otros imperios gastronómicos de fuste en Madrid. Sus números son de vértigo con un equipo cogido con alfileres. Engullido ya el récord de puntos de Cúper, su nuevo reto es desbancar a Luis Aragonés, que llegó a los 71 puntos en la temporada 2000-01 (también tercero) y mantiene el honor de haber llevado al Mallorca a la mejor puntuación de su historia.
Y se da la circunstancia de que no puede decirse que, por ejemplo, los ocho triunfos consecutivos como local -algo jamás logrado en Mallorca- los haya conseguido el equipo de Manzano al calor de su público. Si Son Moix, con sus anchísimas pistas de atletismo y sus lejanísimas y abiertas gradas, ya de por sí es un estadio frío y distante, en la actual temporada está registrando la peor entrada de los últimos años. La asistencia al estadio ha bajado su media de 17.000 personas por partido a apenas 12.000 en algunas jornadas y su masa social es la más baja también de la contemporaneidad, unos 13.900 socios.
¿miedo a europa?
Y lo que suele pasar en estos casos es que los gestores le temen como una vara verde a los campanazos deportivos. La venta el pasado agosto al grupo Safín, del empresario madrileño Martí Mingarro acabó como el rosario de la aurora y los rumores sobre posibles compradores llegan a las redacciones de los periódicos casi tan a diario que ya no tienen un mínimo de credibilidad. Empresarios qataríes, uzbekos, británicos, el dueño de RedBull... han sonado como posibles abejas al olor de esta miel que quién sabe si puede ser dulce o amarga de lograr una clasificación para Europa. Los presupuestos actualmente no se pueden cuadrar si no es con ventas de futbolistas cada año y es que los sueldos, interesadamente filtrados todos -hasta de los utilleros-, son tan altos que hasta parece una barbaridad el de Manzano, un millón ochocientos setenta y cinco mil euros. ¿Merecidos o no?
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