Informe del Banco de España

Las medidas del Gobierno por la guerra elevaron 1,1 puntos el PIB y redujeron 2,3 puntos la inflación

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, en un coloquio este martes en Logroño

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, en un coloquio este martes en Logroño / Raquel Manzanares / Efe

Las medidas adoptadas por el Gobierno para apoyar a hogares y empresas frente a los efectos de la crisis energética tuvieron en 2022 un impacto positivo sobre la tasa de crecimiento del PIB de 1,1 puntos porcentuales, y redujeron la inflación en 2,3 puntos porcentuales.Son las estimaciones del Banco de España, que este miércoles ha publicado el capítulo temático de su Informe Anual, según el cual unos 2,8 millones de hogares españoles, que suponen el 15% del total y se concentran en la parte baja de la distribución de la renta, presentan un gasto energético desproporcionadamente elevado.El organismo, que analiza la respuesta del país y de la Unión Europea a la crisis energética, incluye esta medida de gasto desproporcionado en energía, habitual a nivel comunitario, en la que se encuadran aquellos hogares que dedican a este tipo de suministros el doble de la mediana nacional.A tenor de sus datos, uno de cada siete hogares en España tiene que hacer frente a esta situación, una cifra que, no obstante, es menor que en países como Francia, Alemania o Italia, donde están más cerca del 20%, debido, en parte, a las peculiaridades climáticas.A partir de la Encuesta Financiera de las Familias 2020, realizada por el organismo, el documento presta atención a la ayuda de 200 euros para las familias con menos recursos, aprobada por el Ejecutivo, y calcula que podría beneficiar aproximadamente a 3,6 millones de hogares españoles, la mitad de los situados en el 40% inferior de la distribución de renta.De ese total, 1,2 millones, es decir, un tercio, tendrían un gasto energético desproporcionado.El director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, valora esta medida, "muy focalizada en los hogares vulnerables", en contraste con otras iniciativas que, por lo general, han tenido un carácter generalizado.En su opinión, "sería posible seguir mejorando" la eficiencia de estas políticas públicas si, además de diseñarlas teniendo en cuenta variables como renta y riqueza, se incluyera el gasto, aspecto por el que se caracterizan los hogares de renta más baja.Para el organismo, la crisis energética actual está teniendo una incidencia "muy asimétrica", con un grado de exposición inicial mayor para las familias de rentas más bajas y para las empresas más intensivas en energía -que por su dependencia, han sido vulnerables en renta, producción y empleo- y de menor tamaño.Los datos disponibles muestran cómo en 2022, el aumento medio de los costes energéticos para las empresas españolas fue algo superior al 30%, aunque dependió tanto del sector como del tamaño.A fin de reducir esta partida, las compañías trataron de renegociar sus contratos de suministro (el 46  de las encuestadas), de aumentar su eficiencia energética (40%), e invirtieron en renovables (casi un 30%).

La evolución de los precios

Sobre los precios de la energía, el director general de Economía y Estadística explica que las dinámicas a corto plazo han sido "muy favorables" en los últimos meses, pero que no puede descartarse que se puedan revertir.Por lo pronto, los futuros apuntan a una subida del precio del gas en la segunda mitad del año.Con todo, a medio y largo plazo, el desarrollo de las renovables, cada vez más competitivas, hace prever un abaratamiento de la energía.Eso sí, el Banco de España reconoce, una vez más, que la transición ecológica tendrá, previsiblemente, efectos inflacionistas al tratar de desincentivar el empleo de los combustibles fósiles, que hasta antes de la invasión rusa en Ucrania seguían suponiendo casi tres cuartas partes del consumo de energía de los Veintisiete.

España

Respecto al contexto geopolítico, el organismo cree que la guerra en Ucrania ha puesto de relieve las "extraordinarias vulnerabilidades" que la configuración energética de la Unión Europea implica para sus miembros.En el caso concreto de España, sobresale su mayor uso relativo de petróleo, reflejo del elevado consumo del sector del transporte, cuyas fuentes de energía, a día de hoy, no se pueden descarbonizar.El país, "isla energética" junto con Portugal por su baja interconexión con Europa, depende más de terceros Estados en la compra de energía (un 70% frente al 60% de la Unión Europea), pero sus importaciones están más diversificadas, lo que brinda a la economía nacional de más resiliencia.Asimismo, el Banco de España concluye que en España, en comparación con el promedio del bloque comunitario, los impuestos y otros conceptos regulados pesan menos en las facturas de gas y electricidad de las empresas, y más en las de los hogares.

Riesgo de deslocalización

Pero la principal sombra de este último episodio de shock ha sido que los precios de la energía hayan aumentado mucho más en el Viejo Continente que en otras zonas, ya que EE.UU. es un país exportador, y China sólo compra un 22% de sus insumos.Si las diferencias de precios persistieran, habría un riesgo "muy evidente" de perder competitividad internacional y que la producción de algunas ramas industriales importantes se deslocalizaran, dice Gavilán, que señala a la metalurgia, a los productos químicos, al plástico y al papel como las industrias que se verían más afectadas.Desde su perspectiva, es importante que la transición energética en Europa se produzca de forma rápida, sin perder competitividad con el resto del mundo y manteniendo un terreno de juego "equilibrado" entre los socios comunitarios.Frente a los retos, el organismo llama a corregir las deficiencias estructurales con un despliegue masivo de renovables, un mayor desarrollo de las interconexiones, una respuesta de las políticas europeas "ágil" ante los movimientos de competidores como EE.UU. y China, y un papel "fundamental" de la financiación.

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