Economía

El mundo peina canas

El mundo peina canas

El mundo peina canas / Archivo

Jaime García. Jaime García.

Jaime García. / Archivo

Hay estadísticas que hablan por sí solas. Las compras de pañales para adultos van a crecer los próximos años en España el 36%, mientras que las de bebes caerán un 4%. Es un buen indicador de la sociedad geriátrica a la que nos dirigimos, algo que se repite en el hemisferio norte de países ricos. En 2013, el Gobierno japonés anunció como un serio problema que las ventas de pañales para adultos ya habían superado a las de los bebes.

Este envejecimiento se debe a la conjunción del fuerte aumento de la natalidad en los años sesenta y setenta del siglo pasado (baby boom) y el profundo descenso a partir de los ochenta. En España, en el pico de 1964 nacieron 697.697 niños y en 2022 se desplomaron a 336.200 y la tasa de natalidad bajó de 2,86 hijos por mujer a 1,23, algo muy preocupante si se tiene en cuenta que la tasa de reposición es 2,1 hijos. Por otro lado, las mejores condiciones sanitarias y sociales han permitido alargar la esperanza de vida, que si en 2004 era de 77 años, en 2021 se ha elevado a 80,2, según el INE.

Se entiende que este desajuste demográfico se haya convertido en el principal foco de atención para los Gobiernos, que tienen que afrontar el incremento del gasto público en pensiones y en cuidados sanitarios para la población en edad avanzada, pero también el descenso de los ingresos ante la escasez de trabajadores a mediados de este siglo. Para entonces, el número de pensionistas habrá pasado de los 10 millones actuales a más de 15 millones en España.

¿Y en qué nos afecta esto? ¿Debemos temer por si tendremos una pensión pública futura o no? La cuestión no es si la tendremos. Lo realmente importante es que seamos conscientes de que difícilmente podrá cubrir nuestro nivel de vida deseado, en un momento en el que todos ansiamos disfrutar de una jubilación dorada.

En este entorno debemos, y podemos, adoptar medidas que nos permitan disfrutar plenamente de nuestra vejez. Para ello hemos de establecer una estrategia a largo plazo -cuanto antes empecemos mejor- que se sustentará en dos grandes ejes: primero, la disciplina de apartar una cantidad fija mensual, cada cual en función de sus posibilidades, que será la base de nuestro colchón. Y segundo, determinar un plan de inversión de este dinero, con la doble premisa de ser diversificado para minorar riesgos y buscar activos a largo plazo que nos generen mayores rentabilidades.

Soluciones hay muchas en el mercado, pero lo que realmente necesitamos es contar con un asesoramiento cualificado que nos permita planificar nuestros ahorros para disfrutar de la vida cuando peinemos canas.