Opinión | Territorio Comanche

100 Untaditos

De la Torre en la promoción de la candidatura de Málaga a la Expo 2027.

De la Torre en la promoción de la candidatura de Málaga a la Expo 2027. / M. H.

HAY que reconocer que el concepto de gobernanza que se maneja en el Ayuntamiento de Málaga es, cuando menos, bastante sui generis. Usted puede votar cuál va a ser el cartel de la Feria para este año, e incluso acto seguido asistir con perplejidad al espectáculo de si es un plagio o no, cuando al fin y al cabo la opción elegida se trata de una criaturita vestida de gitana mirando para calle Larios. Pero, paralelamente, puede usted quedarse petrificado ante la estrategia del Ayuntamiento de denominar proyecto a un plan para librarse de la exposición pública, no vaya a ser que alguien se dé cuenta de que la cosa se puede debatir. Es lo que tiene saber manejar el lenguaje con mucho arte.

Y de todo esto me percato cuando veo que el Ayuntamiento de Málaga, a través de Promálaga, ha seleccionado mediante concurso internacional convocado el pasado mes de febrero, a siete equipos de entre los 23 que fueron admitidos para participar en el diseño de los espacios peatonales de la zona central del Plan Málaga Litoral (PML). O al menos así lo leo en la prensa hasta que pregunto sobre la tramitación del susodicho plan. Y es ahí cuando con absoluta perplejidad entiendo que el supuesto plan no es un plan urbanístico, sino un proyecto. Y dirán ustedes que tampoco es para tanto la confusión de la palabra.

Pero resulta que sí, mire usted por donde, porque un plan es un documento de ordenación que requiere de exposición pública, y en el caso Málaga, de Evaluación Ambiental Estratégica. Pero si se hace un proyecto, éste sólo tiene que pasar por el trámite reglado de la licencia urbanística, sin necesidad de ser evaluado por la población ni ser sometido a la evaluación de tres alternativas ambientales. Sin embargo, ya podemos contar con los principales anteproyectos del Proyecto Málaga Litoral: el intercambiador de la Explanada de la Estación, el intercambiador de La Marina, el Eje Litoral soterrado, y la reurbanización de la zona central del Proyecto Málaga Litoral. Si aún no sabemos cómo se va a pagar semejante obra faraónica, lo que sí tenemos claro es quien la va a pagar: nosotros y nuestros nietos. El alcalde quiere perpetuar su legado con una gran boñiga, está claro.

Mientras llega el pago de los 400 millones de euros que pretenden hacernos creer que cuesta el proyecto, aunque todos sabemos –ellos también– que terminará en más de 700, que fue su estimación inicial, ya tenemos la factura de los 30.000 euros que Promálaga le abona a los siete finalistas y los 270.000 que se llevará el equipo ganador del concurso cuyo jurado estará presidido por el alcalde de Málaga.

Flipante oiga. Se trata de un plan en toda regla, bautizado como proyecto, pero vendido como plan a la prensa. Pero usted puede estar muy contento porque puede votar el cartel de la Feria de agosto, mientras que para abordar la mayor transformación urbana del centro de Málaga desde que el Marqués de Larios financió el Parque, no hace falta más que anunciarlo en la prensa y convocar concursos internacionales de ideas con premios bastante suculentos, incluso si son de consolación. Y todo sin contar que la opción ganadora no cuente con el beneplácito del regidor, y el caprichito termine en el mismo cajón en el que está el proyecto de integración urbana del Guadalmedina, que realizara Pepe Seguí, opción ganadora del concurso de ideas, allá por 2012.

Parece que nuestro alcalde no se entera de que los problemas auténticos pasan por incorporar de verdad un compromiso ambiental y social en la gestión política. Frente a una visión actualizada de los problemas urbanos, y comprometida con las generaciones futuras de la ciudad, la apuesta municipal consiste en ocultar el dióxido de carbono de los coches bajo un túnel y densificar aún más los usos del centro de la ciudad promoviendo la desbandá de la población hacia la periferia, ante la desvergüenza de tener la cara dura de plantarse en París para defender la sostenibilidad de Málaga, y pretender engañar a propios y extraños.

Resulta muy significativo que nadie plantee que puede haber otro modelo de ciudad en el que convivan las aspiraciones ambientales, sociales, económicas, culturales y turísticas, tal y como Paco de la Torre planteó en su momento con un modelo alternativo a la ciudad administrativa y vacía que era la Málaga de los 80. Chirría mucho que vendamos esa milonga de la Málaga Sostenible cuando nuestro proyecto estrella consiste en ocultar el dióxido de carbono de los coches que circulan por el eje litoral, sin decir nada sobre cómo esto afecta a la movilidad de los nuevos crecimientos del oeste, por cierto.

He llegado a admirar y a valorar a nuestro alcalde como hombre culto y serio, pero las últimas iniciativas me hacen pensar que ya queda poco del ingeniero estricto, o del sociólogo perspicaz. No se trata tanto de envejecimiento como del hecho de que su mirada respecto a la ciudad no se ha actualizado, con declaraciones como la de antes de ayer justificando los rascacielos como ejemplo de sostenibilidad suenan directamente a tomadura de pelo hacia una ciudadanía que no se merece, que no nos merecemos eso. Hay motivos para la preocupación. Y sorprendentemente puede ser una de las piezas que caiga como consecuencia del rebufo postelectoral, con viento de cola, y que resuelva de una vez por todas la tan complicada sucesión municipal.

Sinceramente creo que esto no va de izquierdas o derechas, sino de creer en los valores que determinan el momento histórico que nos ha tocado vivir... O no creerlos. De comprometernos con las generaciones futuras o quemar las velas mientras vemos como el viento nos aleja de tierra firme. Necesitamos líderes con una visión amplia de las cosas, capaces de hacer converger intereses diversos, como el económico, el social y el ambiental. Porque si no surgen líderes así... Nos vamos a quedar sin planeta. Aunque claro, si lo que se pretende es tirar para adelante con todas sus consecuencias en esta gestión urbanística descerebrada, y muy lejos de cualquier criterio de planificación y, por lo que se ve, del cumplimiento de las normas vigentes, si lo que se va a seguir pretendiendo es la consolidación del turismo de chonificación, quizá sería bueno aprovechar esta zona que se piensa ganar para el dominio del sistema imperante de la mano del actual regidor y poner en marcha nuevas franquicias hosteleras, si el éxito de la política hoy en día no es la gobernanza, compartir las decisiones con tus gobernados, sino una buena propaganda, propongo que se instale una nueva franquicia que a buen seguro tendría éxito garantizado en esta dinámica municipal; los 100 Untaditos. Sea lo que sea el bodrio que traiga, nosotros haremos que les parezca oro puro. Pero todos contentos con el cartel de la Feria.

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