Feria de Málaga

Del piano bar a la discoteca

  • Una inspirada Marta Sánchez repasó sus bodas de plata como cantante profesional en un escenario camaleónico

Tras una breve actuación de Patricia Lan, en la que cantó sus éxitos Peligrosa o El milagro del amor, apareció Marta Sánchez emulando, con un vestido abierto por la pierna y guantes largos rojo pasión,a Rita Hayworth en Gilda. Al borde de la medianoche, tras diez minutos de incertidumbre provocados por la lluvia, emergió la cantante sobre una escalera blanca y con una ambientación propia de un club de jazz americano de los cincuenta, comenzó cantando un sensual Soy yo más propio de piano bar de luz tenue que de Feria con carricoches de fondo.

En su séptima vez que la cantante madrileña viene a la Feria de Málaga, se dedicó a repasar sus 25 años de carrera musical con un show que fue variando conforme se iban agotando las dos horas de concierto que ofreció y los cinco vestidos que lució. El club se transformó en cabaret, en rincón de la movida e incluso en una discoteca más actual, casi futurista, en la que empezó mandando un DJ. Marta se mostró "encantada de poder celebrar sus veinticinco años como cantante aquí", pues confesó que su primer concierto como profesional fue en el teatro de Tivoli.

Hizo un recorrido de su discografía con 24 canciones en las que se iba metamorfoseando acorde con la escenografía. A las 00:30 cantó Desesperada, con la que el público empezó a animarse, aunque acabaron de levantarse con Libre de Nino Bravo, casi a la hora de haber comenzado. No fue la única versión, también se atrevió con el tango Nostalgias y con La chica yeyé de Conchita Velasco.

Después de cantar Vivo por ella, Los mejores años de nuestra vida, Sigo intentando, Reina de la radio o Soldados del amor, volvieron a sonar Desesperada y Soy yo, esta vez dejando a un lado la sensualidad de Hayworth para ajustarse a unos ritmos más discotequeros.

Hubo que esperar hasta los bises para escuchar Colgando en tus manos, con el que la grada acabó por entregarse. Además de la que grabó con Baute la cantante hizo hueco en los veinte minutos finales para Si me cambian los recuerdos, que la interpretó sentada en una máscara giratoria de impresión, e hizo un guiño "para la gente de mi quinta" con Arena y sol, aunque la edad estuvo muy repartida. El epílogo llegó con la Chica yeyé, con la que demostró que sigue con el pelo alborotado, que aún tiene mucho ritmo y que es capaz de cantar en inglés, tal y como se despidió. Clara declaración de intenciones tras haber cumplido sus bodas de plata encima de un escenario, y lo que asegura que aún le queda.

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