Por el aro

El presidente de Andalucía ha movido al Gobierno a bajar impuestos, que es lo que hace, aunque cree otro para ricos

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, presenta el paquete de medidas fiscales del Gobierno.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, presenta el paquete de medidas fiscales del Gobierno. / Fernando Villar · Efe

LA reacción del Gobierno del Reino de España a la “revolución fiscal” que Juanma Moreno anunciase en el Foro Joly Madrid hace menos de dos semanas sólo puede interpretarse como un rotundo triunfo para el presidente de la Junta de Andalucía.

Moreno ha impuesto el marco político de que era el momento de bajar impuestos, y es lo que aprobó en 24 horas, y no sólo a los ricos por más que repiqueteen con la cantinela desde el PSOE o Unidas Podemos. Deflactó los tramos autonómicos más bajos del IRPF. Esto es, a los que menos ganan. Y sí, también suprimió el Impuesto de Patrimonio, como incentivo para atraer capital e inversiones, más allá de que salgan beneficiados menos de 20.000 andaluces que sí tributaban por él.

El Gobierno no sólo entró al trapo de la propuesta del presidente andaluz, sino que ha acabado teniendo que pasar por el aro. Porque lo que ayer anunció es en realidad, una bajada de impuestos en toda regla. La ministra andaluza María Jesús Montero dice estar en contra de deflactar, pero en la práctica lo ha hecho al elevar tanto los ingresos exentos del IRPF y ampliar las reducciones para los que ganen hasta 21.000 euros. Además de bajar el IVA. Son medidas que el PP lleva pidiendo desde abril.

El Gobierno se negaba a bajar impuestos. Pero el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, le dinamitó el discurso al deflactar también los tramos autonómicos del IRPF. Es la demostración clara de que los líderes regionales del PSOE quieren distanciarse de Pedro Sánchez de cara a los comicios autonómicos y municipales de mayo próximo.

Montero y el Gobierno de coalición llegan tarde y a rastras a la bajada impositiva, por más que para disfrazarlo insistan en la ridiculez de gestionar la Hacienda pública al estilo Robin Hood. Sobre todo porque las deciones sobre Sociedades desincentivan la inversión en nuestro país. 

Eso sin entrar en las dudas legales que me genera ese nuevo “impuesto de solidaridad”, que no es más que una respuesta ad hoc a Juanma Moreno que nunca se hizo cuando Madrid bonificó el mismo tributo o cuando las comunidades del régimen foral han retocado su política fiscal. ¿Cuál es el hecho imponible distinto al del Impuesto de Patrimonio si lo que se grava es la posesión de bienes y capital? ¿Realmente se salva la doble imposición porque se deduzca lo pagado porPatrimonio? ¿Cuánto tardarán en recurrirse esos impuestos en los tribunales?

Pero si hay un argumento que deja patente que Montero entra por el aro tarde y mal es que todas las medidas que anunció ayer se aplican en 2023 y no en el presente año, al contrario de las de la Junta andaluza. Y es ahora cuando la carestía de la energía y los alimentos asfixian a los españoles.

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