Gracia Querejeta. Directora

"Me parece que estoy empezando, todavía respeto mucho este oficio"

  • La realizadora, reconocida con dos Biznagas de Oro en el Festival de Málaga por 'Héctor' y '15 años y un día', recibió ayer en el Teatro Cervantes el Premio Retrospectiva 'Málaga Hoy'.

El idilio que mantienen Gracia Querejeta (Madrid, 1962) y el Festival de Cine de Málaga, que ya reconoció a la realizadora con dos Biznagas de Oro a la mejor película por Héctor (2004) y 15 años y un día (2013), se vio ayer reforzado con la entrega a la directora del Premio Retrospectiva, que patrocina el Diario Málaga Hoy, en una emocionante gala celebrada en el Teatro Cervantes. Otros títulos como Cuando vuelvas a mi lado (1999), Siete mesas de billar francés (2007) y el último, Felices 140 (2015), delatan una manera propia de hacer cine, delicada y minuciosa, que tiene en la consideración humana de sus personajes su principal razón de ser.

-¿Cuándo supo, usted que se crió siempre cerca de algún rodaje, que lo suyo era realmente hacer cine?

-Pues en realidad fue bastante tarde, ya durante el rodaje de mi segundo o tercer documental. Hasta entonces no había tenido claro que quería ser directora de cine. No recuerdo haber soñado en mi infancia con hacer películas, sinceramente. Lo que yo quería era ser bailarina. Después empecé a escribir, a hacer algún corto y luego me metí en el mundo documental, pero durante mucho tiempo me estuve preguntando si realmente aquello era lo que yo quería hacer. Y no fue hasta que rodé un capítulo de una serie de TVE que se llama El hombre y la industria cuando me dije aquello era lo que quería hacer. Pero me costó su tiempo, sí.

-¿Y está completamente segura de que tomó la decisión correcta?

-A veces me lo sigo preguntando, no creas. De vez en cuando es inevitable cuestionárselo, especialmente cuando las cosas no van como una quisiera. Depende también de los proyectos en los que estés metida. Pero sí, no te oculto que a veces me pregunto si estoy donde tendría que estar o si habría sido mejor tomar las de Villadiego. Pero creo que esto viene en el paquete con la profesión.

-Respecto a su primera dedicación al documental, ¿cuánto queda del registro del cine de no ficción en sus películas más reconocidas? ¿Tal vez un anhelo, una persecución de la verdad?

-No sé, pero creo que los dos géneros tienen mucho en común, aunque no lo parezca. De hecho, es recomendable para el documental que formalmente parezca una película de ficción, que no se quede en un mero reportaje; del mismo que también es bueno para una película de ficción que el espectador no distinga la trama, que no llegue a ver lo que hay detrás, sino que se sumerja como en documental donde de alguna manera te están contando una realidad. Lo que el director cuenta, su punto de vista, debe sonar a esto, a verdad.

-La construcción de los personajes es un elemento clave en su cine, pero ¿cómo afronta esta tarea? ¿Se van haciendo los personajes a sí mismos más allá del guión, tal vez aún en los rodajes?

-Sí, así es. Hay un tramo esencial para esto que es en los ensayos con los actores. Ahí es donde te das cuenta de si lo que has escrito hace tres o seis meses o un año sigue vigente o hay que cambiarlo de algún modo. Yo tengo claro que los personajes de una película están vivos todo el rato, durante el rodaje y después, hasta el final. Para mí, lo más divertido de un rodaje es la relación con los actores, el modo en que buscamos esa construcción. Es lo que más disfruto en este trabajo.

-Recuerdo una escena de 15 años y un día, con un monólogo de Maribel Verdú ante la cámara que luego daba un giro en torno a la actriz de 360 grados. ¿Esa relación con los actores de la que habla es algo parecido al amor?

-Para mí sí lo es. Es que la relación con los actores es algo fundamental, por lo menos en mis películas. Lo que sí puedo decirte a estas alturas es que no hay un actor igual a otro, y que el trato por tanto varía mucho dependiendo de qué actor o actriz se trate. No conviene tratarlos a todos igual, en absoluto. Además, cada actor tiene su manera de encontrar el personaje, de hacerlo suyo, y a veces son muy distintas. No tiene nada que ver dirigir a Maribel Verdú que a Antonio de la Torre, por ejemplo. Si algo te enseña la experiencia es que como directores tenemos que estar abiertos a eso, a no imponer tus maneras. Muy al contrario, creo que un director tiene que ser muy flexible para, con distintas fórmulas, con todos los actores que quedan reunidos en un reparto, la película quede afinada.

-¿Cuál ha sido su película más difícil de rodar?

-Probablemente Cuando vuelvas a mi lado. Era una película de carretera y manta, muy dura, muy larga, muy dependiente del clima en un lugar tan delicado para esto como Galicia. Además, abarcaba un espacio de tiempo interno enorme: encontrar los actores, las localizaciones, todos los elementos. Fue muy, muy complicado.

-¿Y, por el contrario, cuál fue su película más llevadera?

