Santiago Lorenzo | Escritor

"La Tierra nos va a ganar siempre la guerra"

Santiago Lorenzo.

Santiago Lorenzo. / Cecilia Díaz Betz

En un pequeñísimo pueblo de Castilla la Vieja lleva ocho años confinado Santiago Lorenzo (Portugalete, Vizcaya, 1964). Era un escritor de culto hasta que reventó la lista de ventas con Los asquerosos (Blackie Books). Ya va por 50.000 ejemplares y 10 ediciones esta novela que protagoniza un chaval que se esconde en una casa semiderruida de la España vacía. El vasco es autor de Un buen día lo tiene cualquiera, Los millones, Los huerfanitos y Las ganas. Ganó en el 95 el Goya con el corto Caracol, col, col y fue muy celebrado en el 99 su largo Mamá es boba.

–Es de Portugalete, como la periodista Blanco, el futbolista Guerrero o los políticos López y Redondo. No abundan en su pueblo los apellidos con RH euskaldún.

–Sólo oigo hablar del RH vasco fuera de Euskadi, qué curioso.

–¿Qué echa de más de la gran ciudad?

–El aire de competición que había por todos lados. Los desastres urbanísticos. Los coches. A algunos de sus conductores.

–¿Con cuánto dinero se vive al mes en un pueblecito de la España vaciada?

–Sí es barato, sí. Hay pocas ocasiones de gastar. Por eso hay tanta gente que no dura viviendo en sitios como éste en el que vivo.

–A tenor de su melena, no le importará que el barbero no sea trabajo esencial, ¿no?

–Corría el año 1985 la última vez que fui a una peluquería. Me tengo que cortar el pelo en casa, en bolas, porque me da dentera que se me metan los recortes por la ropa.

–Dijo algo así Epicuro: "Si quieres hacer rico a Pitocles, no aumentes sus riquezas, disminuye sus deseos". ¿Vendría bien que tomáramos nota?

–No conocía la cita, pero es mucho mejor que Los asquerosos. Por certera y porque dice lo mismo que mi novela pero sin necesitar tanta página.

–Es muy detallista y perfeccionista con el lenguaje. ¿A qué escritor destacaría por su pulcritud?

–El periodista Joaquín Vidal era asombroso. Y atención a Kiko Amat.

"Hay que leer a Galdós por su comicidad, muy marcada, y por ser el abuelo de todos los españoles"

–¿Por qué hay que leer a Benito Pérez Galdós?

–Por su comicidad. Muy fuerte, muy marcada, muy de carcajada sonora. Y por ser el abuelo de todos nosotros, los españoles.

–Aparte de que le dio de comer el modelismo y montar decorados, ¿a qué se debe la afición por las maquetas: matar las horas, diversión, no ver informativos?

–El modelismo aúna una manifestación de inmadurez militante con un apego al orden muy de madurez recalcitrante. Además, reduce el mundo, y lo hace más asequible, más comprensible y más abrazable.

–Parece un hombre sin prisa. ¿Desquicia esa virtud a su editor?

–A Jan Martí, mi editor, no le desquicia nada. Para mí es un gran valiente, un sujeto de una pieza. Le desquiciaría acaso ver prisas en mí. Que no las verá, por cierto. Por eso nos va fenomenal haciendo cosas juntos (con ventas o sin ellas).

–¿Ha dado pie el confinamiento a nuevas categorías de mochufas?

–Está provocando un emotivo proceso de desmochufización. Eso de tener que arreglarse con lo que hay en casa, sin tanto pijerío, o lo de aprender a estar con uno mismo... Bien, bien.

–Muchos autores se quejan de las molestias del éxito pero sólo en su caso, tras el boom de Los asquerosos, ese lamento parece casi sincero.

–Estoy muy agradecido por la acogida de Los asquerosos. Pero a mí nunca me ha hecho nadie demasiado caso. Ya estaba hecho a mi huequecito sin brillo y todo esto me descoloca mucho, por falta de costumbre.

–"Si escribes una novela que va bien, en la siguiente dirán que eres gilipollas hagas lo que hagas". Con el éxito de su última obra acabó su carrera literaria...

–Plagiaré un manual sobre Biotérmica. Lo haré pasar por la siguiente novela, que me llamen de todo y luego seguiré por donde Dios me dé a entender. Pero creo que no. Escribiré otra, la publicaré y cuando me llamen gilipollas diré: "Mira, majo. Llegas muy tarde. Eso que estás haciendo ya lo tenía previsto yo en Diario de Sevilla, en la primavera de 2020".

–¿Quiénes son los más asquerosos de este encierro?

–La gente execrable que está proclamando lo bien que lo habrían hecho ellos si estuvieran en puestos de responsabilidad. No sé cuántos muertos más llevaríamos si estuviéramos en manos de un partido cuyo líder sale a hacer deporte porque yo lo valgo.

–Aunque no sea virólogo ni adivino: ¿qué deberíamos aprender de este virus que ha parado el mundo?

–Que la Tierra nos va a ganar siempre la guerra. Así que va a ser mejor que dejemos de provocar, tanto tubo de escape y tanto plástico guarro.

–Cuenta en Las ganas como extraordinario que el protagonista lleva tres años sin relaciones sexuales. ¿No ha escuchado nunca la palabra "matrimonio"?

–Jajajaja. Nunca me casé, pero algún amigo/a casado/a me ha hablado de la sequía sexual inherente al matrimonio. Mucho ánimo a todos/as.

–Las desventuras de un aprendiz de terrorista que masca chicle sin cesar para engañar al hambre (Los millones). ¿Cómo se convierte ese argumento en un relato tan luminosamente humorístico?

Los millones ocurre durante 1986. Mi 1986 fue hambriento, luminoso y de mucho reír. Quizá se metieron mis recuerdos en la novela.

–Hizo grandes películas, como Mamá es boba, con cuatro duros. Ahora que tanto se habla del desplome del sector cultural, ¿tiene alguna receta?

–En España se hacen películas fenomenales, mucho mejores que la mía. Y tebeos, y novelas, y obras de teatro extraordinarias. Así que el desplome nunca será –nunca lo ha sido– definitivo.

–Dice un colega que una nota distintiva del sentido del humor español es su pizca de crueldad. ¿Lo ve así?

El Quijote lo es mucho. Hay que estar de acuerdo con su colega. Aunque también hay una pizca de crueldad en Los Simpson, que es el paradigma del humor universal.

–¿Que la historia de España parezca con frecuencia una tragicomedia es propio de nosotros o miramos poco a los demás países?

–Lo segundo. No somos tan de tirarnos al monte como nos creemos. Pocas fronteras hay históricamente tan pacíficas como la nuestra con Portugal. Pero uno oye a ciertos líderes de la oposición y tiene la impresión de que si por ellos fuera mandarían tropas a La Raya.

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