Feria de Málaga

Más madera: todos caben en la fiesta interminable

  • A la espera de la gran 'traca' final que arranca hoy, la Feria fue ayer en la ciudad una realidad cotidiana · Es la fuerza de la costumbre: feriantes y no feriantes tienen ya sus estrategias bien desarrolladas para aguantar vivos hasta el domingo · Eso sí, los equipamientos municipales no siempre ayudan

Recuerdo un tebeo de Mortadelo y Filemón que empezaba con una manifestación en la puerta de la sede de la ONU, en Nueva York. Dentro se debatía la tensa situación internacional y fuera se celebraba una macarrónica manifestación por la paz mundial. Cada uno llevaba una pancarta con un lema, a cual más loco, y siempre me llamó la atención un personaje metido en la jarana, muy pequeñito, con bigote y sombrero de paja, armado con una pancarta en la que se podía leer: "Queremos los Roca más bajitos". El chiste de Ibáñez ha terminado convirtiéndose en profecía cumplida en esta Feria de Málaga. Al parecer, los inodoros de los sanitarios que han instalado en la Plaza de la Constitución son demasiado altos, y esto resulta engorroso, especialmente a las señoras. Y ayer, un jugoso número de usuarias reclamaban, entre sevillana y sevillana, que los técnicos del Ayuntamiento recortaran la altura de los wc. Por si no fuera poca la incomodidad que confieren los trajes de gitana, los calzados imposibles y el calor, encima hay que hacer equilibrios cuando el cuerpo pide precisamente lo contrario, relajación y distensión. Claro que, ante los apretones esporádicos, no faltan quienes buscan alivio en el Hotel Larios, en el Málaga Palacio o el Molina Lario. El organismo tiene sus límites, tanto comer, tanto beber y tanto movimiento termina teniendo consecuencias ineludibles. Cuando lo cotidiano hace acto de presencia en la Feria, ocurre que muchos echan de menos la placidez de sus hogares.

Con la misma Feria ocurre un poco más o menos lo mismo. A estas alturas, a las puertas del último fin de semana, la fiesta en la calle se ha convertido en un hecho habitual, como las obras del Metro. Los feriantes tienen bien aprendidos los caminos más rápidos a sus destinos juerguistas; quienes viven entregados a otras cuestiones, lo que tienen bien aprendidos son los atajos urbanos para evitar la bulla en el centro. Por cierto, que el PGOU recién aprobado en el Ayuntamiento no tiene previstos este tipo de desvíos, que constituyen para muchos ciudadanos alternativas necesarias de primer orden. ¿Sabe alguien como ir de calle Mariblanca a la Plaza de la Marina sin pasar por calle Larios, evitando en lo posible las aglomeraciones y, por supuesto, sin levantar los pies del suelo? Pues se puede: todo tiene su ciencia. De alguna forma, si el alcalde declarara mañana el estado de Feria continua para Málaga pillaría a todo el mundo preparado, más o menos. Si los malagueños han logrado acostumbrarse a la Ronda Intermedia, toparse con la batuka todos los días a la hora de salir a trabajar es pan comido. Por ahora, se avecina un fin de semana de verdadero terremoto que arranca esta noche y concluirá el domingo a las órdenes de Georgie Dann. El ambiente previo de ayer despertaba las previsiones más eufóricas. Hay fiesta para arder por delante.

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