Feria de Málaga

A los pies de los caballos

  • El festejo de rejones resultó ser de nuevo de excesiva duración y un nuevo episodio de lagunas en los tendidos · Sergio Galán dio dos vueltas al ruedo y Joao Moura jr. y Mancebo se fueron de vacío

GANADERÍA: Se lidiaron cuatro toros de la ganadería de Don Luis Terrón Díaz de escasa presentación y juego. El tercero fue el que más movilidad mostró. Se lidiaron otros dos de Murube bien presentados pero tampoco dieron buen juego. . REJONEADORES: Sergio Galán, con chaquetilla gris. Rejón trasero (ovación y vuelta al ruedo). Pinchazo, rejonazo y descabello (palmas y vuelta al ruedo). Joao Moura jr., con casaca verde. Pinchazo hondo, pinchazo, pinhazo hondo rejonazo (palmas). Tres pinchazos hondos y dos descabellos (silencio). José Antonio Mancebo, con chaquetilla crema. pinchazo, medio rejón, tres descabellos y un aviso (palmas). Pinchazo, rejón trasero, seis descabellos y dos avisos (saludos). Incidencias: Segunda de abono. Cuarto de plaza. Calor al comienzo del festejo.

El arte del rejoneo esconde muchas más verdades y singularidades de las que a priori puede parecer. Su magia puede residir, entre otras muchas cosas y como por supuesto ocurre en la lidia a pie, en la perfección de los movimientos, en la lógica de las decisiones mientras la vida se convierte en moneda de cambio, en la vibración de riesgo sereno y una larguísima lista de aspectos que la historia de la tauromaquia se ha encargado de escribir con letras de fuego. Pero claro, en el toreo a caballo, como su nombre propio indica, hay un factor más a tener en cuenta y es que hay que hacerlo todo a lomos de un animal. Éste no sólo es un compañero fundamental de trabajo y fatigas, que también, sino que tiene que ser una prolongación del caballero. Y como siempre, contando con el juego del toro. Cuando alguna de esas partes falla, la lidia se pude convertir en ese famoso carro que no anda porque sólo tiene una rueda.

La corrida de rejones de ayer fue un ejemplo de cuantas partes pueden fallar para que nada funcione. O también puede fallar todo. La tarde era fruto de una modificación del nuevo pliego para la gestión de la plaza para poder organizar un segundo festejo de rejones amén del que inicialmente se recogía en el acuerdo. Los motivos para celebrarlas podía ser la gran afición caballista de Málaga y provincia que favoreciera una mayor afluencia de público a la plaza o también una manera de incluir a otro malagueño más en los carteles. Pero ni hubo público ni el malagueño, en este caso José Antonio Mancebo, justificó su presencia en los carteles.

El rejoneador local tenía la baza de que jugaba en casa y eso se notó en el público, escasísimo, nada más pisar el albero para hacer el paseíllo. Pero cuando se recibe también hay que dar Y Mancebo les dio jolgorio. Efectismo que pude resultar del barato si no lo respalda un cierto trasfondo de verdad. Los adornos suplieron ciertas carencias más superfluas, pero hay otros vacíos que hay que rellenarlos por derecho. No hay sitio para otra cosa. Es habitual ver a Mancebo hacer uso de la garrocha, algo que, si nos centramos en lo ocurrido ayer, no causó más efecto que el júbilo inicial del respetable, que celebraba cualquier alarde del caballero.

A lo largo de toda su actuación se veía como interactuaba con el público, porque es cierto que una gran capacidad para conectar con los tendidos también es de agradecer. Al César lo que es del César. Tuvo la suerte de que el tercero de la tarde fue el menos malo del encierro y hasta ciertos momentos humillaba y permitía un mejor juego que los otros animales, pero todo lo que conseguía del público con las banderillas lo perdía con los aceros. Tanto es así que si en su primera actuación sonó un aviso, antes de la muerte de su segundo enemigo llegaron a sonar dos.

Por su parte, el madrileño Sergio Galán dejó los detalles de más calidad de la tarde. No le tocó un buen lote y tuvo que echar mano de numerosos recursos para que sus enemigos se encelaran al menos lo justo apara poder sacar algo de provecho. El gran momento de la cuadra se quedó patente con caballos como Ojeda que haciendo honor a su nombre se arrimaban sin miramiento. Dio dos vueltas al ruedo, quizás excesivas para la ovación que hubo, pero cosas peores se han visto. Si pena ni gloria pasó por el albero de la plaza de toros de La Malagueta el rejoneador portugués Joao Moura jr. Lo hizo todo en sus dos toros; banderillas, banderillas cortas, piruetas,... también acompañadas por una cuadra de caballos que funciona bien, pero la chispa y la emoción no estuvieron con él y no pudo llegar hasta el público. Eso y su mala ejecución con el rejón definitivo hizo que se fuera de Málaga con palmas y silencios.

Señor, no te pido que me des, sino que me pongas donde hay. Y por favor que haya algo mejor que lo vivido hasta ahora en La Malagueta.

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