Fernando Faces

Santelmo Business School

2023: desaceleración y transición a una nueva era

El año arranca con un clima de máxima incertidumbre sin que pueda descartarse un empeoramiento de la inflación por los riesgos al alza, entre los que destaca la deuda pública

LAS perspectivas publicadas para 2023 se centran habitualmente en el corto plazo. Según el FMI 2023 será peor en crecimiento y creación de empleo que 2022. Sin embargo lo más relevante de 2023 es que será el inicio de una profunda transformación y transición hacia un nuevo mundo, hacia una nueva era. Las tres últimas crisis han sido la manifestación del punto de inflexión de tendencias que venían desarrollándose lenta e imperceptiblemente, como el desplazamiento de las placas tectónicas, y que, una vez que han colisionado, han provocado una gran convulsión y transformación, cuyos efectos profundos y rápidos anuncian una nueva era geopolítica, socioeconómica, financiera y energética.

Estanflación

Según el consenso de los analistas, 2023 será de desaceleración de la economía global. El FMI afirma que más de un tercio de los países entrarán en recesión. El 50% de los socios de la Unión Europea tendrá una recesión a lo largo de 2023. El crecimiento mundial descenderá hasta el 2,7%. Una caída notable con respecto al de los dos últimos años: 6,5% y 3,5%. Alemania (-0,3%), los países bálticos y los de mayor dependencia del gas y petróleo rusos entrarán en recesión. España reducirá su crecimiento desde el 4,5% previsto para 2022 hasta el 1,1%. La UE entrará en estanflación (estancamiento o recesión con inflación).

La desaceleración de la inflación continuará durante todo 2023 pero todavía en altos niveles, dañando el consumo, el margen de las empresas y el crecimiento económico. El grado de incertidumbre es máximo, sin que se pueda descartar un peor comportamiento. Hasta el momento todas las revisiones de las previsiones han sido a la baja. La densa niebla de la incertidumbre determina que las previsiones sean muy frágiles y difíciles ante los múltiples factores operantes en la policrisis, en un contexto de profundos cambios estructurales que dificultan la visibilidad a medio plazo. El principal de ellos es la guerra de Ucrania que no sabemos cuánto durará. Una guerra de difícil armisticio, ya que ninguno de los contendientes puede ganar, pero que tampoco está dispuesto a perder. El fin de la guerra durante 2023 cambiaría totalmente y positivamente el escenario económico y financiero. Por el contrario una escalada profundizaría y alargaría la recesión global.

En cuanto a la inflación, la general se está reduciendo, pero la subyacente continúa subiendo. Esto es consecuencia de que las empresas continúan trasladando, con cierto retraso, el incremento de costes a los precios del consumidor. Es posible que el descenso del IPC general conviva con el aumento de la inflación subyacente en los próximos meses hasta que las empresas trasladen en su totalidad el incremento de los costos energéticos y de materias primas. Ante la persistencia de la inflación los bancos centrales han anunciado que continuarán con subidas de los tipos de interés durante 2023, a pesar de la recesión. A partir del mes de marzo el BCE reforzará la política monetaria restrictiva con reducción de la liquidez. De momento se ha limitado a encarecer las condiciones de la línea de financiación a los bancos (LTRO), que han empezado a devolver anticipadamente los préstamos al BCE. Está por ver si los bancos centrales mantendrán su política restrictiva si la recesión se agudiza. La política monetaria restrictiva de subida de tipos y retirada de liquidez no es eficaz para combatir una inflación de costes. Los bancos centrales priorizan el control de la inflación sobre el crecimiento económico ante el temor de que la inflación derive en permanente y estructural por los efectos de segunda ronda.

Riesgos al alza

Esta previsión a corto plazo podría empeorar si la inflación se resiste a bajar y permanece alta durante 2023 y 2024, escenario que no se puede descartar y como consecuencia los tipos de interés continuaran subiendo.

Este escenario es posible si la espiral precios salarios, hasta ahora contenida, se activa, pudiendo derivar, en una estanflación de larga duración. Otro riesgo es que exista descoordinación entre la política monetaria y la política fiscal. Una política fiscal expansiva e indiscriminada podría anular los efectos de una política monetaria restrictiva. Para que esto no ocurra los bancos centrales aconsejan a los gobiernos políticas fiscales enfocadas solo y exclusivamente hacia las familias y empresas más vulnerables. En España hasta el momento han sido ayudas escasamente enfocadas. El último paquete de de 10.000 millones de euros intenta rectificar.

Un gran riesgo es el desbocado crecimiento de la deuda pública como consecuencia del incremento del gasto público provocado por la pandemia y la crisis. Es un fenómeno global. La excesiva deuda fue la causa de la crisis financiera de 2008. En 2022 casi se ha duplicado a nivel global. La deuda pública de los países emergentes y en desarrollo es excesiva y en moneda extranjera, fundamentalmente en dólares. La creciente fortaleza del dólar y la subida de los tipos de interés puede hacerla insostenible. No puede descartarse una crisis financiera.

Hacia una nueva era

Las tres últimas crisis han puesto de manifiesto profundas fallas en el sistema socioeconómico global que están provocando profundas transformaciones estructurales que anuncian una nueva era.

El modelo de crecimiento en base a deuda ha demostrado ser insostenible. La crisis financiera de 2008 fue el primer aviso. Una crisis larga de ocho años con gran destrucción de crecimiento y empleo. Se debe acometer una profunda reforma del sistema financiero. En las últimas décadas ha habido un exceso en la creación de dinero, propiciando una economía financiarizada en la que el dinero fluye hacia actividades especulativas y no hacia actividades reales, productivas y rentables.

Por otra parte el crecimiento sin límite y la utilización de energías fósiles están perjudicando el medio ambiente. La descarbonización del modelo productivo y la transición energética a energías renovables son dos grandes políticas estructurales que deben de acometerse en la próxima década y que solo son viables y posibles con cooperación global. La ruptura de las cadenas de suministro globales provocadas por la pandemia y la guerra de Ucrania están generando una reestructuración del suministro global en el que la seguridad se antepone a la eficiencia. Este proceso de transformación implica tiempo y costes, impactando en el comercio internacional y en el proceso de globalización. La actual crisis energética pone en evidencia la necesidad de avanzar rápidamente hacia un nuevo sistema energético. Transición que será costosa en términos de inversión y probablemente de inflación, y que debe de ser justa.

El mundo está envejeciendo a gran velocidad, las tasas de natalidad han descendido drásticamente y la esperanza de vida ha aumentado. Las consecuencias son la insostenibilidad de los sistemas públicos de bienestar y de pensiones, así como un descenso de la población activa y por lo tanto del crecimiento futuro. La inmigración alivia el problema pero no lo resuelve totalmente. Son necesarias políticas estructurales que hagan sostenibles los sistemas de bienestar y resuelvan los desequilibrios demográficos. El dominio de las tecnologías disruptivas se ha convertido en el campo de competencia estratégico para las empresas y los gobiernos del siglo XXI. Las grandes plataformas tecnológicas en poder de multinacionales y gobiernos autocráticos están erosionando el poder de los estados democráticos. La contienda global del siglo XXI será la de la competencia tecnológica. La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la obsolescencia del orden económico y geopolítico mundial. En la próxima década asistiremos a una reformulación y transformación del orden económico y geopolítico mundial. El mundo pasará de un orden unipolar liderado por Estados Unidos a otro multipolar y de bloques, con el eje central en Estados Unidos y China. Grandes transformaciones que conducirán a una nueva era.

Que sea mejor o peor dependerá de nosotros, del ser humano.

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