Economía

Chequeo a la industria: por qué su peso en el PIB apenas se incrementa en los últimos años

  • El sector andaluz ha crecido de manera sustancial en facturación y empleo si obviamos el fatídico año 2020

  • Pero hacer que su valor avance más que otras actividades requiere de un nivel de inversión muy difícil de conseguir

  • Andalucía es buena en ramas específicas (alimentación, refino, química, minería) y en exportaciones

  • Sus mayores debilidades son el pequeño tamaño de las empresas, la menor inversión en I+D y la escasez de personal cualificado

  • La acertada apuesta por la industria

Un operario trabaja en una pieza del A320neo de Airbus

Un operario trabaja en una pieza del A320neo de Airbus / Fito Carreto

En la presentación del Anuario Joly Andalucía 2022, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se marcó el reto de que la industria llegara al 17% o 18% del Producto Interior Bruto (PIB) regional en una década. A fecha de 2021, está en el 10,5%, aunque este porcentaje asciende al 11,8% si consideramos el Valor Añadido Bruto (VAB), que descuenta consumos intermedios e impuestos.

No es la primera vez -ni probablemente será la última- que la Junta se plantea estos objetivos. La Estrategia Industrial Andalucía 2020, plan elaborado por el Gobierno anterior, el de Susana Díaz, en 2014, aspiraba a llegar al 18% del VAB precisamente en 2020, y han pasado ya dos años. La realidad es que el peso de la industria en el conjunto de la economía andaluza permanece más o menos estancado desde hace años y si en 2021 ha repuntado respecto a 2020 (ver gráfico) se debe, sobre todo, a que los servicios han crecido mucho menos porque tardan más en recuperarse de la pandemia. El diferencial con España es, más o menos, de cuatro puntos porcentuales, y con la media europea de siete, con apenas variaciones en la última década. Convergencia, muy poca, por no decir ninguna.

Chequeo a la industria Chequeo a la industria

Chequeo a la industria

¿Significa eso que los esfuerzos, traducidos en multiplicidad de planes y estrategias en los últimos años, han sido inútiles? (la estrategia 2014-2020 preveía 8.000 millones de inversión y la actual 2021-2022 unos 5.000). Para el profesor de Organización de Empresas de la Universidad de Sevilla, Rafael Salgueiro, "ese objetivo era imposible, y hubiera requerido una enorme inversión en capacidad productiva" (que no se ha producid). "No es acertado plantearse objetivos numéricos inalcanzables porque luego se considera lo conseguido un fracaso. Aunque el hecho de que Moreno haya mencionado la industria es indicativo de la importancia que se le concede". 

Luis Fernández Palacios, secretario general de la CEA, coincide, con algún matiz. "Estamos alejados del objetivo pero vamos haciendo cosas, quizás no al ritmo que deberíamos. Lo del peso depende de lo que crezcan o decrezcan otro sectores. Lo importante es que el sector crezca, que las empresas tengan más dimensión y estén globalizadas, con más productividad, más innovación y más tecnología". La federación de empresas del metal Fedeme cree que la meta debe ser puesta y debe alcanzarse. "Elevarlo varios puntos en la próxima década, tal y como se propone el Gobierno andaluz, para situar (el peso de la industria) en torno al 17-18% del PIB, resulta un reto muy ambicioso a nuestro juicio, pero inevitablemente necesario".

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Avance evidente en los últimos años

Analicemos el sector obviando su peso en la economía. Aquí se se observa una buena evolución en los últimos seis o siete años, sin tener en cuenta el lógico bajón de 2020 debido a la pandemia. En 2015, la industria andaluza alcanzó un volumen de facturación de 50.800 millones de euros y cuatro años después, en 2019, eran 78.600 millones, con un gran salto en 2017. El empleo también ha crecido de forma significativa: de 195.000 en 2015 a 239.200 en 2019 (solo cayó a 237.000 en 2020 pese a la crisis). El número de empresas ha subido en 3.000 (a fecha de 2019, hay unas 33.000 firmas industriales) y su dimensión ha ido aumentando paulatinamente, hasta 13 trabajadores por compañía, aunque siguen siendo más pequeñas que la media española. Y las exportadoras regulares son 1.840, unas 400 más que en 2015.

Las fuentes coinciden en que se ha avanzado, bastante, y que hay aspectos en los que Andalucía supera al conjunto de España, como "la mayor intensidad de sus exportaciones o su mayor índice de especialización en importantes ramas como la química, la metalurgia, el refino, la alimentación y bebidas y la reparación de maquinaria e instalaciones", señala Fedeme en un informe elaborado para este periódico. La organización añade que en los últimos meses se observa además un acelerón, no se sabe si coyuntural o no. Entre enero y abril, la facturación se incrementó un 31,4% respecto al año anterior (19,6% en España), una evolución que ya se venía observando en la segunda mitad de 2021 y que puede ser debida, en parte, al aumento de los precios del petróleo y de productos clave como el aceite de oliva.

