Johanna Rose aterrizó en Sevilla hace aproximadamente 15 años. La alemana es de las pocas mujeres que se dedica a un instrumento tan delicado como la viola da gamba y se ha convertido en un verdadero referente. La crítica más elevada la considera al mismo nivel que a los grandes maestros de generaciones anteriores. Toda un genio. Acaba de lanzar su último trabajo, 7 movements. Un álbum que defiende en solitario con siete piezas adaptadas a las particularidades de su instrumento. Considera que grabar un disco de estas características es difícil e interesante. Debe captar el interés de las discográficas y, después, pensar en el público que la escuchará en directo. Ha dado conciertos en todo el mundo, pero no duda en afirmar que Andalucía es su hogar.
-Hábleme de sus inicios, empezó estudiando violonchelo y posteriormente pasó a la viola da gamba. ¿Fue un cambio natural?
-En realidad, lo primero que hice fue cantar en un coro a los cinco años, porque hay mucha tradición en Alemania. Después empecé con el violonchelo hasta los 19, porque mi padre lo tocaba. La viola da gamba no es un instrumento tan común como que para que un niño sienta curiosidad y la conocí un poco más tarde por una gambista alemana muy conocida llamada Hille Perl. Iba al mismo colegio que su hija y empezamos juntas a tocar. Supuso una novedad en todos los sentidos. No estaba muy familiarizada con el repertorio y lo fui descubriendo poco a poco. Tampoco tenía claro que quería hacer una carrera de música hasta que conocí la viola.
-¿Cómo ha sido su proceso formativo hasta llegar a Sevilla?
-Siempre he ido al sur. Empecé en Basilea, en la Schola Cantorum Basiliensis, con Paolo Gandolfo. Después fui a Lugano (Suiza) donde estaba dando clases Vittorio Ghielmi, que había montado una escuela para viola da gamba muy potente y con una línea muy innovadora. Allí me encontré con muchos sevillanos y así fui conociendo el ambiente de la ciudad. También estuve en la Escuela de Milán de Música Barroca. Posteriormente vine a Sevilla, al Conservatorio para estudiar con Ventura Rico.
-¿Cómo dio con Ventura Rico?
-Lo conocía por los otros gambistas que estaban en Lugano, pero ya habían estudiado previamente con él. Yo me mudé a Sevilla por razones personales y lo conocí. Tenía ganas de seguir formándome y él tenía unas ideas diferentes a lo que había conocido. Es una persona muy interesante y encantadora.
-Ha tocado en escenarios internacionales de enorme prestigio y, a pesar de haber tenido la posibilidad de instalarse en otras ciudades, ha elegido Sevilla.
-Principalmente por razones personales. Pero también, porque me parece un sitio muy bonito con una gran calidad de vida. Cuando uno va viajando por diferentes puntos para hacer los conciertos sin nada fijo, pues da un poco igual donde vivas.
-¿Y cree que hay oportunidades?
-Hay muchas iniciativas de música barroca como el FeMÀS o el Espacio Turina. También en Andalucía hay ocasiones para tocar. Es cierto que, en comparación con el norte de Europa, sigue siendo poco. Si uno empieza una carrera es mejor hacerlo en el norte de Europa, porque hay más posibilidades.
-¿Cómo ha sido la evolución del primer disco, que lanzó en 2017, al tercero y último que ha publicado?
-El primero recogieron las tres sonatas Carl Philipp Emanuel Bach, un repertorio que me fascina porque es lo último escrito para viola da gamba. Las estaba tocando con el clavecinista Javier Núñez y decidimos grabarlas. Me pareció una buena oportunidad, porque los discos, en este momento, sirven como carta de presentación.
-¿Es difícil sacar un disco solitario?
-Es complicado encontrar una discográfica que se interese por lo que estés haciendo. Con la viola da gamba el público es más reducido. Tienes que pensar bien qué quieres hacer, qué no se ha hecho todavía, qué puede interesar al público durante uno concierto. Este proceso es muy interesante.
-Es de las pocas mujeres que se dedica a la música antigua, ¿por qué hay tan pocas?
-Puede deberse a que tienen que encarrilar sus carreras de una manera forzada, porque no hay muchas ayudas. Para introducir a más mujeres en la música antigua tienen que haber más directoras de festivales, que es mundo dominado por los hombres, y seguro que no es una cuestión de calidad. No soy feminista porque quiera que haya mujeres sí o sí. Creo que hay mujeres con una calidad artística muy alta y no están en los mismos sitios.
-La crítica la ponen al mismo nivel que a los grandes maestros de generaciones anteriores. ¿Cómo le afecta el poder fallar con un listón tan alto?
-Leo las críticas cuando considero que las hace alguien con sabiduría. También las malas. Para mí, lo más importante es la reacción del público, salir a tocar y que te pidan tres bises. Prefiero concentrarme en este punto. Es verdad que una crítica buena te da un enorme subidón, pero hay que nivelarla.
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