Nuevo Logo Junta de Andalucía

El Gobierno del Cambio cierra el paraguas

Elías Bendodo, el logo actual y el boceto del nuevo

Elías Bendodo, el logo actual y el boceto del nuevo / M. G. (Sevilla)

El lenguaje y la imagen constituyen la primera conquista. Al ejecutivo del presidente Moreno (“Llamadme Juanma”) lo llevaron muy pronto a la pila para bautizarlo como el Gobierno del Cambio. Los padrinos fueron Elías Bendodo por la familia materna, que es la que manda, y por la paterna Juan Marín, del que se espera que despierte cuanto antes, se crea de verdad que es el vicepresidente de la Junta de Andalucía y deje de exhibir que tiene interiorizado que es el PP el partido hiperdominante.

Cambiado el organigrama del gobierno llega la hora de renovar el fondo de armario. Hay que estrenar nueva imagen, pues el levantamiento de alfombras y la agitación de las cortinas corresponde al todopoderoso Bendodo, ariete del Ejecutivo. ¿No decían que el PP comunicaba siempre malamente y se dejaba meter todos los goles durante 36 años de socialismo? Pues este Bendodo parece el Gaspar Zarrías del Gobierno del Cambio. Que hay problemas con la listeria, Bendodo saca las listas de espera. Que llegan las elecciones generales, Bendodo tira de las vacunas. Y Susana detrás del burladero tratando de suavizar su imagen en Vanity Fair, pero ya se sabe la teoría de la seda y los vestidos. Hay rocas imposibles de pulir, como hay melones ultracalados que no tienen más tajadas.

Para el 28 de febrero tendremos nuevo logo de la Junta, imparable en tiempos de Chaves e irreconocible en el tiempo litúrgico de Juanma. Bendodo cierra el paraguas y saca la mayúscula inicial del precioso nombre de Andalucía. Seguimos con el más es menos, pero con una letra en lugar de un símbolo. No es porque el topónimo de Málaga incluya tres veces la misma vocal, como ya largan algunos miarmas malpensados. No es la triple “A” de Málaga. Es la “A” de Andalucía, donde residen los andaluces, levantaos que lo manda Bendodo.

El coste del nuevo logo no es nada del otro mundo. El Gobierno del Cambio (y del Recambio cuando se va la gente) pidió ideas a tres empresas en un proceso valorado en menos de 15.000 euros, que mi Elías hace las cosas divinamente. Y después ha sacado a licitación el proyecto definitivo con un contrato de 50.000. El paraguas quedará pronto tirado en el contenedor. La “A” comenzará pronto a lucir en la web oficial de la Junta, la misma donde usted no entra casi nunca, y en organismos y vestuarios oficiales. Los señores consejeros seguirán luciendo en la solapa de la chaqueta el escudo de Andalucía, ese pin que visto de lejos evoca a un ordenanza mayor del ministerio franquista.

En los hospitales habrá que esperar a que los uniformes y las ropas de cama se vayan quedando viejos para estrenar los nuevos con la “A” de diseño. Lo sustancial es que la Lavandería Bendodo está en marcha. El lavado de cara de la Junta no tiene ya freno. Nada de maquillajes. El paraguas al hoyo y Bendodo al bollo.

Estoy deseando ya oír a Elías en sus pláticas de los martes de precepto arremeter contra Susana Díaz con ese pedazo de “A” de fondo. Y la gente comentando en voz baja: “Fíjate como hoy la castiga poco, el puyazo de hoy es suave, se nota que quieren que Susana siga. Cuanto más siga Susana menos se despiertan los 400.000 socialistas que se quedaron planchando la almohada el 2 de diciembre”.

Se trata de crear una imagen nueva, un orden nuevo en una región acostumbrada al mismo partido durante 36 años. La lucha contra esa inercia no ha hecho más que empezar. Hasta los mismos partidos cambian de imagen cuando renuevan a su líder. El propio PP pasó del azul al naranja y volvió después al azul. Cada líder quiere su cetro, cada presidente del Gobierno su colchón nuevo en la Moncloa.

Con Susana de jefa de la oposición y Bendodo sacando conejos de la chistera del pasado, el cambio de logo es un paso más en el intento de un partido por perpetuarse en el mando. ¿Acaso no son los partidos estructuras concebidas para alcanzar el poder con vocación de perpetuidad? Y ese anhelo pasa por borrar el pasado salvo en aquellos aspectos que conviene sean hábilmente recordados para agitar los miedos según el momento. En 36 años de gobierno, cada vez que un socialista miraba hacia atrás únicamente estaba Franco (ya salió, presidente Sánchez, ya salió del Valle, quédese tranquilo).

Hoy los populares miran al retrovisor y se aprecia a Susana, la del Turruñuelo, la que a veces juega al percal de ser hija del fontanero o la mujer del tieso, y otras a dejarse alumbrar por los brillos del Vanity Fair. ¿Se dan cuenta?Aquí todo el mundo apuesta por los cambios de imagen. Hace bien Susana, porque los trajes de pana del guerrismo tienen más antigüedad que muchos socialistas en la Junta. Renovarse o morir. Elías manda, Susana se queda. La verdadera conquista estratégica del PP es que ella dure y dure en el puesto actual más que las pilas del conejito de Duracell.

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