Antonio Hernández Rodicio

¿España, un país racista racista?

Dietario de España

La denuncia de Vinicius abre un debate sobre el racismo en España, que ha ido naturalizándose en nuestro país: los delitos de odio crecieron un 300% en 2023

El jugador del Real Madrid Vinicius Jr. participa en un acto con motivo de los casos de racismo.
El jugador del Real Madrid Vinicius Jr. participa en un acto con motivo de los casos de racismo. / Rodrigo Jiménez (Efe)

08 de septiembre 2024 - 07:00

UNAS palabras de Vinicius denunciando que España es racista y que si no cambian lascosas no debería ser sede del Mundial de 2030 han preocupado más por lo relativo al mundial que por lo que se refiere a la cuestión racial. Absurdo en lo que se refiere a la competición: tampoco deberían haberse celebrado los Juegos Olímpicos en Pekín al no ser un país democratico ni debería celebrarse el Mundial de fútbol en Arabia Saudí en 2034,donde las mujeres viven subyugadas; ni los venideros Juegos Olímpicos de Los Ángeles, donde pareceque también hay algún problemilla racial irresuelto. Pero la cuestión de fondo es la otra: ¿Es España un país racista? Los blancos dicen que no. Los negros, que sí.

¿Cómo se mide el racismo?

¿Cómo se mide el racismo? ¿Con un porcentaje en relación al número de habitantes? ¿Por el número de votos a los partidos que promueven ideas y políticas racistas y xenófobas?¿Por las políticas públicas? ¿Por el número de denuncias ante la justicia? ¿Por la cantidad de negativas a alquilar pisos o darle trabajo a inmigrantes? ¿Por lo que escuchamos en los medios y lo que observamos en la calle? ¿Por lo que leemos en las redes sociales? Afirmación tan robusta no se puede sostener sólo por los insultos que cada domingo recibe el jugador del Real Madrid por el color de su piel. Pero es innegable que esos comportamientos atestiguan la existencia de un racismo sociológico que se expresa conscientemente o que se manifiesta en un contexto que creen que lo exonera de la componente supremacista –“fútbol es fútbol”, dijo Boskov en otro contexto–, lo cual es posiblemente peor. El odio y la ignorancia suelen ir cosidos.

País de gestos

Responda a la pregunta que responda para identificar si somos un país racista va a encontrar motivos suficientes y razonados para creer que sí, que somos un país en el que se han instalado discursos, actitudes y acciones que rechazan a quienes tienen la piel de otro color, especialmente a los negros y a los de origen árabe. Lo que ocurre es que duele y asusta pensar que podemos ser un país racista. Nadie quiere verse en ese espejo. Somos muy de teorías y de gestos y con eso creemos estar vacunados: la Liga promueve encendidas campañas contra el racismo, pero cuando Vinicius dice lo que dice harto de que lo llamen mono cientos de personas cada día, el presidente de La Liga, Javier Tebas, lo que le pide es que rectifique. Así somos. ¿Un país racista? Quizás no en la extensión y el significado del término: generalizar es atroz. Pero sí somos un país con demasiadasa ctitudes y complacencias con un racismo que se ha ido naturalizando delante de nuestros ojos.

El dato: crecen un 300% los delitos de odio

Esta semana, el fiscal general del Estado ha puesto datos a la cuestión: la memoria anual recoge un incremento del 300% de diligencias abiertas por delitos de odio. 511 casos en 2023 frente a los 166 del año anterior. El racismo y la xenofobia (268 casos) van a la cabeza, seguidos de las denuncias relacionadas con la orientación sexual y la identidad de género. Advierte la Fiscalía de que “la excesiva crispación y polarización” de los discursos políticos son “el caldo de cultivo adecuado para la comisión de comportamientos intolerantes y ocasionalmente violentos”. Las denuncias son sólo una parte ínfima de las agresiones que se producen: el 82% de las personas que sufren racismo admiten que no acuden a un juzgado.

Produce basura, que algo huele

Item más: las toneladas de basura falsa ( estratégicamente inventada) que derrama cada día la ultraderecha sobre los que llama menas (menores no acompañados), tratándolos como una excrecencia, como una protuberancia indeseada y extirpable. Las noticias falsas llegan a crear la idea de un país tomado por los inmigrantes inundando las calles de nuestro país y viviendo del Estado, que es como decir hurtándole el dinero a los españoles. “Ser español es mucho más que tener un DNI”, dijo el diputado de Vox Francisco José Contreras. “Su” patria por encima de las leyes. Vox, que gobernaba en feliz gobierno con el PP, que no se siente interpelado.

