Crónica personal

Días de banquillo

A Rajoy le ha venido Dios a ver. Si el PP estaba temblando porque las semanas previas a una nueva investidura o a unas nuevas elecciones coincidían con la celebración de los juicios que pueden hacer más daño a la imagen del partido y de su presidente, la crisis que vive el PSOE, la madre de todas las crisis, una crisis sin precedentes en el fondo y en las formas, ha pasado a segundo plano lo que se dirime en los tribunales, con banquillos en los que se sientan destacados miembros del PP o muy cercanos al PP. No sólo se sientan en los banquillos personalidades del PP, el caso de las tarjetas black afecta a todos los partidos y sindicatos, pero todos los ojos convergen en Rato.

Quienes formaron parte del consejo de Caja Madrid argumentan que las tarjetas formaban parte de su salario. También Rato declaró que era parte de su salario, pero en su caso no es creíble que no supiera que Cajamadrid, y después Bankia, se pasaban por el arco del triunfo las obligaciones fiscales correspondientes a un pago "en especie".

Lo que desea la oposición es que, en el caso Gürtel, se aporten las pruebas que demuestren que Bárcenas cumplía instrucciones de los presidentes de su partido.

El juicio de la Gürtel acaba de empezar, pero durante la instrucción esas pruebas no aparecen, excepto un sms de ánimo al que se ha sacado punta, pago en negro de las obras en la sede del partido, declaraciones contradictorias de empresarios y unas hojas en las que Bárcenas apuntaba entregas.

Se insiste en que hay que acatar lo que digan los jueces. El que más y el que menos tiene su criterio sobre las black, Gürtel, los ERES, el caso Urdangarín, los cursos de formación, y todos los nombres que avergüenzan a cualquier español.

Sin embargo, los jueces deben pronunciar la última palabra. El problema es que se asumirán las sentencias según en qué casos y a quién perjudique o beneficie.

"España y yo somos así, señora", decía un personaje teatral.

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