Elecciones municipales

Una jornada de patrulla policial con los carteros

Agentes de Policía Nacional escoltan a un cartero que reparte documentación electoral.

Agentes de Policía Nacional escoltan a un cartero que reparte documentación electoral. / Ilies Amar / EP

Apenas lleva unos meses dedicándose al reparto en Correos. Sobre todo entrega paquetería. Cuando comenzó la distribución de votos por vía postal, este cartero, originario de Melilla, no sabía lo que se le venía. “Tampoco nos habían prevenido”, lamenta. Ahora, ha cambiado el sillín de su moto por el asiento del furgón policial y las jornadas se le hacen más amenas con sus nuevos compañeros.

Son las 20:00 del viernes 19 de mayo y a Antonio (nombre ficticio) no le quedan más de cuatro papeletas electorales que entregar –comenzó a las 16:00–. Desde que le robaron a él y a sus compañeros más de 80 votos no puede trabajar solo. A veces, los agentes lo siguen;otras, ellos mismos lo llevan por la ciudad en sus vehículos oficiales.

Era lunes y el primer día que comenzaban a repartir papeletas electorales. Como cada día, Antonio cogió su moto e inició su ruta para entregar la mensajería a los vecinos de su ciudad. Ya había repartido más de la mitad cuando  se dirigió hacia Las Minas del Rif. Allí, aparcó el vehículo y se desplazó a una vivienda situada a escasos 20 metros. Al regresar, encontró el cofre de la moto forzado. En el interior, faltaban bastantes votos. Le sustrajeron más de 30, apunta.

Él no fue el único. A cuatro compañeros más también les robaron unos cuantos votos que quedaron fuera de control de las supuestas mafias.

El incidente más grave lo sufrió una trabajadora en la calle Vía Láctea, ubicada en el barrio conocido popularmente como Cañada de la Muerte. Circulaba con su motocicleta cuando un automóvil estilo 4x4, sin matrícula, le cruzó el paso. Sin mediar palabra, un hombre encapuchado se bajó del vehículo en dirección a la cartera; mientras, otro hombre que portaba también pasamontañas se acercaba a la mujer por detrás.  La agarraron y estuvieron forcejeando hasta que lograron quitarle más de una decena de sobre con documentación electoral. Así lo cuenta  el delegado de CCOO en Correos de Melilla, Juan Diego Román. 

En consecuencia, explica, la trabajadora sufrió lesiones en el hombre y una crisis nerviosa, motivos por los que recibió la baja médica. Aunque a Antonio no lo asaltaron con violencia, reconoce que también le dio un ataque de ansiedad momentos posteriores a la sustracción. “Sentí mucho miedo”. 

El delegado sindical recuerda que “estos actos no sirven de nada porque cuando se roba documentación electoral, se anula y se vuelve a enviar al elector”.

Sin embargo, para evitar la intranquilidad y el temor de los trabajadores, el Gobierno decidió desplegar un dispositivo policial para protegerlos. Además de establecer un punto fijo con agentes de Policía Nacional a la entrada de la oficina de Correos de la ciudad autónoma, se acordó que los repartidores también serían escoltados durante la faena. 

Aunque la función de los agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) solo es ir con ellos a repartir las sobres con los votos, los acompañantes de Antonio también esperan a que reparta el resto de paquetes. Si no se aleja mucho, los policías lo aguardan en el interior del vehículo. Ninguno de los dos retira la mirada del trabajador. Este, ahora, reconoce sentirse mucho más tranquilo

Juan Diego Román critica que haya que llegar a  tomar estas medidas por esta cuestión “en pleno siglo XXI”. Lo cierto es que la compra de votos por correo en Melilla no es un problema nuevo. Tampoco la sustracción de los mismos a los trabajadores de Correos. “Tanto en las elecciones de 2015 como en las de 2019, los delincuentes se acercaban al vehículo y lo forzaban” para sustraer los sufragios enviados por vía postal. ¿La diferencia con respecto a este año? “Se ha empleado la violencia, por lo que ha sido necesario recurrir a determinaciones más drásticas”, indica el delegado de CCOO. 

Mientras tanto, un pato de goma amarillo en el salpicadero del furgón acompaña también en la ruta a Antonio y los dos agentes de la UPR. Detrás, una escopeta que lanza pelotas, también de goma. Por si los malos vuelven a intentar robar papeletas

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