Derroche de comida, de bebida, de fiesta y, sobre todo, de ganas de pasarlo bien. Ese es el lema que se ha instalado en las calles de la ciudad y los malagueños no dudaron en cumplirlo a rajatabla. Desde los barrios, cientos de ciudadanos se dejaron arrastrar hacia un mismo destino: el centro. Los turistas y visitantes no tenían ni que preguntar, la gran masa de gente los llevaba hacia donde querían ir, hacia el núcleo de la capital, hacia la fiesta.

En la segunda jornada de la semana grande de Málaga el bullicio no cesó. El calor siguió impregnando todos los rincones del centro, pero eso no pareció importarles a los feriantes que, vaso y abanico en mano, no dudaron en resistir hasta que el cuerpo aguantase. Muchas caras mostraban los estragos de la jornada anterior, para otros era su primer día en la Feria, pero todos estuvieron a la altura de la fiesta y no decepcionaron a los que buscaban perderse entre la muchedumbre para beber, comer, bailar y disfrutar. Todo ello combinado con una buena dosis de humor y alegría. Mañana más.