La sangre de Camacho (1-0)

Partido perfecto del Málaga al abrigo de su medio centro para tumbar y anular al Atlético. Ante diez desde el minuto 55, el equipo no perdió la fe en la victoria, que llegó a cuatro del final.

La sangre de Camacho (1-0)
La sangre de Camacho (1-0)
José L. Malo

Málaga, 20 de diciembre 2015 - 17:47

Camacho estaba predestinado a ser líder. Lo fue en las inferiores del Atlético y en una selección sub 17 campeona de Europa con De Gea, Bojan o Fran Mérida, entre otros. Él era el alma, también el fútbol. Sin sitio en el Manzanares, donde ahora buscan un clon de Tiago sin acordarse de él, encontró en Málaga otra lanzadera. Al lado de Toulalan terminó de madurar; un corazón con canas y un ángel de la guarda rubio eran. El maño está mejorando al francés, siendo el más digno relevo. Ayer se echó a la espalda la crisis de resultados, las angustias y todos los problemas que atenazaban al Málaga. Él liberó y lideró a los demás, con él llegó el mejor torrente de fútbol de la temporada. Empezó a ganar este partido con su puñetazo en la mesa tras la eliminación de Copa y remató la faena siendo el faro que no había tenido el equipo en toda la campaña.

Desde la sangre de Camacho se explica todo. Desde la que puso en la cancha desde el primer hasta el último aliento y la que le sobró para transfundir a sus compañeros. El mérito del Málaga fue coral, sin duda, pero todo empieza a explicarse desde él. Desde su sentido táctico en una medular en la que se bastó para desactivar las trampas que pone Simeone en su centro del campo, ganando las batallas aéreas y las subterráneas. Desde su tremendo derroche físico, pese a que aún no está al cien por cien. Lo mejor que se puede decir de un futbolista es que haga mejores a los demás, justo lo que hizo el emperador blanquiazul, tan necesitado durante todo el año.

Firmó el Málaga la victoria más contundente del curso. Por la entidad del rival, por la intensidad mostrada, por la continuidad en el choque, por la porfía hasta que el tanto llegó en los minutos finales. Porque da un rearme moral tremendo antes de brindar en Nochebuena. Son sólo tres puntos los que hay de distancia con el descenso, pero en el descanso de Vallecas el equipo de Gracia estaba sollozando y conectado a su respirador; ahora se vislumbra un equipo que puede ser más de lo que ha sido, ya con la posibilidad de articular un once más competitivo y una idea lógica a la que el técnico dio continuidad tras lo bien que funcionó en la segunda parte del choque contra el Rayo. Si la eliminación copera fue un fracaso por las formas, éstas fueron precisamente sublimes en un triunfo por el que muy pocos apostaron. Si alguien duda del tamaño del bálsamo, sólo tiene que repasar la celebración del gol y del final del choque.

Camacho y Amrabat debían ser el eje sobre el que sustentar al Málaga. Por fin se puede contar con ellos sanos y dispuestos. Charles, eso sí, se suma a los créditos como tercer héroe. El máximo goleador de un equipo goleador continúa en estado de gracia. Recuerda a Catanha en su entrega y a Dely Valdés por su capacidad para desesperar en acciones fácil y lograr las inesperadas. Conviene no olvidar que es brasileño, y a estos tipos nunca hay que enterrarlos. Falló dos manos a mano en la primera mitad y convirtió en petróleo un centro de Amrabat con el retrovisor que él golpeó mal pero que Godín convirtió en gol con su despeje. Lo celebró como si fuera suyo; desde luego, mérito suyo es que no paró de correr y ofrecerse en todo el choque hasta que llegó un botín que, por extemporáneo, sabe mejor.

El choque deja muchísimos parabienes, aunque no será recordado por su calidad futbolística. Pero, ojo, el Málaga fue mejor que el Atlético, el equipo más en forma de la competición, jugando en el fango, su especialidad, y en las áreas, otra de las suertes que dominan los de Simeone y que tanto se atrancaba a los de Gracia. Con uno más desde la roja a Gabi flotaron los fantasmas del bloqueo de San Mamés, pero poco a poco se rearmó de fe el equipo hasta que llegó el premio a cuatro del final. Y no hubo que lamentar el empate porque el Málaga tiró de cholismo para meter cloroformo al choque y dar a la afición, con la que volvieron los días de gran comunión, la alegría que tanto merecían. De nuevo desde el traje del 1-4-4-2, el nuevo quórum.

En elecciones siempre triunfan todos, pero el que realmente ganó fue el Málaga, que con su líder Camacho firmó un pacto con la grada por la salvación. Ya son cuatro jornadas de Liga sin perder, siete de los últimos diez puntos en el bote y la garantía de empezar el año nuevo fuera de descenso.

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