A pesar de las altas temperaturas, que llegaron a alcanzar los 41 grados en la capital, el segundo día de Feria se desarrolló con las calles del centro de Málaga y del Real repletas de feriantes con ganas de pasarlo bien. Los malagueños y los visitantes se despertaron ayer con demasiadas ganas de fiesta como para quedarse en casa. Aunque buscando un poco más la sombra y agitando más al abanico, se respiró, como siempre, ese ambiente de alegría tan propio de la fiesta. Entre personas de todas las edades y durante todo el día corrió el Cartojal y la comida y se cantaron y bailaron sevillanas y malagueñas. La calle Larios fue un hervidero de peñas, familias y grupos de amigos que desafiaron el calor vistiéndose de flamenca o de corto, también para disfrute de los extranjeros que no pararon de fotografiarlos. Paseando por el centro se podían observar gran cantidad de flores, sombreros y abanicos. Pero, sobre todo, muchas sonrisas. Como dijo Dani Rovira en su pregón, malagueños viviendo la Feria "como si no hubiera mañana".