El puzle del resucitado Cristóforo

La vida para Sebastián Cristóforo ha virado de forma abrupta en las últimas semanas. De no entrar prácticamente en las convocatorias ha pasado a ser clave en un Sevilla que continúa poco a poco escalando posiciones en la tabla. Tanto ha crecido la figura del centrocampista uruguayo, que el equipo de Nervión no se plantea su marcha, cuando hace apenas un mes la salida de Cristóforo parecía un hecho. El Málaga se interesó por él, toda vez que se adaptaba al perfil de futbolista que tanto Arnau como Gracia requieren para un mercado tan difícil como el invernal, pero la realidad es que el uruguayo será rival de los blanquiazules el sábado.

La relación entre Cristóforo y el Málaga parecía ir cumpliendo todos los plazos para acabar fructificando en un fichaje. De un lado, un jugador que no cuenta con minutos y no quiere perder su tren de ser importante en el fútbol europeo. De otro, la imperiosa necesidad de reforzarse de un equipo que, cuando se produjeron los contactos, aún no había sacado la cabeza de la zona peligrosa de la tabla.

Se da la casualidad que el agente de Cristóforo es el empresario uruguayo Paco Casal, el mismo que representa al Chory Castro. De hecho, Casal es uno de los agentes con mayor volumen de negocio del mundo futbolístico. Por supuesto, Casal trabaja desde hace muchos años con el mercado español, siendo el representante, entre otros, del central del Atlético Godín.

La historia no queda ahí, ya que el empresario uruguayo cuenta con José Luis Zalazar, padre del canterano Kuki, como enlace en territorio español. De hecho, se podría decir que El Cabeza, como se le conocía futbolísticamente, es la mano derecha de Casal. "Estar con Paco ya es una responsabilidad demasiado grande, pues es el mejor representante del mundo", confesaba hace unos años Zalazar.

Estas relaciones cruzadas llevaron a más de uno en las oficinas de La Rosaleda a relamerse por lo factible de las negociaciones con Cristóforo. El motivo es que Arnau, otrora coordinador de la cantera malaguista junto a Manel Casanova, tiene un excelente trato con el padre de Kuki Zalazar. Arnau siempre ha visto en el joven delantero a un futbolista con talento y al que el club debía pulir para convertirlo en una estrella. La presencia de Arnau en los partidos de los equipos de la cantera le llevó a entablar más de una conversación con el ex jugador del Albacete.

Con todos estos argumentos, la posibilidad de que Cristóforo acabara vistiendo la camiseta del Málaga crecía por momentos. Aunque, en esto del fútbol, todo puede variar de la noche de la mañana. En un deporte tan cambiante, un jugador puede pasar de no contar para nada a mandar en el centro del campo de un equipo con miras europeas. Llegó en 2013, después de lucir en el Mundial sub-20 en el que Uruguay fue subcampeón. El boqueroncito de Montevideo, como popularmente se le conoce en el país sudamericano, fue un habitual en los encuentros del Sevilla hasta que se rompió la rodilla izquierda en marzo de 2014. Tras siete meses de recuperación, el uruguayo volvió a recaer en enero del pasado año y tuvo que pasar nuevamente por el quirófano.

Una vez recuperado, Emery se olvidó del jugador de 22 años. La llegada de Krohn-Dehli o N'Zonzi cerraron las puertas al ex de Peñarol, que no disputó un minuto hasta la quinta jornada. También jugó en la seis y, desde ese momento, Cristóforo desapareció de las convocatorias. Diez jornadas tuvieron que pasar para que Emery, cansado de las malas actuaciones de alguno de sus jugadores, le diera un nuevo voto de confianza al uruguayo. Éste ha cumplido con creces, siendo determinante en las victorias ante el Español, el Athletic o en la ida copera ante el Betis. De estar con pie y medio fuera del Sevilla a ser la pareja ideal de Krychowiak en el centro del campo hispalense. Así es el fútbol.

Mientras tanto, el Málaga se olvida de un futbolista que tenía las conexiones suficientes para cambiar Sevilla por la Costa del Sol. El sábado, el uruguayo únicamente será un rival más.