Julio Llamazares: “La Guerra Civil la ganaron los que la provocaron a costa de todos los demás”
Escritor
El escritor regresa a las librerías con ‘El viaje de mi padre’ (Alfaguara), donde recrea la odisea que completaron su progenitor y sus compañeros de un extremo a otro de España en plena Guerra Civil
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A finales de 1937, dos jóvenes de 18 años recién alistados en el ejército franquista fueron enviados a trasladar un equipo de radio desde Carrión de los Condes, en la provincia de León, hasta Teruel. Nada más completar su misión, fueron enviados a Zaragoza y desde allí a Castellón, con lo que cruzaron España de punta a punta y atravesaron los frentes más cruentos de la Guerra Civil. A lo largo de 2024, el hijo de uno de aquellos dos estudiantes, el escritor Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955), referente decisivo de la literatura española contemporánea y autor de libros como La lluvia amarilla y El río del olvido, decidió replicar el mismo viaje y encontró una España desolada y condenada al olvido, en la que late aún la memoria de la contienda. Ahora, Llamazares da buena cuenta de su aventura en El viaje de mi padre (Alfaguara).
Pregunta.En su libro evoca al poeta portugués Miguel Torga, quien, al volver a la aldea donde nació, afirmó que acudía a “recibir órdenes” de sus antepasados. ¿Recibió usted la orden de parte de su padre de escribir su historia?
Respuesta.Sí es cierto que hay una orden, pero tiene más que ver conmigo mismo. Su origen está en mi conciencia, supongo. A mi padre nunca se le habría ocurrido encomendarme algo así. Más aún, se habría quedado de piedra si hubiese sabido que decidí replicar aquel viaje que hizo por obligación con dieciocho años.
P.¿Qué distingue a este título de sus anteriores libros de viajes?
R.Es el libro más emocional que he escrito. Y, al mismo tiempo, parte del viaje más emocional que he hecho. Hay dos claves fundamentales en esto: por una parte, mi padre, claro, quien hizo este mismo viaje con su compañero Saturnino; y, por otra, la guerra, que se mostró especialmente cruenta durante su itinerario. Esa confluencia entre mis orígenes y un periodo tan difícil en la historia de España hicieron de este viaje el más especial. Y supongo que el libro también lo es.
P.¿Fue muy difícil dar cuenta por escrito de todo lo vivido tras su odisea?
R.El viaje fue ciertamente distinto de cualquiera que hubiera hecho antes, pero la escritura del libro no lo fue. Siempre escribo de la misma manera, como creo que hay que hacerlo, con el corazón caliente y la cabeza fría. Cuando uno escribe, no puede dejar que las condiciones ajenas influyan de manera imprevista. Es importante conservar siempre, ante cualquier texto que uno vaya a escribir, suficiente inteligencia, el mayor compromiso con el oficio y la mayor expresividad en el lenguaje. En este sentido, ningún trabajo es diferente del resto.
"Siempre escribo de la misma manera, con el corazón caliente y la cabeza fría"
P.Desde la dedicatoria que abre el libro, prevalece la idea de que en la Guerra Civil hubo perdedores en los dos bandos. ¿Se trata de una conclusión, o de una premisa?
R.Ya antes de empezar a escribir, antes incluso de hacer el viaje, tenía claro que este libro debía ir más allá de cualquier identificación o enfrentamiento ideológico. Yo tengo mi ideología, pero a la hora de escribir hago literatura y procuro dejarla a un lado. En España persiste una visión de la Guerra Civil como de un conflicto en el que se enfrentaron dos bandos, uno ganador y otro perdedor. Pero lo cierto es que los únicos que ganaron la guerra fueron los que la provocaron, a costa de todos los demás. A la hora de combatir en un bando o en otro podían darse motivos ideológicos, por supuesto; pero la mayoría lo hicieron empujados por circunstancias que no podían controlar y que a la larga resultaron mucho más determinantes.
P.En el libro, su padre es un ejemplo claro al respecto.
R.Eso es. Mi padre luchó en el bando franquista pero nunca se sintió ganador de nada. Al contrario, perdió a sus hermanos en la guerra. El territorio en que vivía quedó pronto en manos de los nacionales y con dieciocho años se vio abocado a participar en un frente con el que no compartía ningún vínculo. Por eso, El viaje de mi padre es un alegato contra la guerra y contra las guerras. Todas.
P.¿Recomendaría hacer el mismo viaje a quien quiera conocer la realidad de la Guerra Civil?
R.Lo que recomiendo siempre es conocer la historia. Ahora bien, la historia se puede conocer en los libros y viajando a los lugares donde se produjeron los hechos. El paisaje es otra forma del texto, otro depósito de la memoria. Del mismo modo, viajar es otra manera de leer.
P.Y también debe ser un arte que se mejora con la práctica.
R.Eso es. En todos los pasos a nivel de Portugal se puede leer un mensaje que da tres instrucciones muy precisas a los conductores: “Pare, escuche y mire”. Pues bien, estas son las mismas tres reglas a tener en cuenta cuando se viaja: detenerse, escuchar a todo el mundo y mirar bien lo que tienes delante. Solo así el viaje puede convertirse en introspección y meditación.
P.¿Es el turismo el peor enemigo del viajero?
R.El viajero ve lo que ve. El turista ve lo que iba a ver. El viajero se abandona a manos del azar, comprende que lo que había imaginado es distinto de lo que encuentra, de ahí su asombro. Para el turista, en cambio, cualquier imprevisto es incómodo. Por eso el turismo es la negación del viaje.
P.¿Se ha sentido en El viaje del padre por una vez más Telémaco que Ulises?
R.Pues no lo había pensado, pero sí, es exactamente así. Aquí he sido el Telémaco que emprende el viaje para reencontrarse con su padre. De cualquier forma, la Odisea sigue siendo el relato más importante de la humanidad. Todos somos Ulises queriendo volver al origen.
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