Economía

El economista que predijo la crisis de 2008 vaticina ahora "la madre de todas las crisis de deuda"

Roubini, en una imagen de archivo

Roubini, en una imagen de archivo

El economista Nouriel Roubini, famoso por sus agoreras predicciones en 2006 sobre la crisis financiera que se avecinaba, alerta ahora de que el actual episodio de estanflación será más profundo de lo que se prevé y que el elevado nivel de deuda pública y privada puede terminar provocando "la madre de todas las crisis".

La estanflación (estancamiento más inflación) y una eventual crisis de deuda son dos de los grandes peligros económicos que Roubini identifica en su último libro, Megamenazas (Deusto), aunque en una entrevista con Efe dice que la elevada inflación es la más clara amenaza a corto plazo.

Suma a este riesgo inmediato los riesgos geopolíticos derivados de la invasión de Ucrania y el efecto de la política "Covid cero" de China sobre los suministros a nivel global.

En total enumera un decena de "mega amenazas" que superpuestas son potencialmente devastadoras y que incluyen la "guerra fría" entre China y Estados Unidos, la expansión de la ola populista, la emergencia climática, la normalización de las pandemias globales, el colapso demográfico, la desglobalización económica, la automatización del empleo y el aumento de las desigualdades.

Roubini, que esta semana ha presentado su libro en la Fundación Rafael del Pino, explica que el aumento de la inflación en los dos últimos años es consecuencia de las "malas políticas mantenidas durante demasiado tiempo" para combatir los efectos de la Covid-19, con una excesiva relajación de la política fiscal y monetaria que ha dado demasiadas facilidades financieras.

"En Europa ha tenido más que ver la mala suerte por la dependencia de la energía rusa, aunque también las políticas expansionistas han sido parte del problema", señala el autor, convencido de que el consenso en torno a la inflación como algo temporal "es erróneo".

"El problema al luchar contra la inflación no es solo el riesgo de una aterrizaje duro de la economía, sino de la enorme cantidad de deuda en el sistema. El endurecimiento de las condiciones financieras puede empeorar la recesión y llevar a impagos", asegura.

"Por eso digo que los bancos centrales están en una trampa de deuda, porque subir intereses para combatir la inflación puede no solo contraer la economía sino crear una crisis financiera", advierte, al tiempo que vaticina que "la madre de todas las crisis de deuda puede acontecer en algún momento de esta década o de la próxima".

Críticas a la política de España para contener precios

Roubini considera que las medidas que se están aplicando en España para contener la inflación "no son las óptimas", porque abaratar artificialmente determinados bienes "transfiere dinero indiscriminadamente al sector privado y dificulta la tarea del Banco Central Europeo de enfriar la economía".

A su juicio, sería mejor concentrar las ayudas en las familias y empresas más necesitadas y vulnerables.

"España afronta elecciones este año, todos los gobiernos antes de elecciones dan estímulos fiscales para aumentar la posibilidades de ser reelegidos. No es lo deseable ni lo óptimo porque eventualmente se puede crear un problema de déficit y deuda, que por ahora no es grave, pero supone un riesgo importante", sostiene Roubini.

Apunta que de materializarse ese riesgo, España volvería "al bucle fatal de la crisis anterior", que supuso el rescate de la banca tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.

"Es el efecto dominó de deuda no financiera que se convierte en financiera. Ya hemos visto esa película de terror antes", afirma.

La necesidad de sacrificios

Las soluciones a amenazas de largo plazo como "la bomba de relojería" que supone el envejecimiento de la población, la automatización del trabajo o el cambio climático "requieren de reformas estructurales que son impopulares y difíciles de asumir en países democráticos".

"La política es el arte de lo posible, no de lo deseable", dice el economista, que señala que en Estados Unidos la mitad de la población niega el cambio climático y la otra mitad no quiere hacer sacrificios, lo que convierte en "misión imposible" luchar contra el calentamiento global.

"Deberíamos ser todos veganos, yo lo intenté durante tres meses y fracasé", reconoce el autor, que asegura que la única manera de convencer a los países en desarrollo de sumarse al "cero neto" en emisiones de efecto invernadero es "sobornarles".

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