Feria de Málaga

Lo que es y lo que parece

  • El sevillano Daniel Luque cortó el único trofeo de la tarde aunque no fue un reflejo de la faena, que resultó mediocre · Paquirri dejó escapar el mejor toro de la tarde · 'El Fandi' pasó de puntillas por Málaga

GANADERÍA: Se lidiaron tres toros de Salvador Domecq y tres de La Palmosilla. Encierro bien presentado en líneas generales y de diferente juego, pero noble. Primero, parón con posibilidades. Segundo, se rajó. El tercero, manseó en algún momento. Cuarto, noble, con transmisión. Fue el mejor del encierro. Quinto, querencioso al principio y con poca transmisión. Sexto, sin transmisión pero noble.

TOREROS: Francisco Rivera 'Paquirri', de azul pavo y oro. Dos pinchazos y una estocada caída (saludos). Pinchazo, media estocada y un descabello (palmas). David Fandila 'El Fandi', de negro y oro Media estocada caída (palmas). Pinchazo y bajonazo( saludos). Daniel Luque, de nazareno y oro. Estocada tendida (saludos). Estocada trasera (una oreja).

Incidencias: Sexta de abono. Tres cuartos de plaza. Mucho calor durante el festejo.

Al ver las incidencias de la corrida y leer que Daniel Luque cortó una oreja, si no se estuvo en la plaza, se podría pensar: "Igual que Manzanares". Sí, en las fichas posteriores a cada festejo desde luego que es el mismo dígito, y objetivamente es el mismo trofeo. Pero se piensa en el proceso hasta llegar a él y se maldice, aunque pueda parecer exagerado y arriesgado, la mayoría simple. Como consuelo se puede pensar en que la sexta de abono fue cosa del destino, que puso la corrida de ayer ahí en medio para que no nos acostumbráramos a lo bueno y para que cuando verdaderamente lo sea, sepamos apreciarlo. Que Manzanares hizo el pasado lunes una faena de ensueño, nadie lo puede negar. Ahora, que con el reglamento taurino en la mano uno considere que la posición de la espada no era la llave para la puerta grande es cuestión de sentarse y hablar, o callar. Pero la oreja del alicantino estaba ahí, ganada a fuego. No a base de chispazos como la de ayer.

Daniel Luque, con un precioso vestido nazareno y oro, actuaba en tercer lugar cerrando una terna formada por toreros llamados mediáticos. Era la esperanza medio purista de la tarde. Pero ayer fue la rebelión de los perfiles. De la solución fácil. Del hacer creer al público lo que ni el torero siente. Vaya por delante que al de Gerena le salió el peor lote, pero eso no quiere decir que los toros fueran malos. Se vió voluntad de triunfo, pero no de alcanzarlo a carta cabal.

En su primer toro lanceó muy bien. Muy lento, gustando y gustándose. El animal resultó trabajoso porque manseaba, tanto en su lucha con el caballo como en el tercio de banderillas, pero aún así llegó entero a la muleta. Con el engaño se preciaron más las carencias del toro, pero Luque perdió pronto la motivación y no intentó exprimirlo más. Al entrar a matar, estocada caída y tendida. Saludos para despedirse.

Con su segundo toro llegó el escándalo. El toro no tenía demasiada transmisión pero era muy noble y daba buen juego. Es cierto que Daniel Luque fue el único que medió estructuró una faena. Le dio cordura a la lidia, pero con una rueda no anda un carro. Su faena la conformó apoyándose en el perfil. Perfil y más perfil. Al menos un cruce, un mínimo pase de verdad, le hubiera dado otra consideración a la actuación del sevillano. Tuvo la suerte de que el toro respondió y sirviéndose de todas las facilidades, supo componer la figura y cubrir el expediente. Mató con una estocada trasera, pero puestos a aplaudir una tarde entera de perfiles, nada frena que se pidan trofeos con una espada mal colocada. El caso es que Daniel Luque cortó una oreja, pedida con intensidad, pero de un valor superfluo.

Decíamos que la tarde fue de perfiles, y en esto Francisco Rivera Paquirri, que abría cartel, fue el abanderado. Su primer toro, deLa Palmosilla, tuvo que ser devuelto por una lesión en su mano derecha. Se corrió el turno y en vez del sobrero, se lidió el que iba a ser el segundo de su lote, de Salvador Domecq. El animal era parón pero no complicado. Puso banderillas, una suerte que ha ido perfeccionando con el tiempo, pero en la que ayer no dejó grandes momentos. De los tres pares que puso, dos fueron con el toro pasado. En el tercero, arriesgó más y fue de mejor calidad. Ya con la muleta, el toro humillaba muchísimo, pero, ahí estaba de nuevo el perfil. Sin cruzarse un sólo pase. Ninguno de la tanda tuvo el más mínimo fondo. Dos pinchazos y una estocada caída. Saludos para despedirse.

En el segundo toro al diestro se le vio otra intención. Realizó una larga cambiada al recibir a su oponente que luego enlazó con otra serie de lances pero la tónica seguía siendo floja. El toro era extraordinario. Como se dice en el argot era un toro de lío, pero el lío no llegó. Es más lo dejó escapar, para más inri. Con su toreo enmascarado siguió dando pases desaprovechando las ventajas del toro. Aún así el público lo recibió con aplausos y la posibilidad del trofeo planeaba sobre la cabeza del mayor de los Rivera Ordóñez. Pero llegó un pinchazo en su primer intento con los aceros, luego media estocada y para finalizar un descabello. Ni siquiera hubo petición. Mejor así.

La actuación de El Fandi, se podría definir de descafeinada, o de simplona, de impostura o, pensando mal, de no importarle comparecer en un plaza de primera categoría. Para disfrutar de los momentos álgidos del de Granada, hay que esperarse al tercio de banderillas, pero es que ni con los rehiletes dejó caer detalle alguno.

En su primero, pasó desapercibido con el capote pero en el tercio varas se llevó el animal hasta el caballo con chicuelinas al paso, que no fueron de gran factura pero tampoco restaron. Luego hizo un quite por delantales rematado con una serpentina de buen gusto. Con las banderillas, sólo se salvó el primer par. Brindó la faena al público, pero sus tandas no tenían ni color ni calor. Empezó a sonar la banda, contra todo pronóstico, pero se cayó al momento. El toro, además, se vino abajo a lo largo de la faena. Medía estocada, caída y tendida. Hubo una levísima petición y palmas. En su segundo, la misma historia, para acabar decidió matar dejando al toro entero y sin apenas haber realizado una tanda. Sí, la tarde se saldó con una oreja, pero los ánimos al salir de la plaza no lo demostraban.

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