El mañana nunca muere
Con el buque insignia del Ensanche, la resurrección del urbanismo será uno de los mayores desafíos para los gestores municipales en estos cuatro años, en la cruzada común por reconquistar la Ría
Ligado al reto de la supervivencia económica, el resurgir del (macro)urbanismo será en estos próximos cuatro años uno de los mayores desafíos para los gestores municipales, en la defensa común de grandes proyectos que impriman en Huelva la definitiva fachada de capitalidad y, entre otros objetivos estratégicos, el acercamiento del casco urbano a la Ría del Odiel con la expansión meridional de la ciudad.
Los primeros mandatos del alcalde Pedro Rodríguez, con la Operación Relanzamiento del Plan General de 1999, supusieron en la época de bonanza un vértigo de obras en áreas consolidadas y descampados (todavía colea la proclama del PP de que "la ciudad ha cambiado más en una década que en un siglo"); pero el pinchazo inmobiliario instaló, como en todos los municipios, un escenario ralentizado, en algunos casos, una frenada en seco, mitigada en el último bienio con los fondos anticrisis del Gobierno central y la Junta de Andalucía, que han servido a actuaciones como la remodelación de la Gran Vía, la de la antigua avenida de Tráfico Pesado o los planes de mejora de espacios públicos e infraestructuras en las barriadas.
Sin embargo, las revoluciones anunciadas durante todos estos años, como el Ensanche sur o el proyecto de Isla Chica en los terrenos del viejo estadio -ambos, banderas electorales del regidor- han sido promesas eternizadas, primero en un lustro de bloqueo judicial y administrativo (en ambos casos a instancias del Gobierno andaluz, en la guerra obstruccionista entre los mandatarios del PP y el PSOE). Cuando los jueces y la propia Administración dieron vía libre a estos planes urbanísticos se vieron enormemente lastrados por la sequía de la crisis.
Por un lado, la operación del Ensanche Sur (los candidatos defienden modelos diferentes del planeamiento) conlleva, según la concibieron los mandatarios del PP, la urbanización de 120 hectáreas entre el actual Recinto Colombino, Marismas del Titán y el paraje de Las Metas, donde Adif acometió la primera fase de trabajos geotécnicos para la construcción de la futura estación del AVE (otra de las incógnitas que se abren en el nuevo mandato es el rumbo que tomará el asunto de Las Metas, una vez se desalojen todos los suelos municipales y se derriben las edificaciones para que Adif pueda disponer de la totalidad de los terrenos del Plan Especial de Infraestructuras Ferroviarias). En el ámbito del futuro Ensanche -que afecta a una quincena de entidades propietarias, encabezadas por el Grupo Trusam, que actuará como agente urbanizador, a través de Natural Links- se proyecta la Ciudad de la Justicia, un palacio de congresos, un nuevo club de tenis, un centro deportivo, un centro de salud, 3.400 viviendas (la mitad, VPO), colegios, institutos, guarderías, una catedral, parques y un nuevo recinto ferial. El balcón del Ensanche será el paseo marítimo que está construyendo la Autoridad Portuaria, arrancando en el Muelle de Riotinto.
En lo que respecta a Isla Chica, el que se considera segundo centro de la ciudad sigue aguardando el regreso al futuro después de diez años de muchos ruido y pocas nueces, aunque semanas atrás el Ayuntamiento visualizó el reinicio de la operación con la limpieza del solar del antiguo Colombino, preparando las obras de remodelación de la Plaza del Estadio para proseguir con los trabajos que ya comenzaron este mandato con la reforma de la Plaza Houston. Una de las cuestiones pendientes para encarrilar la situación en el nuevo mandato es el desbloqueo del proyecto del centro comercial y de ocio previsto en la zona, enquistado en la falta de financiación que impidió a una sociedad de 104 empresarios del barrio adquirir la parcela terciaria, a pesar de las oportunidades y aplazamientos brindados desde el Consistorio. Además, en este plan urbanístico de cinco hectáreas, se construirá un hotel, 36 viviendas, un centro de salud, un edifico de uso social y un gran parque, el Jardín Marisma, que incorporará un estanque y un auditorio al aire libre, y será la columna vertebral del conjunto de edificaciones.
Otra de las asignaturas pendientes es la ejecución del Plan Especial de Reforma Interior del Manuel Lois -después de que se empezara a demoler el antiguo hospital en 2007-, suspendido también en el limbo de la crisis.
En el Casco Histórico estaban previstas algunas intervenciones de calado que esta misma coyuntura ha congelado en el tiempo, como el proyecto de un parque-mirador en el cabezo de San Pedro (incluso se llegó a plantear la recreación del Castillo de los Guzmanes como reclamo turístico); la rehabilitación del viejo cuartel del Paseo Santa Fe; o la operación de la plaza mayor porticada en el solar del antiguo Mercado del Carmen, una vez que éste se demolió el año pasado tras la odisea del traslado de los comerciantes a las nuevas instalaciones de Pescadería.
Con estos cabos sueltos en la ejecución del PGOU, se abortó la ejecución del planeamiento que el Consistorio abortó en 2006 para poner en carga más suelo para el horizonte de 2023 y, entre otras expectativas, emprender la expansión urbana hacia el Norte, por el territorio de Montija, como ya esbozaba el vigente plan general.
Los aspirantes al Gobierno local se enfrentan, pues, al cometido nada desdeñable de romper este círculo vicioso, en el que la limitación de recursos (tanto públicos como privados) tiene varadas tantas maquetas y futuribles, esperando los brotes verdes.
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