La iglesia de Santiago, sede canónica de la popular hermandad del Prendimiento de Jerez de la Frontera,  tal vez no ha vivido nunca  un episodio como el acaecido el pasado sábado cuando 500 invitados, algunos de ellos toreros de fuste, aguardaban la celebración nupcial del diestro Juan Ortega y de la doctora cardióloga Carmen Otte. Todo estaba ya previsto en el templo cuando se supo que los novios habían mantenido una conversación telefónica en la que el torero le mostraba "sus dudas" para formalizar su matrimonio justo cuando sólo horas antes la pareja había celebrado la fiesta preboda.

Lo sucedido en Jerez tiene su paralelismo en los personajes de una mítica serie como Sexo en Nueva York, de HBO, cuyos creadores siempre quisieron escapar de lo políticamente correcto y de las tramas felices y fáciles.

En la primera película basada en esta saga, Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) y su amor platónico en la serie, Mr. Big (Chris North), tuvieron durante las temporadas una pasión sexual que se cumplía en encuentros esporádicos. El amor terminaba con ella plantada ante la Biblioteca Pública de Nueva York porque su amor tenía "sus dudas" también, como Juan Ortega. Carrie, estrella de la revista Vogue al llevar un exitoso vestido nupcial enviado por la diseñadora Vivienne Westwood, congrega en su boda a cientos de invitados. Esa multitud ocasiona en el novio ese agobio, "esas dudas" que le afloran cuando va en el coche.

Mr. Big le pide la mano a Carrie Bradshaw, calzada ella con unos Manolo Blahnik

La pareja de esta ficción ya contaba con un ático de ensueño en Manhattan comprado por él y una vida plena, en principio. Ortega y Otte, en la vida real, llevaban diez años de relación (como la pareja ficticia, por cierto, en sus idas y venidas) y a todas luces preveían un futuro sólido.

Mr. Big y Carrie, tiempo después, se acaban casando, solos, en un juzgado ¿sucederá lo mismo con el torero?