Arrancó el día con una densa niebla pero era la primera jornada de feria, sábado, y había muchas ganas de pasarlo bien, que también hace falta en un momento en el que parece que solo hay noticias negativas. Miles de malagueños se echaron ayer a la calle para disfrutar de la Feria de Málaga, para celebrar con los amigos y familiares que, a pesar del paro, del rescate, del BCE, de la hipoteca, de los recortes de sueldo o de la subida del IVA o la luz, siempre se puede sacar un rato para vivir la vida y no ahogarse en penas continuas. Desde prácticamente el mediodía ya había personas con el plato de jamón en la mano y el típico Cartojal. Hacia las 14:00, la calle Larios empezó a ser un hervidero de personas y, ya por la tarde, no cabía un alfiler en muchas de las calles y plazas del centro, así como en el Real de la Feria. Pasadas las seis los operarios de Limasa se afanaban en recoger todos los residuos. No es fácil trabajar cuando los demás están de fiesta, pero esa es otra de las virtudes de esta ciudad en la que todo el mundo es bienvenido.