Toros en Málaga | Certamen de novilladas

Rafael León, puerta grande a una gran faena

  • El malagueño firmó una memorable actuación con el sensacional tercero de la segunda semifinal del certamen de novilladas de las Escuelas Taurinas

Rafael León sale a hombros de La Malagueta, este viernes, tras la segunda semifinal del Certamen de Novilladas.

Rafael León sale a hombros de La Malagueta, este viernes, tras la segunda semifinal del Certamen de Novilladas. / Jesús Mérida (Málaga)

A la segunda semifinal del certamen de novilladas le pudo la pesadez de la recta final de una Feria que ha vertebrado a la ciudad. Todo gira alrededor de los ocho días de fiesta que ya comienza a dejar en los tendidos las primeras bajas. O las últimas, según se mire. El caso es que, a todos los efectos, el exceso de celebración sumado al cambio de disposición de los festejos –y a una ausente presencia de promoción en los carteles oficiales– ha afectado a esta cuestión. La plaza se fue llenando conforme avanzó el tiempo y, finalmente, se apreció una entrada similar a la del primer día. Lo que no cambió fue la media de edad, muy reducida por la enorme presencia de gente joven.

Y la promoción de novilleros que continúa con la labor de la Escuela Taurina de Málaga. La novillada dio un interesantísimo juego, en calidad y bravura. En alguna ocasión puso en apuros a los inexperimentados novilleros que intentaron solventar con ilusión las carencias propias de los inicios. El primero, un bonito jabonero que embestía humillando a más no poder, le tocó a Jesús Moreno. Consiguió los mejores compases de la faena por el pitón izquierdo. Cerró con una serie de circulares y, tras un pinchazo, dejó una estocada caída. Hubo leve petición de oreja y dio una vuelta al ruedo.

El almeriense Víctor Acebo, durante su actuación en La Malagueta. El almeriense Víctor Acebo, durante su actuación en La Malagueta.

El almeriense Víctor Acebo, durante su actuación en La Malagueta. / Jesús Mérida (Málaga)

Marcos Andreu lidió a un chiquito novillo colorado que embestía con casta. Se fue a chiqueros para recibirlo con una larga cambiada de rodillas, dirigiéndose al mismo punto con la muleta para comenzar con una tanda de derechazos. Recibió una voltereta sin consecuencias y volvió pronto a la mano derecha. Suplió la falta de temple con un frío valor en los arrimones finales, alternando los circulares con los pases de pecho de rodillas. Tras una estocada baja y un aviso cortó una oreja.

Rafael León había evidenciado su buen corte capotero en el quite por chicuelinas. En su turno lo constató a la verónica. Brindó a Juan José Trujillo, familiar del novillero, e inició la faena combinando doblones por bajo con unos pases de la firma. Compuso las tandas entre elegantes tandas por el derecho y profundos trazos por el izquierdo. La plaza cantó los olé de cada muletazo. Con suavidad. Deslizando la tela. El sensacional tercero tuvo la suerte de caer en manos de León, que lo cuajó con la solidez del toreo caro. El presidente sacó de golpe los dos pañuelos para premiar con sendas orejas al novillero y con la vuelta al ruedo al animal.

En el tendido destacó la media de edad, muy reducida por la presencia de jóvenes

Eric Olivera demostró buen concepto del toreo en la ligazón de las tandas por el pitón derecho. Compuso bien la figura y arrastró en largo la tela para encajar por ese lado los mejores momentos de la faena. Apretaba por el izquierdo y entraba con la cara suelta, complicándose más el devenir al natural. Cerró por unas ajustadas bernadinas que no pudo culminar con la espada, sucediéndose una serie de pinchazos. Sonó un aviso y hubo silencio.

Víctor Acebo proyectó su inicio en una serie de ayudados por bajo de corte elegante hasta dejarlo en el centro del ruedo. Tenía poca fuerza el último de los Jandilla, condición que acusó en momentos determinantes. Pese a esto, la clase y repetición del novillo sirvió para que en la sucesión de tandas por ambos pitones hubiera momentos de interés. Finalizó en las cercanías, pinchó en varias ocasiones y sonó un aviso. Dio una vuelta al ruedo mientras los jóvenes abarrotaban el albero de La Malagueta. Otra vez.

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