Festival de Málaga

'Naturelaza Muerta', un viaje a la memoria que no queremos recordar

  • La periodista y realizadora viene al Festival de Málaga con un corto documental que esconde un secreto terrorífico

La directora chilena Carolina Astudillo.

La directora chilena Carolina Astudillo. / Jorge Pedrosa (Málaga)

Hay viajes y caminos que nunca queremos recorrer. Algunos de ellos se adentran en la memoria, la nuestra o la de otros. A veces es más fácil obviar u olvidar. Que otros recuerden o, mejor, que no lo hagan. De ahí que el punto de partida de Naturaleza muerta, el corto documental que Carolina Astudillo presenta al Festival de Málaga sea tan arriesgado. Y, a la vez, tan atractivo.

Astudillo, que se declara una amante total de la documentación, parte de una situación ya de por sí terrible, que es el vaciado de la casa de un ser querido una vez este ha fallecido. Esto supone entrar sin tocar a la puerta de los recuerdos mejor escondidos de personas a las que has querido en múltiples ocasiones. Y esta escondía un secreto difícilmente compresible. “Esta idea de escarbar en archivos es algo que me interesa mucho y es común en mi obra”, asegura Astudillo.

El corto es prácticamente una historia epistolar que recorre el camino de las fotos de juventud de la abuela de la protagonista. En él se van pasando las fotos mientras la voz de la nieta va narrando un lamento por carta dirigido a su madre. Un lamento al aire, un grito ciego “para expresarle el dolor a su madre de porqué no le había contado nunca esta historia”, cuenta Astudillo.

Pero, es central para entender la obra la intención de la nieta, “que decide guardar la foto pese al secreto que guarda y pese a que no le hubiesen contado nada”, añade la directora.

Es este uno de esos secretos que deciden guardarse herméticamente pero de los que se guardan pruebas. Casi como un placer culpable, el riesgo de que nos cacen nos atrae lo suficiente para que no nos desprendamos de aquello que nos une a tan terrible acto. “Son secretos que se guardan por que piensas que si la persona quiso guardarlos es por algo. A mí, como documentalista y amante del archivo, me atrae la historia. Creo que el archivo familiar nos sirve de contraplano a la Historia oficial, yo creo que uno debe guardar esto porque son documentos que nos hablan no sólo de toda una vida, nos hablan de toda una época”, argumenta Astudillo.

Se dejan abiertos varios interrogantes al fin del documental, no se dan respuestas claras. Quizá porque no existen o porque quien debió darlas falta y no dejó libro de instrucciones. “Algo que a mí me interesaba mucho era el tema moral. Uno no sabe porqué estaban en esa foto, si formaban parte de ese terrible secreto por convencimiento o por seguir la corriente de la sociedad. Quizás sólo era un medio de subsistencia”, se pregunta la directora en conjunto con el espectador.

La carta no pretende juzgar, uno juzga a primeras sin saber la situación personal de cada uno y nos falta contexto para entender por qué cada uno estaba dónde se le inmortaliza”, añade Astudillo.

La directora busca con este corto repetir la suerte que corrieron sus documentales en 2015 y 2018, cuando la documentalista chilena se alzó con el máximo galardón.

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