SAVING ONE WHO WAS DEAD | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

No tomarás la cama de UCI en vano

'Saving one who was dead', el gran espanto de la Sección oficial.

'Saving one who was dead', el gran espanto de la Sección oficial.

No podía faltar la terrible cuota anual del festival checo de Karlovy Vary para amargarnos la mañana. Saving one who was dead es la tercera entrega de lo que Václav Kadrnka describe como su trilogía de “la ausencia de un ser querido”. Bajo ese hueco contenedor perifrástico se esconde un largometraje sobre la enfermedad y la muerte maquilladas (¿Dónde quedaron Wiseman o King?) y la despedida de los seres queridos filmado con la indisimulada factura de un telefilme malo (véase, por contraste, lo que Kieslowski hizo para televisión en el episodio 2 de su célebre Decálogo), acribillado por una iluminación atroz y achatado por un formato teléfono móvil que en la escena final se estira enfáticamente a 16:9.

No es únicamente la fotografía digital de mercadillo o las insoportables ínfulas de Kadrnka, traducidas en las ideas de puesta en escena más ridículas que se pueda uno imaginar (los pasillos en rojo como las arterias taponadas del padre o el símil final con el ascensor), lo que nos atormenta sin descanso durante sus escuetos 90 minutos que parecen 900, sino su infantil cobardía a la hora de hacer una película sobre la muerte y colocarse de perfil.