Doble fondo

Abróchense los cinturones

HAN pasado casi cuatro meses desde el "cese definitivo de la actividad armada" de ETA y los nuevos gobernantes no se deciden a mojarse en la piscina de la normalización vasca. Esta vez tiene agua, demasiada, y hemos pasado del riesgo de rompernos la crisma al de ahogarnos mientras reflota el tiburón del independentismo radical. El PP, el vasco, sabe que nadar y guardar la ropa no pasa por enrocarse en esa cerrazón inicial de que si los terroristas no entregan las armas ni se disuelven no hay nada que hablar. Ese discurso maximalista podía funcionar en calidad de oposición y se lo aplicó hace cuatro meses buena parte del PP. El presidente del Gobierno en ciernes glosó entonces el comunicado de ETA del 20 de octubre como una "buena noticia", escéptico pero sin el desdén del ala dura, empeñada en negarle un ápice de trascendencia al anuncio y reducirlo a filfa, como rezongaban los Mayor Oreja y compañía. Pero ya no es tiempo de irreductibles. Rajoy tiene que zambullirse entre las dos orillas: víctimas y presos. El presidente del Gobierno debe aplicarse con tino para que Bildu, Amaiur y demás remedos batasunos no pesquen réditos electorales insoportables y evitar además que los sectores más recalcitrantes a su vera toquen a rebato ante gestos o concesiones de digestión complicada. Unidad, deslegitimación del terrorismo y reparación a las víctimas son los ejes visibles de la dinámica que le planteará hoy Basagoiti, una reunión que suena a antesala del pistoletazo de salida del proceso para dar el tiro de gracia a ETA. Así que abróchense los cinturones ante la curva que viene de la política penitenciaria. Esperemos que se mantenga firme y esbelta y no deje a más de uno descolocado en una nueva exhibición de pragmatismo, como al subir los impuestos o abaratar el despido.

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