La injusticia de Diego Urdiales

El malagueño Fortes paseó la única oreja en tarde de aficionados

Ventura, primera puerta grande de la Feria

Verónica de Diego Urdiales / Arjona / Lances del Futuro

Cuando las tardes se ponen espesas, es mejor esperar al final y escuchar lo que dice la gente al salir de la plaza. “Bueno, el primero me ha gustado”, “no han embestido nada, nada”. Y con esas dos frases casi quedaría descrita la quinta de abono, con lleno de no hay billetes en los tendidos, el primero de la feria.

Cuando aludía al “primero” se refería a Diego Urdiales. Firmando la faena más destacada se le negó la oreja. Mejor suerte corrió Fortes al que sí le concedieron la oreja del quinto. Fueron faenas muy parejas en el sentido de que, si algo les faltó, fue la ligazón, pero esto se debió a la condición de los animales. En tarde de aficionados, hubo mucha torería con la que deleitarse pero en lances y muletazos sueltos. También añadiría otra frase de resumen: el quite de Aguado. Tan exquisito, con tanto empaque que Fortes quiso hacer la réplica. Fue cogido sin consecuencias y no pudo llegar al nivel del sevillano.

Esos pequeños momentos fueron llenando una tarde nublada en el cielo y en las embestidas. El calor caía como una losa, aplastando la viveza, la emoción o la movilidad. El que tuvo más recorrido pasaba por allí como quien pasea por Muelle 1; el que no, tenía media embestida que obligaba al torero a ponerlo todo; y otro venía por dentro. Faltó humillación, clase, entrega, en definitiva, bravura; pero tuvieron la suerte de enfrentarse a la terna más torera de la feria.

Abrió plaza un toro con volumen. El presidente quizás olvidó las verónicas del saludo o durante el tercio de varas. Hasta el momento no habíamos visto torear con el capote así en la Feria. Brindó el toro a Fortes -dos toreros independientes y sin el respaldo de una empresa- y basó la faena principalmente en el toreo al natural. ¿Le faltó ligazón? Sí, pero fue una faena con muletazos llenos de pureza que no se ven en otras manos. Mató de un estoconazo efectivo y se le pidió con fuerza la oreja que no fue concedida, extrañamente.

Atrás quedaron esos años en los que el palco se echaba el público encima siempre, pero lo volvimos a sufrir casi como en un deja vu. Que sea solo la espesura de una tarde bochornosa y vuelva a reinar la cordura. Porque ni con toreros como a Urdiales, al que le viene muy bien cortar oreja en Málaga, ni a las figuras que están por llegar habría que medirlas de manera distinta.

Ni a Fortes por ser malagueño. Trató, en su caso frente al quinto, de ponerle todo el gusto posible. Si la faena no podía ligarse por la condición del animal, al menos, de uno en uno, ofrecía lo mejor posible. Lo había saludado igual, con verónicas, y lo había llevado al caballo por chicuelinas. Aguado no quiso perder la oportunidad con un toro al que le vio el lance perfecto que luego ejecutó. A Fortes, sin embargo, lo atropelló cuando se le vino por dentro. Fue cogido pero sin consecuencias y aunque lo volvió a intentar no le encontró lo que Pablo sí. Luego con la muleta, destacaron series al natural y un final elevando los talones en cada muletazo. Tuvo facilidad en las muñecas y supo adornar su labor cuando el toro fue a menos.

El segundo de la tarde fue un toro fino de cabos, agarrado al piso y con media embestida. Teníamos ganas de ver Fortes en la primera de sus dos tardes en la Feria y no defraudó. Sin posibilidades de triunfo, se le vio el buen momento que ahora disfruta, insistiendo en su labor.

El sexto fue fino como el segundo, pero despegado del suelo. Aguado salió con ganas de no irse de vacío, dejó buenos lances y un bello inicio agarrado a las tablas. Se salió hacia afuera con el toro, adornando la serie, para levantar el ánimo y el vuelo de una faena que se topó con otro animal sin celo ni emoción. Se le atascó la espada y por eso solo salimos hablando del quite de Aguado.

Con el tercero, alto y despegado del suelo, destacó en los naturales finales. Fue faena espesa, como la tarde y el toro, sin culpabilidad del torero.

Volviendo a la injusticia cometida con Urdiales, con el cuarto, alto de cruz, volvió a deleitar con el toreo de capa. Si no viene Morante, será el mejor capote que veremos en la Feria. Con el de Arnedo se disfruta viendo cómo agarra el estaquillador, busca la línea de la pureza en el embroque y simplemente torea, sin artificios ni adornos.

Al final que lo justo hubiese sido darle la oreja va a ser lo de menos para el aficionado que vio la importancia de su labor de todas formas, para ponerle su nombre a la tarde o para dejarnos con ganas de más. Esa es la cuenta que vale en el recuerdo, aunque no en los despachos.

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