ANDAN diciendo por el PSOE que no habrá terceras elecciones y que en la próxima sesión de investidura, que se celebrará tras las elecciones vascas y gallegas, ya se podrá permitir que gobierne Rajoy con las abstenciones necesarias.

Que hagan ya lo que quieran. La investidura, si no se produce antes de que finalice septiembre, no sirve para nada. Bueno, sirve para que haya gobierno, pero no impide que se nos echen encima múltiples problemas de los que serán responsables Sánchez en primera persona y, después, los dirigentes de su partido que se han negado a tomar las medidas necesarias para obligar a su secretario general a desbloquear una situación que puede derivar en tragedia si no hay un gobierno, el que sea, antes del 1 de octubre.

Un gobierno que tome decisiones urgentes que paralicen lo que se nos viene encima, desde la multa de la Comisión Europea a la aprobación de unos presupuestos con trámite parlamentario de urgencia para que entren en vigor a principios de 2017 -por eso tiene que haber gobierno antes de fin de mes, no da tiempo a resolver lo que se debe resolver- y se puedan tomar medidas imprescindibles, entre ellas enviar fondos a los gobiernos autonómicos e incluir en los nuevos presupuestos el incremento a la financiación autonómica aprobado en el Consejo de Política Económica y Fiscal.

La mayoría de los militantes socialistas están encantados de las decisiones de su secretario general. Veremos qué piensan esos militantes cuando empiecen a sufrir las consecuencias de esas decisiones, que hasta ahora en el PSOE prefieren no mencionar.

Hace una semana todo el mundo abominaba de las terceras elecciones. Hoy el debate está en torno a si deben celebrarse o no el día de Navidad, lo que indica que existen posibilidades serias de que se celebren. En cuanto al resultado, no tienen buena pinta para Sánchez. Como se dice vulgarmente, con su bloqueo puede que haya hecho un pan como unas tortas.