Sánchez gana las batallas internas
Las claves
Intenciones. El Comité Federal se deja comer terreno a la vez que el candidato a presidente desliza que si hay terceras elecciones podría convocar el congreso unas semanas antes.
EL partido está roto. Desanimado y roto, pero a Sánchez no le importa porque ha conseguido desactivar a los llamados barones regionales, a los que se ha ido la fuerza por la boca.
Durante meses han promovido con más o menos insistencia el relevo del secretario general que ha empeorado el peor resultado electoral previsto. Susana Díaz no ha se ha atrevido a dar el paso nacional aunque en algún momento hizo creer a sus compañeros de partido que estaba dispuesta a hacerlo, y desde luego los barones no han conseguido que Sánchez permitiera a Rajoy ser investido presidente. Con el resultado de que la imagen de esos barones supuestamente influyentes se ha diluido. No mandan, y si además no hay gobierno antes de que finalice septiembre, se encontrarán en una situación crítica ante los ciudadanos de sus respectivas regiones, porque un Gobierno en funciones está atado de pies y manos y la prórroga presupuestaria significa que no se puede ejecutar el incremento de los fondos a las comunidades autonómicas que se habían acordado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera.
Sólo uno de los presidentes de gobiernos regionales socialistas apoya incondicionalmente a Pedro Sánchez. Francina Armengol, de Baleares.
Tanto Susana Díaz, como Javier Fernández, Guillermo Fernández Vara, Emiliano García Page y Ximo Puig han marcado distancias con la estrategia que sigue Sánchez tras sus pésimos resultados electorales y su empeño en ser presidente de Gobierno, sin asumir su rotundo fracaso. Situación que le ha llevado a tomar decisiones abiertamente equivocadas. Aparte de esos desmarques públicos, algunos de ellos se pronuncian en privado con más contundencia respecto a la necesidad de tomar medidas que reconduzcan la situación, conscientes de que el PSOE atraviesa la etapa más difícil de su historia y conscientes de que la situación es cada vez más crítica a medida que Sánchez se aleja de quienes fueron protagonistas de esa historia importante, a los que consideran personajes que ya no tienen papel que cumplir en el futuro. Sánchez además mantiene una actitud de soberbia que se ha explicitado en algunas declaraciones en las que decía abiertamente que quien mandaba en el PSOE era él, sin aceptar que por encima del secretario general está el Comité Federal del partido socialista.
Comité Federal, por otra parte, que Sánchez ha conseguido neutralizar, o casi, cuando ese comité aceptó la propuesta de Sánchez de que las decisiones que él proponía y eran más difíciles de aceptar fueran consultadas con la militancia. Ahí perdió el comité toda su influencia, porque de la misma manera que la debilidad de Pedro Sánchez son sus relaciones no muy sólidas con la mayoría de los barones, sobre todo con la baronesa por excelencia, Susana Díaz, su fuerza procede del respaldo de los militantes, que es masivo.
Desde el momento en el que el comité aprobó la idea de Sánchez de consultar a las bases, el comité quedó "tocado", porque con esa propuesta Sánchez dio un poder a la militancia, y por tanto a él mismo, que mermó el que estatutariamente tiene, o tenía, el Comité Federal. La situación actual es de tensión extrema. El comité se ha dejado comer el terreno, y Sánchez ha dejado caer -para que llegue a oídos de quienes le cuestionan- que si hay terceras elecciones podría convocar el congreso unas semanas antes. Si fuera así, difícilmente no sería revalidado como secretario general con unas elecciones a la vuelta de la esquina, lo que dejaría a los barones y a la baronesa definitivamente fuera de juego, cercenaría las operaciones que se susurran pero no se concretan y demostraría que a pesar de ser el peor secretario general que ha tenido el PSOE, y el peor candidato a la Presidencia del Gobierno -ahí están los resultados-, sabe de qué hilos puede tirar para seguir al frente del partido. Hilos que son fáciles de manejar cuando se encuentra con que nadie le tose. A quienes supuestamente le quieren meter en cintura, se les va la fuerza por la boca.
Guste o no guste es evidente que Pedro Sánchez manda. En un partido destrozado interiormente, pero manda. Sigue convencido de que va a ser presidente de Gobierno, como sigue convencido de que más pronto que tarde conseguirá recomponer la relación con Albert Rivera y, entre los dos, destronar a Rajoy si finalmente es investido presidente, lo que le reforzará a él, a Sánchez, como referente contra el PP.
En el futuro inmediato sólo encuentra un escollo una vez que ha conseguido -una vez más- imponer su criterio al impedir que Rajoy superase la investidura: las elecciones vascas y gallegas.
Para cumplir con su objetivo de mantenerse con fuerza en la Secretaría General, para seguir teniendo opciones a convertirse en presidente, necesita un buen resultado en las elecciones de septiembre. Si vuelve a fracasar, a conseguir un record en su lista de "empeoramientos", es posible, incluso probable, que los barones regionales encuentren el coraje que hoy no tienen y finalmente pongan en marcha la operación de relevo. Va a volcarse para conseguir que el PSOE salga bien parado de las autonómicas, aunque no lo tiene fácil.
El PSOE gallego está profundamente dividido, aunque eso forma parte ya de su historia; pero el nuevo secretario general y candidato, Leiceaga, ha abundado en la división al promover a quien es el principal adversario de Abel Caballero, su sobrino, siendo Caballero el hombre de más peso en estos momentos entre los socialistas gallegos. En cuanto al País Vasco, el PNV aspira a repetir como primera fuerza, seguida muy de cerca por un Podemos que, para desgracia de los socialistas, allí se ha convertido en el principal referente de la izquierda en el momento que menos conviene a Pedro Sánchez.
Un Pedro Sánchez que se siente fuerte. Tiene razones para ello: no recibe una noticia buena desde que accedió a la Secretaría General hace poco más de dos años… pero nadie le para los pies a pesar de los sucesivos fiascos y del deterioro interno que sufre su partido.
También te puede interesar