Sara Baras | Coreógrafa y bailaora

“Lo mejor que me ha dado el baile es poder ayudar a quien lo necesita”

  • La artista llega el 10 de agosto a la Plaza de Toros de Estepona con su espectáculo ‘Sombras’, tras haber girado por todo el mundo en ciudades como Nueva York y Abu Dhabi

Sara Baras

Sara Baras / Jesús Diges / EFE

Es sin duda una de las embajadoras culturales más importantes de este país. Escenarios como el New York City Center, el Emirates Palace Auditorium en Abu Dhabi o el Teatro Champs Elysees de París son solo algunas de las tablas de todo el mundo que han sentido los taconeos de Sara Baras. Aunque si hay que hablar de uno en especial, el Gran Teatro Falla de Cádiz, su tierra, tiene un valor importante para esta artista que parece no tener límites.

–¿Por qué Sombras?

–Por todo lo positivo que esta palabra significa. Sombra que te acompaña y te lleva, recuerdos que son importantes no olvidar. Concretamente, este espectáculo es la celebración de 20 años de compañía en los que hemos vivido muchos momentos que nos han marcado.

–Son casi dos años ya de espectáculo. ¿Que está significando este proyecto?

–Creo que es un auténtico regalo tanto para el equipo como para mí el poder disfrutar tanto de Sombras, un espectáculo en el que el público se entrega tanto. En cuanto a la gira, el flamenco no entiende de fronteras, es un arte que se clava en el corazón, independientemente de la lengua y costumbres que tengas. Es un espectáculo que ha ido creciendo, que se abre a la improvisación y dependiendo del escenario puede ofrecerse algo distinto.

–El baile es un lenguaje más con el que expresar sentimientos. ¿Qué intenta transmitir usted en un escenario?

–Algo que intento transmitir cuando subo al escenario es el esfuerzo y el trabajo en equipo. La belleza de la música, el silencio y la puesta en escena. El sentir de intentar dibujar con tu cuerpo cosas bellas. En estos tiempos se agradece todavía más el poder vivir el directo, porque nosotros vivimos de él, no es algo que te puedas llevar a casa, es sentir el momento.

–Es una de las embajadoras más importantes de nuestra cultura. ¿Qué se siente al tener ese papel tan importante?

–El orgullo. Aunque sea mi nombre el que más se ve, es un trabajo en equipo que hace que vayamos todos a una y compartamos esa emoción cuando sales de España y vas representando algo tan tuyo con lo que la gente se vuelca tanto. Por otro lado, está la responsabilidad de no bajar la guardia nunca y de intentar dejar el flamenco donde crees que tiene estar y donde lo dejaron los maestros, a los que les debemos tanto.

–Maestros como Paco de Lucía.

–Sí, quizás sea el artista que más me ha marcado en mi carrera. Los consejos que me dio y el haber tenido una amistad con el es algo que guardo muy clavadito en el corazón. He podido aprender de otros maestros como Morente, Antonio Gades, Moraito y otros artistas que han marcado un antes y un después.

–¿El baile y el flamenco tiene el poder de denuncia social?

–El baile es mi lenguaje. Me expreso como si fueran palabras hechas movimiento. Para mí, lo más importante del baile es que me de la oportunidad de ayudar a quien lo necesita. Por ello, colaboro en diversos colectivos solidarios como la Asociación Mi Princesa Rett, de la que soy madrina.

"El poder traer a tu tierra lo poquito que has ido aprendiendo y compartirlo con tu gente es fuerte”

–Ha sido aplaudida en numerosas teatros del mundo. ¿Unas tablas que le hayan marcado?

–En cada teatro siempre pasa algo maravilloso que se te clava. El llevar más de 20 años girando te hace recordar cuando imaginabas entrar algún día en ese teatro tan especial y acaba convirtiéndose en algo muy tuyo. Hay tablas que me han marcado mucho, quizás por la tierra, el Falla ha sido muy especial. Actuar en casa, en la tierra que te ha visto crecer es maravilloso. Igual que el poder traer a tu tierra lo que has aprendido y compartirlo es fuerte. Otros teatros como el de los Champs Elysées de Paris, el Sadler s Wells de Londres o el Opera House de Sydney también han sido escenarios realmente importantes para mí. Al final no puedes elegir uno, forman parte todos de tu vida profesional y personal.

–¿Qué diferencias percibe entre el público que le aplaude en esos teatros del mundo y el de aquí?

–Cuando el telón se levanta, ya no importa donde estés. Entra una magia y una conexión entre público, artista y escenario. Cuando estás es una ciudad que conoce menos nuestro arte, quizás el olé lo digan de otra manera. Pero cuando hay calidad, esa conexión hace que se te olvide donde estás. El público es el que tiene la razón, cuando entregas algo de calidad, responde. Aunque también influye tu corazón personal, no profesional.

–¿Necesita el flamenco más presencia en nuestra sociedad?

–El público responde muy bien. Aunque a veces pienso que si fuera otro país, se apostaría un poco más por él. Se echa en falta que musicalmente entre más en las escuelas, tener lugares donde la gente pueda aprender, que tengan la oportunidad de sentirse realizados y compartir con maestros. Hacerlo una carrera seria. Creo que no lo atendemos demasiado.

–El concierto de Estepona va a ser en una Plaza de Toros. A nivel artístico, ¿qué le parece como escenario a diferencia de otros como el teatro?

–Siempre intento sacarle lo positivo a todos los espacios donde voy. La Plaza de Toros está al aire libre y eso significa contar con elementos especiales como la iluminación de la luna, aunque técnicamente, el aire libre pueda poner limitaciones. El caso de Estepona, de Málaga, es especial para mí. Siempre digo que Cádiz y Málaga somos como hermanos. Me siento en casa cuando vengo.

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