Víctor del Árbol | Escritor

"Todos llevamos un niño perdido dentro"

"Todos llevamos un niño perdido dentro"

"Todos llevamos un niño perdido dentro" / juan carlos vázquez

Hasta 2012, Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) fue mosso d'esquadra. Durante unos años, compaginó este trabajo con el de escritor. Ganó el Premio Tiflos de Novela en 2006 con El peso de los muertos, y fue finalista del Fernando Lara en 2008 con El abismo de los sueños. La tristeza del samurái fue Premio Polar Européen 2012 y bestseller en Francia. Obtuvo el Premio Nadal en 2016 con La víspera de casi todo y es caballero de las Artes y las Letras de la República Francesa. En Antes de los años terribles, se acerca a la figura de Joseph Kony y sus niños soldado.

-El horror de los niños soldado, la figura de Joseph Kony... ¿qué le empujó a profundizar en la historia?

-Para mí, es una incógnita que Joseph Kony siga desaparecido. Ha sido el criminal de guerra más buscado pero, un día, el Gobierno ugandés y el norteamericano decidieron dejar de buscarlo porque consideraron que no era un problema. También estaba esa pregunta que nos hacemos todos: ¿cómo es posible que una persona sola, con toda esa mitología, sincretismo religioso, brujería... sea capaz de crear un ejército de treinta y tantos mil niños y asolar una región durante 25 años? Quería tratar de acercarme al lado oscuro de los monstruos.

-Algo que no es tan complicado, según apunta: crear un monstruo.

-Coges a un niño, lo arrancas de su entorno seguro, matas a su familia, le das un paseo por el horror, te conviertes en su familia. Ese niño va a buscar claramente aprobación, que lo protejan. Kony y sus hombres jugaron mucho con ese recurso psicológico.

-Antes de los años terribles (Destino) recorre el abismo entre vidas y si es posible la resiliencia, y en qué consiste.

-El protagonista, Isaías, tiene el síndrome del niño maltratado: sabe lo que es la sensación de orfandad, de inseguridad permanente, esa impresión de que no te mereces la felicidad. Así que, cuando alguien le quiere, empieza a alejarse porque tiene miedo de que lo abandone y traicione. Pero Isaías tiene una cualidad importante: no es victimista. En eso consiste la resiliencia, en asumir que eras un niño y nunca puedes ser culpable: el culpable es el adulto, y perdonarlo, y perdonarte. Porque él, además de víctima, es también verdugo. En ese camino, son muy importantes las personas que nos rodean, porque raramente uno puede escapar de ese tipo de pasado solo. Lo que nos ayuda a salir del dolor es tener a alguien por quien luchar.

-La disociación, el choque entre mundos, casi está presente desde la portada.

-Cuando Isaías repara bicis antiguas que valen un pastón para el hipster de turno, son los mismos modelos de bicis viejas que arreglaba de pequeño, y que eran lo único con lo que se apañaba para moverse. No entiende la fascinación por lo oscuro, nunca será capaz de entender Lithium... ¿Cómo que tomáis antidepresivos porque sois infelices?

-En varios momentos, se pregunta por qué el corazón de las tinieblas sigue siendo el corazón de las tinieblas.

-Como bien dice Conrad, el ser humano, a medida que se adentra en la oscuridad, pierde el sentido del bien y del mal. Estamos condenados a repetir una y otra vez nuestros propios infiernos: Uganda, Congo, República Centroafricana... Hemos levantado una situación económica que perpetúa las escasas posibilidades de la gente miserable de salir de allí. Geografía sigue siendo destino: una de las principales diferencias entre ellos y nosotros es que, aquí, aún puedes tener la opción de construirte un destino que va más allá de tu origen.

-Asombra mucho el calado de las creencias, las supersticiones.

-El tema de los albinos es otro de los capítulos del horror, y quería incluirlo. Por un lado, son algo maléfico, una aberración, pero en lugares como Tanzania y Uganda, se considera que pueden tener poderes mágicos, curativos, y hay gente que se dedica a traficar con esto. Aunque el tema de las guerrillas no es una cuestión ideológica, ni mucho menos religiosa. Empieza con un ideario nacionalista y termina como negocio. Los hijos de Kony están relacionados con el tráfico ilegal de marfil, armas y drogas.

-Agradezco que haya mencionado el tema de España como fábrica de armas.

-Solemos pensar esto de: "Esos bárbaros que están siempre matándose", cuando son civilizaciones mucho más antiguas que las nuestras, con una fuerza de comunidad que nosotros no tenemos. La riqueza siempre se alimenta de la miseria: España es uno de los principales países exportadores de armas. El ensamblaje de una pieza en una fábrica puede terminar destrozándole la vida a un chaval. Cuando cambiamos el móvil, 200 euros, porque la batería casca, no pensamos cuánto ha costado extraer el coltán, ni quién lo ha hecho. Debemos hacemos más responsables con nuestra realidad.

-Esta historia, el modo en el que está contada, es imposible sin implicación.

-Por eso está escrita en primera persona, no podía escribirla como un dios implacable. Cuando empecé con esta historia, hace seis o siete años, tuve que ir a un mapa a ver dónde estaba Uganda. He hablado con cooperantes, con ex niños soldados... Lo último que quería era hacer la típica estampa africana. La voz que resultó es tan fuerte, de hecho, que me ha permitido conectar con mi propia infancia. El protagonista es un personaje del que se enamora la gente porque, realmente, todos llevamos un crío dentro. Todos somos niños perdidos en el bosque.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios