Feria de Málaga

Una Feria tras la barra

  • La crisis se deja notar los primeros días de Feria, que este año los hosteleros vaticinan más austera. Uno de los puntos donde el gentío se reúne para beber, cantar y bailar es la Plaza Mitjana

Cartojal, tinto de verano, cerveza, rebujito, mojito y un sinfín de bebidas espirituosas son las protagonistas de gran parte de la Feria de Málaga. Tras las barras de cientos de bares situados en pleno casco histórico, miles de trabajadores hacen las veces de barman para que los clientes estén satisfechos y palien su sed durante las fiestas. Hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes, se postran sobre los mostradores de los locales, en horarios de sol a sol, para sacar una aportación extra durante una de las citas más esperadas del año.

La situación económica actual se ha dejado notar durante los primeros días de Feria, que este año, según los hosteleros, será mucho más austera. Desde calle Larios hasta la Plaza de la Merced, avenidas y pasajes se avistaban mucho más vacíos que en las pasadas ocasiones, aunque poco a poco, la muchedumbre copa terrazas, bares y calles para disfrutar de la fiesta.

Cada año, miles de turistas se dejan caer por nuestra Feria incitados por un gran cartel fuera de nuestras fronteras. A lo largo de los días, turistas nacionales e internacionales se suman a la fiesta. Carlos Galvez y Víctor Rodríguez son dos madrileños de 30 años que llevan visitando Málaga cada agosto desde hace más de ocho años. “Venimos un grupo de amigos desde que tenemos 22 ó 23 año. Si vienes a la Feria de Málaga te lo vas a pasar bien seguro”, aseguran. Desde las 15:00, la mayoría de establecimientos tienen todo preparado para que empiece la jornada y esperan ansiosos el tráfico de personas. Este año, uno de los puntos donde el gentío se reúne para beber, cantar y bailar es la Plaza Mitjana, que junto con la Plaza de la Constitución y calle Císter son los enclaves que más litros de alcohol destilan.

Carmen, camarera de uno de los locales con más afluencia en Plaza Mitjana, afirma que durante estas fiestas “se viven situaciones un poco complicadas cuando estás detrás de una barra. La gente va muy pasada y hay que tener paciencia”, asegura. Por otra parte, el sacrificio de numerosos camareros y camareras, que dejan a un lado tiempo libre y diversión, se multiplica cuando se producen situaciones conflictivas. Sin ir más lejos, el encargado de otro de estos bares reconoce que durante estos días lo mejor que pueden hacer los trabajadores “es tener mucha paciencia y un poco de mano izquierda”. Del mismo modo asegura que a la mayoría de la gente lo único que le importa es beber, cantar, reír y, en definitiva, pasárselo bien.

Así, durante una sola semana, cada rincón de la ciudad se convierte en una concentración masiva de gente que colapsa el centro de la ciudad.

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