“Barcelona posa’t guapa”
Aún de vacaciones (1-0)
Deportivo de la coruña-málaga
El Málaga regala casi todo el partido en campo del colista y vuelve de vacío Una mala entrega de Gámez originó el decisivo gol de Pizzi Buonanotte revolucionó, sin éxito, el final.
Cualquier parecido entre el equipo exuberante que tumbó al Real Madrid hace dos semanas y el que compareció en Riazor fue casualidad. Un Málaga irreconocible regaló tres puntos al Deportivo, como si aún estuviera de vacaciones y comiendo turrones. Y, sobre todo, polvorones. La consumación de la derrota fue un presente de Jesús Gámez, que dejó un balón corto a Demichelis y Pizzi, futbolista de categoría, le formó un lío al argentino, que rehusó a hacer penalti, antes de batir Caballero con un zurdazo."Error infantil", lo calificó Pellegrini al final del partido. La irrupción revitalizante de Buonanotte en el último cuarto de hora no bastó para coger siquiera un punto en Galicia. Triste bagaje.
Es posible que haya meigas en Riazor, donde el Málaga Club de Fútbol no gana nunca. El gol resultó sintomático de cómo transcurrió el partido, que tuvo detalles inverosímiles. Dos balones en el césped de manera simultánea durante 10 segundos, varias cabezas de ajo que hubo que retirar del terreno de juego en medio del duelo, un lío con el brazalete de Weligton, arrancado por Marchena en un forcejeo en un córner, que le tuvo distraído tres minutos justo cuando llegó el gol del Deportivo...
En fin, la diferencia estuvo en el hambre, la intensidad, las ganas. El Málaga, con la barriga llena tras su esplendoroso final de un mágico 2012, y el Deportivo, canino de puntos, sin ganar desde el 4 de noviembre y con un entrenador nuevo al que convencer. Las situaciones así retratan a jugadores más quizá que a técnicos. Si el Málaga iba a 50 por hora, el Deportivo marchaba a 100. Y por más que Pellegrini tenga mejor coche, el acelerador se pisa o no. Y el coruñés iba hasta el fondo.
Hubo algún momento puntual en el que el partido pudo virar hacia el Málaga, como sucedió en Sevilla tras ser superado en el primer tiempo. Pero el ritmo no llegaba, las piernas tampoco. Es inusual ver errores graves en los controles de jugadores de la calidad del Málaga. Demichelis, Weligton o Jesús Gámez ya avisaron en la primera mitad de ese peligro. La falta de sincronización en mecanismos defensivos, la indecisión a la hora de acometer balones divididos... Detalles que quizá sólo se vieron en Getafe, otra derrota dolorosa. No es nada irremediable, pero perder en casa del colista, aunque éste jugara con intensidad digna de final, debe despertar a un vestuario del que no hay dudas.
Que Willy Caballero fuera de nuevo el más destacado no es noticia, pero resume bien el duelo. El primer tiempo fue casi un monólogo del Deportivo. Willy paró una mano a Bruno Gama y otro uno contra uno con Riki. Pizzi lanzó de manera magistral al palo una falta provocada por un control malo de Gámez. El portugués ha sido caldo de discusión por los tejemanejes de Jorge Mendes y la cantidad elevada pagada por el Atlético de Madrid por su traspaso. Pero es futbolista bueno. A Víctor Valdés le marcó no hace mucho uno parecido. Ayer, con Caballero batido, el palo se lo impidió. Y acabaría decidiendo el encuentro.
Isco sacó un poquito la cabeza, Portillo se ofrecía pero no conectaba, Roque bajaba algún balón cuando le llegaba, Eliseu estaba impreciso, Gámez parecía conectarse cuando llegaba un error gordo... El punto de inflexión pudo en la última jugada del primer tiempo. Un mal despeje habilitó a Joaquín en un mano a mano ante Aranzubia. Parecido al que tuvo el día del Granada, cuando batió con maestría a Toño por el ángulo corto, como el día de Milan con Amelia. Ayer optó por cruzar y el riojano le había dejado el mismo ángulo libre. No entró.
Fue la ocasión más clara del Málaga en el partido. Ayer estuvo sin duende el gaditano. Llegó la calamidad de Gámez y tocó remar río arriba. El Deportivo encanalló el partido. Tiene jugadores como Marchena o Riki expertos en artes pendencieras. Un gran centro de Gámez que Roque remató como manda el catón del ariete se le marchó por muy poco al paraguayo. Pellegrini había cambiado a Iturra por Portillo para ganar seguridad. Metió a Saviola por Monreal y retrasó a Eliseu al lateral izquierdo. Pero tocó la tecla con Buonanotte por Joaquín. No se sabe si para reivindicar que necesita más minutos, en la buena línea de los partidos coperos o de Champions, o para que el Palermo afloje la pasta y le saque de Málaga, pero el argentino revolucionó el partido, generó varias situaciones peligrosas, asociándose en corto, abriendo hacia la banda, en diagonales o conducciones. Pero no llegó el empate. Marchena le pegó a Isco cuando el del Arroyo iba a rematar a bocajarro, pero fue uno de esos penaltis sordos. El Deportivo aprovechó el regalo malaguista. Toca volver de vacaciones.
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