Salvador Oliver | Bordador

"Diseño cada capote de paseo y lo elaboro totalmente a mano"

  • Restauró un traje de Guerrita del siglo XIX que era “una maravilla”

  • Afirma que cada diseño presenta elementos estéticos acordes al torero

Salvador Oliver (entre Teresa Porras y el alcalde Francisco de la Torre), junto a los miembros del jurado 'Capote de Paseo'

Salvador Oliver (entre Teresa Porras y el alcalde Francisco de la Torre), junto a los miembros del jurado 'Capote de Paseo' / Javier Albiñana

Salvador Oliver es uno de los bordadores más afamados que hay en la ciudad de Málaga. Su relación, estrechamente ligada a las cofradías, adquiere un valor notable en la producción de mantos, sayas, túnicas... y también capotes de paseo.

–¿Qué le vincula al mudo del toro?

–Llevo haciendo el capote de paseo que entrega al Ayuntamiento a la mejor faena desde 2014. El primer torero al que le hice un capote fue a José Tomás. Era rosa y tiene una historia curiosa detrás. La persona que me puso en contacto con el maestro me comentó que era muy místico, así que le puse el alfa y omega y un sol en la esclavina al estilo de los sombreros mexicanos. Me dijeron que tenía mucha relación con este país, especialmente después de la cornada de 2010.

–¿Qué diferencia hay entre las técnicas utilizadas con las cofradías?

–La técnica es totalmente diferente. Me documenté mirando vídeos, fotografías y muchos capotes de paseo para entender cuál era el procedimiento. En mi caso, la técnica que empleo es totalmente manual, mientras que los sastres, por lo general, usan mucho la máquina. Lo mismo pasa con el material utilizado; no todos los hilos son buenos porque los de oro no se pueden meter en la máquina, se romperían.

–¿Y la calidad del producto?

–Las lentejuelas, el hilo de oro... La calidad del material se ve a simple vista. Por ejemplo, con el traje que lució Morante en la reinauguración de la plaza. Solo viendo cómo brillaba con la luz ya podías hacerte una idea. Además hay unos elementos muy característicos de los trajes de luces que son las lágrimas. Es un diseño clásico que pongo siempre en mis creaciones y que se está perdiendo. El motivo se debe a que la máquina de coser no puede hacerlo, por lo que es mucho más trabajoso.

–¿Qué proceso tiene detrás la elaboración de un diseño?

–Es otra de las partes que también hago yo. Además del que he contado antes de José Tomás, hay otros casos curiosos. Está el de Morante. El torero es de La Puebla del Río así que vi que la patrona era la Virgen de la Granada y le bordé unas granadas abajo. También suelo recurrir a las estrellas, ya que mi cofradía es la Estrella de Santo Domingo. El primer capote que le hice a Fortes también tiene mucha vinculación con las cofradías porque está inspirado en el palio de la Virgen de Gracia, de Estudiantes, corporación de la que es hermano.

–También se tiene en cuenta las medidas...

–Exacto. Una vez que me pongo en contacto con el torero, aunque generalmente es alguien cercano de la cuadrilla. Voy tomando las medidas y le pregunto el color que quieren. Fortes para este año me ha pedido un burdeos que no brillara, así que es de terciopelo.

El traje que restauré de Guerrita era de una calidad impresionante. Pesaba 13 kilos y medio y solo tenía una puesta

–La Virgen de la Victoria siempre está presente.

–Sí, el Ayuntamiento me pide que esté la patrona, además del lema “Ayuntamiento Málaga, Feria” y el año. Cuando bordé el de Ponce también añadí un detalle relacionado con esto. La patrona de Chiva es la Virgen de las Torres, así que bordé las dos torres características de su tierra.

–¿Cuál es su reacción al ver a los toreros liarse el capote con ese “tacto”?

–Mucha gracia no me hace (bromea). Somos muy cuidadosos con el bordado y cuando uno ve los pliegues, los pellizcos que les dan a las puntas, las vueltas... Fíjate, me alegró ver a Ponce con el capote que le hice hace dos años. Además del detalle, lo llevaba más suelto de lo normal.

–El capote de paseo no ha sido su única vinculación con el mundo del toro.

–En efecto. Juan Barco contactó conmigo para que restaurara dos vestidos antiguos de torear. Uno era de Guerrita y el otro creo recordar que de Lagartijo. El de Guerrita era buenísimo. Con una calidad excelente. Según me contaron, solo se lo había puesto una vez y lo donó a unas monjas que lo conservaron durante mucho tiempo. Era alucinante. Nada que ver con lo que hay ahora. De lo mejor que he visto con diferencia. Pesaba 13 kilos y medio y las perlitas, en vez de ser de plástico, eran de ágata. ¡Qué difícil tenía que ser moverse con eso! Además, las flores de la hombrera eran dobles y las de abajo estaba en perfecto estado.

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