La inmigracion es la luz y la guía de toda la ultraderecha mundial y de una parte de la derecha ultraliberal. Y los ciudadanos navegan en un mar de problemas propios que buscan a alguien a quien culpar mientras las noticias falsas dibujan un mundo inexistente y le dicen que los culpables de sus desdichas vienen en patera. La parte más básica es cuando se vincula inmigración con delincuencia, con las violaciones o con las célebres paguitas. Los datos son tozudos: los inmigrantes ni tienen ni paguita ni casa ni trabajo.Mentira, falsedades que cree demasiada gente de buena fe.

Francia, EEUU, Brasil

La propia negación del racismo es una parte del problema. Lean a A.M. Homes en La revelación: ayuda a entender cómo se desata una estrategia oculta en la que la mentira es moneda de cambio tras el triunfo de Obama para que EEUU volviera a ser el sueño de los padres fundadores, sin “africanos” en la Casa Blanca, según la versión de un grupo de multimillonarios blancos, ultracatólicos, conservadores y racistas. “Cuando un político o tertuliano dice públicamente maricón, moro de mierda o feminazi está alimentando ese monstruo que culminará en violencia física”. Lo afirma Mohammed Azahaf, coordinador federal sectorial de Participación y Diversidad del PSOE. Ocurre ya en casi todos lados: la América de Trump le dio alas, el Brasil de Bolsonaro lo utilizó como carnada electoral y en la UE ha llegado hasta el último rincón. En Francia comenzó en los años 80 con el Frente Nacional Le Pen: racismo de nueva generación en oposición al republicanismo de los inmarcesibles valores franceses. Entonces parecía anecdótico. En los 90 dio un salto de calidad y en los 2000, con Sarkozy, se desató la persecución de los romaníes y las campañas contra el islam, con Manuel Valls en un papel estelar expulsando y acusando a los gitanos de mendicidad y delincuencia. Vamos por detrás de Francia, pero tranquilos, que como poco, vamos a empatar.

Odio al pobre

La única barrera es la protección de los derechos humanos como derecho fundamental. El resto es política de baratillo. Porque, además de molestar el color de la piel, la discriminación hacia estas personas es básicamente un rechazo al extranjero pobre. Aporofobia. Nadie rechaza los dólares de los qataríes millonarios ni dejaría de alquilarle un piso a Denzel Washington. Larry Holmes, que fue campeón de los pesados pesados a inales de los setenta, lo resumió con precisión: “Es muy duro ser negro. Yo lo fui una vez: cuando era pobre”.

Breverías

Financiación: primero amarrar a los propios

La financiación autonómica, bloqueada por el PP desde hace diez años, ha entrado en fase aguda por efecto de la unilateralidad Estado-Cataluña. Otro acuerdo que acabará en el TC. Marcadas las posiciones de los principales partidos, la primera parte de la estrategia de PSOE y PP es convencer a los suyos. Ayer lo intentaba Pedro Sánchez en el comité federal del PSOE y lo hizo el PP el viernes tratando de embridar a sus barones y baronesas, exigiendo multilateralidad al Gobierno, prietas las filas a los suyos y a Sánchez 18.000millones de los fondos europeos. Feijoó se escapa así del debate de las singularidades que exigen sus propias comunidades. Para el Ejecutivo sería un chollo tener que discutir sobre cantidades y no sobre el modelo y sus excepciones. El fuero y el huevo. Será por dinero.

Traduciendo a la presidenta del TS

La nueva y primera presidente del CGPJ y del TS, María Isabel Perelló, ha evitado con su elección un nuevo colapso en el gobierno de los jueces, con el que amagaron los conservadores in extremis. En su discurso de toma de posesión advirtió a los poderes del Estado sobre la independencia judicial. Poderes, a saber; legislativo, ejecutivo y judicial. La traducción automática (sería por Google) de muchos simplificó la arenga: tirón de orejas al Gobierno.

Escrivá, ya son ganas

Las capacidades técnicas y el conocimiento económico de Jose Luis Escrivá para ser el nuevo gobernador del Banco de España no están en cuestión. Lo que está en cuestión es la innecesariedad de forzar más la máquina por parte de Pedro Sánchez. El ex ministro, aburrido como una ameba en su Ministerio de Transformación digital y Función Pública, tiene ahora la obligación de fiscalizar la políticas públicas del Gobierno del que procede, tendrá que comparecer en el Congreso para emitir una opinión sobre los presupuestos generales del Estado, en cuya confección ha participado como ministro; y tendrá que emitir opiniones, informes y análisis sobre prácticamente todas las políticas del Ejecutivo. Un trabajo que puede verse contaminado antes de nacer porque la oposición cargará contra todo dictamen que pudiera beneficiar a las políticas del Gobierno. Qué ganas de echar más leña al fuego ¿No había más economistas de prestigio?

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