Con todo, hasta que los datos consolidados demuestren lo contrario la brecha con España y Europa está ahí y no se ha reducido en los últimos años. La carrera por la simplificación burocrática (en lo que se ha avanzado en los últimos años, pero no lo suficiente) y por la atracción de inversiones es común a todas las autonomías y es una estrategia nacional y hasta europea, por lo que los expertos llaman, sobre todo, a corregir dos talones de Aquiles del tejido productivo andaluz para poder crecer más que los demás.

El primero es el de la formación de personal cualificado. Manuel Jiménez, secretario general de FICA UGT, la federación de industria, construcción y agro, afirma que faltan profesionales especializados. "Puede que tengamos inversiones pero no personas para trabajar en esos proyectos", alerta, y critica que la formación profesional para el empleo "haya estado paralizada en Andalucía seis años". "El año pasado sí que se puso un en marcha un paquete muy importante en todos los sectores pero nos está costando que los cursos se completen", señala Jiménez. El sindicalista de UGT pide, también, emular a Gobiernos como el vasco, que cuando tienen sobre la mesa un proyecto industrial ofrece no solo herramientas legales sino también "la posibilidad de una formación profesional rápida". "Hacen una oferta llave en mano", dice.

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Rafael Salgueiro añade que si se quiere convertir a Andalucía en una región industrial también van a hacer falta ingenieros. "Hay escasez en el mundo; si queremos producir chips no hay ingenieros para controlar la producción, que es complejísima. Eso requiere de años de formación".

El otro gran hándicap -son en realidad dos- es el tamaño de las empresas (que se va corrigiendo lentamente) y la escasa intensidad de la innovación tecnológica. En 2019 se llegó al 1,08% de gasto en I+D en relación con la cifra de negocio, pero lo normal en los años anteriores era estar por debajo del 1%, mientras que en España incluso se superaba el 2% en algunos años. Respecto al tamaño empresarial, Salgueiro alude al "desorbitante número" de firmas pequeñas y a que, una de las razones del éxito alemán (y del norte de Italia) es que "hay un montón de empresas medianas muy potentes". Se refiere, en particular, a la industria aeronáutica, "donde hay empresas repetidas con distinto nombre; eso requiere de una consolidación".

También es asignatura pendiente, "la tramitación administrativa complicada, farragosa e insegura", dice Salgueiro. "Es un tema que se está mejorando y solucionando, pero la legislación tiene que ser tan buena como la mejor de Europa (pone como ejemplo a Holanda y su regulación de las plantas de refino)". ¿La clave? Estar dispuesto a adaptar continuamente la ley a la realidad. En el caso de la minería, por ejemplo, "se ve que hay interés, pero están faltos de personal y con criterios distintos según provincias".

Los fondos europeos Next Generation (y los tradicionales) van a ser claves en el diseño la segunda fase del Plan Crece Industria (que se prevé que llegue a 2026; habrá una tercera que llegará a 2030). Ahora mismo los distintos agentes intervinientes están diseñando las medidas y los sectores en los que se incidirá, con mesas sectoriales y subsectoriales.

Luis Fernández Palacios, secretario general de la CEA, apuesta no por diversificar con nuevos sectores de actividad sino en una mayor especialización de los sectores que ya son relevantes. Menciona el sector aeroespacial, la industria de Defensa -con las tractoras Airbus, Navantia y Santa Bárbara-, "con un futuro muy importante y ligada a la tecnología"; y la industria agroalimentaria, que debe "avanzar en valor añadido", algo en lo que está por detrás de la catalana.

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Chequeo a la industria

El representante empresarial llama al Gobierno de Moreno Bonilla, además, a poner al frente de Industria a alguien de peso, con predicamento sobre sus compañeros de Gobierno, que sea capaz de "mirar a largo plazo y poner las luces largas". "Hacen falta políticas transversales, no sectoriales, en las que intervenga todo el consejo de Gobierno, en el ámbito ambiental, de ordenación del territorio, de la energía, etc. En esto intervienen muchas áreas de muchas consejerías y hace falta una acción conjunta".  

Fedeme asegura que es el momento de "pisar el acelerador" y "seguir trabajando para llevar a cabo reformas de calado: eliminar burocracia, tener una presión fiscal baja; en el ámbito educativo, apostar por una mayor cualificación, especializada y a medida vinculada al sector industrial y hacer de Andalucía una región atractiva para la inversión nacional y extranjera".

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