Carmelo Gómez. Actor

"No tenemos posibilidad de hacer cine y aun así hacemos lo que podemos"

  • Con cerca de 30 años de carrera y dos Goya, el actor repite bajo la dirección de Andrés Luque y Samuel Martín en un drama que ahonda en las pulsiones elementales del ser humano.

Con las tablas que aportan cerca de 30 años de interpretación a sus espaldas y el reconocimiento de dos Goya, Carmelo Gómez presentó ayer Tiempo sin aire, un drama que el propio actor cataloga como "posiblemente uno de sus últimos trabajos" en la gran pantalla. Bajo las directrices de Andrés Luque Pérez y Samuel Martín Mateos, Gómez se mete en la piel de Gonzalo en este segundo largometraje de ambos directores que profundiza en las pulsiones humanas básicas como la venganza, el odio, la violencia o la mentira, pero también en el amor incondicional, la esperanza y la entrega absoluta.

-Repite bajo la misma dirección que Agallas, presentada en 2009, pero con un personaje no tan de marcado por la acción sino por los conflictos internos. Ha sido un cambio radical, ¿no?

-Me pilla en un momento en el que estoy en un proceso de cambio, de reposo y de una mirada más serena sobre la vida. Antes eran los grandes gestos y ahora son las pequeñas cosas las que me hacen recapacitar. He cambiado mucho y en ese sentido quería hacer un hombre frágil, observador, cuidador y reconciliador. Me gustaba porque no era solamente el contrapeso de la bondad sino porque también era un chico que sufre, que tiene un problema con su interior y con su soledad.

-¿Qué le atrajo de su personaje al margen de su psicología?

-Para mí lo más bonito de mi personaje y de la película es el momento en el que uno como un perro de presa no puede dejarla y el otro le dice "no te sigo, pero tampoco te dejo". Creo que ese es el momento culmen y maravilloso de la película.

-Además del aspecto psicológico, físicamente se ha tenido que adaptar a Gonzalo adelgazando unos 15 kilos. ¿Se acostumbra uno a esos cambios?

-Sí, además, perder peso me divierte más que ganarlo. Lo propusieron los directores, me dijeron que querían cambiar mi imagen sobre todo. Y a mí me apetecía también porque ayuda mucho a entrar en el personaje. De repente te ves en el espejo y te preguntas quién eres.

-¿Qué más le ayudó a meterse en el personaje de Gonzalo?

-Muchas cosas. Pero especialmente hay un documental francés que se llama Être et avoir -Ser y tener- que va sobre la educación y donde hay un personaje dedicado exclusivamente a los chavales, a las otras personas más que a sí mismo.

-¿Como en el caso de su personaje con María, interpretado por Juana Acosta?

-Sí, pero son personajes que, aunque relegados a los límites de la vida, son muy activos porque no es en la reflexión donde se construyen, sino en la acción diaria con los chavales: se construyen construyendo a los demás.

-Recientemente dijo que quería regresar al teatro. ¿Es Tiempo sin aire uno de sus últimos proyectos junto con los dos que le quedan por presentar?

-Probablemente sí, al menos eso es a lo que apunto cada día con más convicción. Tal y como está el tema quiero hasta irme del país; y como es una de las cosas que puedo hacer y que puedo elegir, si todo esto sigue así, me iré.

-Pero aquí en España siguen contando con usted. De hecho, Andrés Luque y Samuel Martín han dicho que tenían claro que iba a estar en este proyecto...

-Sí, pero no de una manera definitiva. Al margen también veo una cosa que me da espanto: no tenemos ninguna posibilidad de hacer cine y aun sin ella hacemos lo que podemos. El cine se hace con dinero y nadie nos puede convencer de lo contrario. Me parece terriblemente injusto estar luchando con una cosa que se hunde; por eso desde mi punto de vista lo que haría es acabar ya, todos a la vez.

-En la película se hace referencia a esa falta de aire para poder respirar sin sed de venganza. ¿Qué le corta la respiración a Carmelo Gómez?

-Tengo unas vigas de madera en mi casa que tienen algo de carcoma y las estoy tratando con químicos. Esa sería la metáfora de mi vida en la que, en general, empieza a faltarme el aire. Cuando llegué a este oficio venía lleno de felicidad e ilusión y no entendía qué pasaba ya que mis defectos eran mis virtudes. Y ahora lo que yo considero mis virtudes son defectos incuestionables e intratables. De repente estoy en otro punto y empiezo a no poder respirar porque me gustaría saber cómo resolver determinadas cosas, pero eso es la vida. Veremos a ver qué pasa con el teatro y a ver si tomo ahí respiración.

-¿Queda algo de ese actor de sus inicios o del ganador de dos Goya en el intérprete de hoy día?

-Todo. Tendrían que ver cómo son mis cuadernos de trabajo. Tengo una pasión absoluta, pero una pasión apasionable. El problema llega cuando le metes pasión a algo que no es apasionable. Ahí estás fingiendo, engañándote tú, vas a contrapie. Y a mí eso se me nota, a otros no, pero a mí se me nota.

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