Crítica 'Pancho, el perro millonario'

Tierna lástima

Pancho, el perro millonario. Málaga Premiere. Comedia, España, 2014. Dirección y guión: Tom Fernández. Intérpretes: Iván Massagué, Patricia Conde, Cesar Sarachu, Armando Del Río, Álex O'Dogherty, Secun De La Rosa, Guillermo Creuheras, María Castro, Eloy Azorín, Chiqui Fernández, David Fernández, Marta Hazas, Manu Baqueiro, Denisse Peña, Miki Nadal.

El anuncio de televisión se diseñó para condensar un mensaje, o como máximo, puede que un personaje; y a la larga, se le podría dar algo de cuerda. Pero no una trama. Pancho, el perro millonario recluye la comedia familiar donde no cabe. Pero ahí no reside su gran error. Existe cierta carencia de estilo y de personalidad que antinaturalizan la cinta. En casi ningún momento se percibe una atmósfera realmente humana. Todo suena coordinado, pero de forma débil, frágil y abandonada.

La película obvia gran parte de su material gráfico para centrarse en la exhibición de un reparto espectacular, si por ello se entiende un mero expositor de estrellas televisivas que rinden con una desgana notable. Patricia Conde se estrena en la gran pantalla, y su ya popular pavoneo de figura sensual no consigue aparcar ni por un segundo una falta de naturalidad preocupante; su presencia es prácticamente gélida.

Tanto a nivel expresivo como técnico, la cinta se hunde. Tom Fernández, que ya demostrara una falta de convencionalismos dentro de los parámetros de la comedia con La Torre de Suso, aquí se estrella. Se dedica a parodiar la parodia, a hacer sangre de un coágulo. Trata de jugar con un tipo de humor que nunca llegó a estar desfasado porque jamás fue tomado en serio. Aqui se derrocha calidad técnica, un interés por crear ciertos gags que vayan más allá de lo meramente resultón, pero la fuerza se pierde rápidamente. Consigue crear diminutos hallazgos en su película que funcionan por sí solos y los desaprovecha de forma atroz. El dúo Alex O'Dogherty - Secun de la Rosa rinde y brilla entre el desastre que se ha orquestado alrededor de aquel perro que consiguió cierta continuidad en los anuncios de la lotería.

Cabe subrayar la falta de creatividad, o en cualquier caso, la fallida tentativa de sacarla a relucir, empezando por el mero hecho de sacar tajada de un anuncio que no pasaba de simpático. A Tom Fernández le ha salido lo primero sin lo segundo: un spot de hora y media con el que los padres se ahogarán, mientras los niños puede que rían con algo que en una pantalla más pequeña les haría menos daño.

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