-Seguramente ha sido Felices 140. Era muy recogida, estábamos en exteriores pero en un sitio en el que el clima tampoco nos agobiaba demasiado. Teníamos sólo nueve actores, era un equipo muy compactado. Además, rodamos con dos cámaras y todo iba a velocidad de crucero. No hay ninguna película fácil, pero te diría que ésta ha sido la más ligera.

-¿Cómo es su relación con la industria? ¿Ha tenido que decir no muchas veces?

-Es cuestión de épocas. Hay momentos en que es más fácil hacer este tipo de cine y otros en que es mucho más complicada. Pero el cine que yo hago tiene algunas particularidades, económicamente se encuentra en un término medio y además es muy personal, y esto lo hace generalmente más difícil. Ha habido desde luego mejores épocas que ésta para hacer un cine así, en las que todo salía de manera, digamos, más fluida.

-¿Le ha tocado transigir?

-Sí. A veces sí. Es inevitable. Más aún si trabajas en distintos medios como yo, que también hago cosas en televisión, donde los procedimientos son muy diferentes. Una tiene que tener claro que hay productores ejecutivos por encima y que hay que asumir sus decisiones. En este oficio es muy importante saber ubicarte, distinguir bien cuál es tu puesto en cada proyecto.

-Algunos directores que han pasado por esta edición del Festival de Málaga han coincidido en denunciar la extinción del cine de clase media y la existencia de dos únicos modelos: el underground, a menudo invisible, y el directamente comercial. ¿Qué opina?

-Que es verdad. Las películas más medianas son ahora mismo las más difíciles de levantar, porque casi todas están abocadas a terminar en TVE y ya sabemos en qué situación se encuentra TVE. Tenemos que luchar en todos los frentes para que este tipo cine perviva. Creo, en este sentido, que el Festival de Málaga hace una labor muy importante a favor de estas películas medianas. Igual que contribuye de manera muy notable a que haya una reconciliación del cine español con su público, porque es un festival amable, se concibe como una fiesta del cine español independientemente de que las películas gusten más o menos, y lo que necesitamos es eso, hacer del cine español una fiesta.

-¿Aunque luego esa reconciliación se traduzca en taquilla en apenas dos o tres títulos al año?

-Ese problema tiene más que ver con las formas nuevas de ver el cine. Vivimos un momento de absoluta revolución en el que todo está cambiando, y seguramente de aquí a no mucho tiempo las salas de cine quedarán en exclusiva para un cierto tipo de películas mientras que muchos de nosotros trabajaremos directamente para las televisiones. Así que no creo que el presente sea el mejor momento para cuantificar las cosas a partir de lo que se recauda en la taquilla.

-¿Echa de menos la figura del productor de antaño, como verdadero hombre de cine? Y que conste que estoy recordando a un tal Elías.

-Productores como Elías, sinceramente, creo que no quedan. También, eso sí, Elías vivió una época muy distinta a la actual. Pero yo siempre he procurado rodearme de productores que tuvieran una voluntad real de sacar adelante sus películas. Aunque en los tiempos que corren eso tampoco es fácil para ellos.

-¿Consideraría pertinente para el cine español la adopción de medias garantistas como las que se aplican en Francia?

-Eso sería maravilloso. Lo que más me preocupa ahora es nuestra excesiva dependencia de las televisiones para hacer cine. Es preocupante en la medida en que habrá siempre una serie de proyectos que si no tienen la aquiescencia de una televisión no van a salir adelante. ¿Y qué pasa entonces, se quedan en un cajón? Que conste que hablamos también de grandes proyectos. Es complicado.

-Cuénteme algo sobre su próximo proyecto.

-No voy a contar nada de ningún proyecto próximo. Ya he gafado uno por contarlo y no pienso volver a hacerlo.

-¿Se ve haciendo un tipo de cine distinto en el futuro, algo ajeno que le apetezca probar?

-Sí. De hecho, mis dos próximos proyectos no se parecen en nada el uno al otro y en ambos casos son fórmulas distintas. Tienen que ver conmigo, claro, porque los he escrito yo, pero plantean un juego diferente. Esto es normal, no sólo por una cuestión de mercado, también por la evolución personal de cada uno. Lo razonable es que queramos probar cosas distintas.

-¿Han cambiado mucho sus referentes desde que empezó?

-No.

-¿Y quiénes son?

-Soy muy ecléctica. Rohmer me parece un maestro, sin duda, pero también me lo parece Stephen Frears, que es capaz de tocar cincuenta mil palos y hacerlo bien en todos. También me gustan mucho cierto Woody Allen, y un primer Carlos Saura. Soy muy ecléctica. En este trabajo se aprende mucho de los demás, así es como vamos creciendo en la profesión, mirándonos en otros.

-¿Y qué piensa de los jóvenes cineastas que se miren en usted?

-No sé si eso sucede. Más bien me parece que estoy empezando todavía. Y creo que es buena sensación, no sólo para las paranoias de la edad y todo eso, sino porque esto significa que todavía respetas tu profesión. Esto no tiene nada que ver con el miedo, que conste. Se trata, únicamente, de estar alerta.

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