Una orquesta coral dirigida por Messi

Guardiola consolida el ciclo de un grupo liderado por el astro y huérfana de egos

Messi y Xavi Torres.
Messi y Xavi Torres.
Alberto Bravo (Dpa) / Barcelona

12 de mayo 2011 - 05:02

De Víctor Valdés a Lionel Messi, el Barcelona sublimó esta temporada el valor de un grupo por encima de las individualidades para obtener su tercer título consecutivo de la Liga española.

Desde luego, Messi es la cabeza más visible de este Barcelona campeón, el hombre que acapara la mayor parte de los focos. No en vano, este año fue galardonado con el Balón de Oro por segunda temporada consecutiva.

Pero, precisamente, este premio permite comprobar hasta qué punto el Barcelona es una orquesta coral. Porque el argentino tuvo como finalistas a dos compañeros más: Xavi y Andrés Iniesta. Incluso muchos analistas se sorprendieron con el hecho de que Messi fuera el galardonado por delante de los dos españoles. Pep Guardiola, técnico del Barcelona, consiguió que todos sus futbolistas se sintieran partícipes de los triunfos del equipo esta temporada.

Messi volvió a llenar los ojos de los espectadores con jugadas imposibles y se consagró como un goleador mortífero. Hasta la fecha, hizo 52 tantos en 54 partidos y añadió la nada despreciable suma de 23 asistencias de gol.

En la otra parte del campo se situó Víctor Valdés, disparado hacia un nuevo trofeo de arquero menos goleado en la Liga española con una media cercana a medio tanto por encuentro encajado.

Mientras, la temporada afianzó el peso que tiene en el equipo la medular compuesta por Sergio Busquets, Xavi y Andrés Iniesta, quienes aguantaron en plenitud física el peso de una campaña tan llena de encuentros exigentes.

En la zaga, Gerad Piqué volvió a cumplir una temporada excepcional, aunque sufrió más de lo pensado con las largas ausencias de Carles Puyol.

Precisamente, el capitán del Barcelona confirmó durante tantas ausencias que su papel en el equipo es más que relevante y las derrotas del Barcelona coincidieron con sus ausencias. Por omisión, Puyol acrecentó su papel en el plantel.

Por su parte, Daniel Alves evidenció su peso en el conjunto ofreciendo su gen competitivo, aunque eso le costara ganarse el odio de numerosas aficiones de España. Pero cualquier equipo siempre agradece contar que ejerza de chico malo.

Guardiola también consiguió que cada jugador aceptara su rol en el equipo, instando a la paciencia y al trabajo para superar momentos menos buenos.

Tal fue el caso del argentino Javier Mascherano, quien pasó de tener un papel marginal en el grupo a ayudar decisivamente en el tramo final con sus buenas actuaciones como central.

Al tiempo, el Barcelona encontró a una especie de líder espiritual en la figura de Eric Abidal. Imprescindible para Guardiola, el francés tuvo que superar en marzo una operación de un tumor cancerígeno y regresó contra todo pronóstico para ayudar a su equipo a conquistar los títulos. El tipo de detalle humano que siempre gusta asociar a cualquier éxito.

Dentro del irreprochable nivel exhibido por el Barcelona esta temporada, también quedaron algunas dudas, principalmente las generadas por la elección de un plantel tan corto.

Así lo decidió Guardiola a comienzos de temporada y la utilización de Mascherano como central o de Puyol como lateral izquierdo sólo revelaron las carencias de la plantilla para cubrir ciertos puestos. Un aspecto en el que pensar para la temporada venidera.

Además, David Villa vivió una campaña muy irregular y no hubo la aparición fulgurante de una nueva estrella surgida desde la cantera. Aunque Tiago Alcántara sí ofreció detalles que invitan al optimismo.

El Barcelona consolidó un ciclo y Guardiola consiguió que el equipo se impusiera a cualquier individualidad. En este sentido, el técnico contó con la inestimable ayuda de Messi, la estrella más antiestrella del fútbol mundial, un jugador que no entiende de egos. Como el propio Barcelona.

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